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Antes de partir, no habría concebido la idea de que en verdad esta podría haber sido una buena decisión. El problema nunca había sido el sentirse incómoda por estar rodeada de gente dispuesta a ayudarla con su tristeza, a la espera de que volviera a sentirse bien, sino que el problema, comprendía ahora, había sido ella misma.

Sentirse fuera de lugar era lo que ocurría. La vida seguía, y era casi cien porciento seguro que toda persona sufría con una pérdida de algún tipo a causa de la guerra. A su problema emocional, se sumaba el cansancio mental que venía con sus múltiples intentos por recomponerse y mostrarse entera ante el resto. Porque ella había visto morir a su primo, y esa imagen no quería abandonar su mente.

Poco a poco, dio inicio a su proceso de sanación mental, impuesto por ella misma ante su deseo por dejar de preocupar a todos a su alrededor. No quería ser una molestia, pues eso era cómo se sentía, aunque le dijeran lo contrario.

Esta misión la estaba ayudando. Alejarse del centro del dolor hizo que todo cobrara otro ritmo. Fue como si estar en Konoha hubiera sido lo mismo que estar en medio de una multitud que se mueve rápido y bruscamente, mientras ella no hacía más que estar inmóvil y sin poder avanzar. Pero fuera de allí, con paisajes irreconocibles, intercambios verbales con personas desconocidas, y hasta la compañía de alguien que nunca pensó en tener, finalmente sentía que estaba dando unos pasos, aunque pequeños y débiles, lejos de ese estado adormecido, sofocante.

-Parece que estamos cerca.

El muchacho a su lado pareció sacarla de sus pensamientos cuando habló. En respuesta, solo asintió, para entonces regresar al silencio que se había vuelto presencia habitual entre ellos.

Puede que en un comienzo hubiera deseado viajar sola, pero la compañía inusual se dio de manera inesperada y no les resultó extraño el compartir el trayecto. Hacía diez días que se habían encontrado, y sin saber cómo, terminaron en la misma dirección. Al principio, ella creyó estar interfiriendo con su deseo de estar en soledad, pero a él no parecía molestarle. No estaba segura en qué momento se separarían, aun así, era bueno tener a alguien con quien intercambiar pocas palabras, y que, especialmente, no tuvieran relación con su estado de ánimo ni con la tristeza de la que quería despojarse.

Uchiha Sasuke era serio, callado, tranquilo. Y cuando hablaba, solía decir las palabras justas. A decir verdad, no tenía un concepto previo sobre él, pues no lo había conocido lo suficiente. Por eso mismo, le había costado encontrar la forma de tratarlo los primeros días. Ahora, por otra parte, se sentía más cómoda.

A su vez, pensaba que él no sabía nada sobre ella, hasta que una noche esa idea resultó ser refutada.

Bajo un árbol, en su campamento improvisado que consistía en dos bolsas de dormir, un pequeño fuego y dos personas observando en silencio las llamas, fue ella quien habló primero:

-Alejarse de todo... ¿le ha hecho bien?

Aferró entre sus manos el envase que decidieron usar como taza. El líquido en su interior estaba un tanto tibio, pues el clima casi primaveral no obligaba a uno buscar mantener el calor del cuerpo.

Los segundos pasaron, como también los minutos, y eso le hizo preguntarse si en verdad había pensado esas palabras en vez de hablarlas. Pero, entonces, él respondió:

-Depende de cada uno; del momento esté atravesando. Yo me alejé en dos ocasiones, y debes estar al tanto del mal que causó la primera vez.

Solo asintió, no creía acorde continuar el tema que había asomado con su respuesta. Si bien no conocía todos los detalles de su huida de la aldea en busca de venganza, era un hecho que estar fuera varios años acrecentó su desestabilidad emocional a un punto tal que incluso lo llevó a participar del inicio de una guerra.

-Pero dicen que luego de una tormenta, llega la calma.

Esa fue su forma de decir "Ahora estoy bien".

.

.

