Tres meses han pasado de aquél fatídico día. Desde entonces, Yota se la ha pasado encerrado en su habitación. Salía de ella únicamente para darse una ducha o comer algo, y luego volvía a encerrarse.
Su abuelo se preocupaba bastante, más aún por qué no tenía idea de si él realmente estaba bien o de si necesitaba algo más. Siempre esperaba encontrarlo en el momento justo para poder platicar acerca de lo ocurrido pero casi la mayoría de las veces la oportunidad se esfumaba. El tiempo se agotaba debido a que el Abuelo había sido diagnosticado con una irregularidad en el corazón producto a la tristeza qué había sufrido. El tratamiento era bastante costoso y sabía qué Yota se preocuparía aún más si se enteraba por lo qué decidió dar el primer paso y fué a la habitación de Yota. Dió dos golpes en la puerta pero sólo hubo silencio en respuesta.
— Hijo, se qué estás ahí dentro... — A pesar de lo dicho Yota no respondió. — Escucha, se qué hemos pasado meses difíciles, también sé qué no es fácil para tí pero tampoco lo es para mí. Me gustaría ayudarte pero no puedo hacerlo si te la pasas encerrado. Tampoco sabría qué decirte para ser sincero puesto qué también estoy lidiando con la tristeza... Pero lo único que tengo claro es qué si nos mantenemos unidos podremos seguir adelante, así qué... ¿Te parece si salimos un rato al mundo exterior? — dijo el abuelo esperando una respuesta afirmativa qué nunca llegó. Se Lamentó un poco pero decidió no insistir en ello. "Qué el tiempo haga su trabajo..." Pensó mientras bajaba las escaleras. Afortunadamente fué detenido por un sonido de una puerta abrirse.
— ¿A dónde iremos? — preguntó Yota con la mirada completamente apagada. Casi parecía qué aquél alegre niño qué siempre tenía una sonrisa de oreja a oreja había sido cambiado por esta versión más amargada y sin ánimos de nada.
El abuelo sólo esbozó una sonrisa, él estaba convencido qué lograría animar a Yota.
— Ya lo verás... — Dijo el abuelo y terminó de bajar las escaleras para luego tomar las llaves de su camioneta.
Ambos se subieron, el abuelo estaba realmente feliz de volver a salir junto a Yota. El jóven sólo se apoyó en la ventana y observó los lugares por los qué iban pasando.
— ¿Te parece si almorzamos en algún lugar de por aquí? — preguntó el abuelo.
— Cómo quieras... — respondió Yota indiferente.
Pararon a comer algunas hamburguesas en un restaurant de comida rápida. El almuerzo fué bastante aburrido, un silencio incómodo se posaba entre ambos mientras se deleitaban con su comida. El abuelo pensaba en como romper el hielo pero por desgracia no lo logró. Ya casi sin ideas frenó en un semáforo a pensar su siguiente movimiento. Yota se posó sobre la ventana y una particular escena le llamó la atención en un parque cercano.
Un padre y dos niños estaban pateando un balón, el padre los felicitaba a ambos cada qué alguno lograba enviarla lejos. Yota sintió un vacío en su interior, la tristeza de no haber podido gozar de una infancia así lo molestaba un poco. Para no darle más vueltas sólo soltó un suspiro.
El abuelo lo notó y al ver al parque supo por qué era. Lamentó no haberse dado cuenta de lo qué en realidad necesitaba Yota en ese momento. Y eso era... Un padre o figura paterna qué le quitara el peso de la culpa con el qué cargaba trás lo ocurrido con su abuela y la final.
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Una última vez... (Horimiya)
RomanceSeguiremos la historia de Yota Toshidori, un chico que perdió a sus padres en un accidente automovilístico cuando era niño, por ello termina viviendo con sus Abuelos. A Yota no le afectó mucho la perdida de sus padres puesto que sus abuelos hicier...