Los días siguieron su curso, y de vez en cuando hablaban un poco más de ellos mismos con el otro. Incluso, ella se había ofrecido a ayudarlo cuando cambiaba las vendas que ocultaban el muñón del que había sido su brazo izquierdo. Una sorpresa para ella fue enterarse de que él sabía sobre su confesión a Naruto, y dicho en el momento exacto en que estaba envolviendo la herida, lo que produjo que, en su nerviosismo, apretara con mayor fuerza de la necesaria.

-Lo-lo siento. ¿Le ha dolido? Le-le faltaba poco para sanar por completo. Yo... espere. A-a ver.

Rápidamente, deshizo su trabajo y se fijó si había abierto alguna herida, o cortado la circulación. Algo debió pasarle porque había siseado muy por lo bajo ante el apretón inesperado. Tocó la piel de su compañero, esperando no encontrar algo malo, pero la realización de que se había tomado la libertad de tocarlo sin permiso, hizo que quitara la mano y se disculpara.

Mientras su nerviosismo previo hacía equipo con la aparición de la vergüenza, él la miraba en silencio. No había nada que perdonar porque ella no sabía que no tenía sensibilidad alguna en esa parte de su cuerpo. Las heridas, a su vez, ya habían cicatrizado, y un simple apretón hecho por una venda no haría que su brazo se desprendiera o cayera, como ella hacía pensar que pasaría con semejante reacción.

Tampoco entendía el porqué de ese actuar. Solo había mencionado al ninja rubio por algo, lo que le recordó que este le había contado qué cosas habían pasado en su ausencia y, entre ellas, que una chica se le había confesado. Estos intercambios se dieron seguidos, aunque él lo intentara, estaba o postrado en una camilla, esperando su alta del hospital, o encerrado en una celda, a la espera de una condena. Lo único que podía hacer era escuchar a quienes lo visitaran, y en cierto punto, la identidad de la desconocida finalmente fue dada a conocer cuando su nombre fue mencionado.

No pensó que sus palabras podrían ser interpretadas de una manera distinta a la esperada. No estaba acostumbrado a relacionarse con otras personas; de a poco estaba aprendiendo a tratar con el resto. En este caso, ¿debería disculparse? ¿O al hacerlo la haría sentirse mal?

Pensando en qué hacer, entonces se quedó inmóvil. Cuando ella tocó la cicatriz de su brazo, ese que sabía bien que no debía sentir nada, lo descolocó al sentir el tacto de sus dedos.

Decidió callar, más aún cuando ella sacó (quien sabe de dónde) lo que parecía un ungüento y comenzó a aplicárselo, sin dejar de disculparse.

"No se siente tan mal", pensó, y dejó que continuara con lo suyo.

.

.

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Nota:

Hello, he vuelto más tarde de lo esperado, jajajaja.

En este caso, les traigo la temática del día... atenti, TRES. JAJAJAA. Sí, me río, porque en el momento que estoy escribiendo esta nota estamos casi entrando al día seis. Me disculpo (?). Aunque, en mi defensa, es muy difícil publicar tan seguido, con poco tiempo para pensar en una trama.

Les cuento que para esta parte tenía pensado incluir las temáticas de los días 3, 4 y 5, por eso lo iba a subir hoy, pero bueno, las cosas no se dan como una quiere, y esto es lo que tienen. Igualmente, no me quejo, porque me gustó bastante lo que salió.

Bueno, aquí les dejo el día tres, el cual tenía como temas "The imperial court" (La corte imperial) o "Addicted to your touch" (Adicto/a a tu toque). Como podrán ver, la que usé es la segunda, aunque de manera bastaaaante sutil, pero como dije antes, es lo que salió jajajaaja.

Para mañana, seis de agosto, tengo pensado escribir (si no me sigo atrasando) los temas de los días 4 y 5, y capaz pueda incluir del 6, veremos qué se me ocurre. Tengo una idea y me parece hermosa (modestia aparte), pero como dice el dicho: "del dicho al hecho hay un gran trecho". Así que ni idea si me saldrá como deseo. Ojalá que sí.

Y ahora, me despido. Espero que les haya gustado.

Besitos, y cuidense.

KonohaaGirl 💕

Una mejor versión, de ti y de mí [SHMonth 2021]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora