Sinsentido

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En una habitación casi oscura, lo único que sus ojos se permitían ver era el techo que la luz de la luna alumbraba. El silencio, por su parte, no era absoluto, pues voces lejanas se hacían oír por las calles.

Todavía seguía en esta aldea. Habían pasado dos días desde el festival. Dos días desde que se dispuso retomar su camino, pero aquí estaba, tirado sobre una cama que apenas había abandonado en toda la tarde.

Algo no estaba bien con él. Había empezado a actuar en contra de su comportamiento habitual. De no ser así, ¿por qué estaba evitándola...? Lo que inició como una breve compañía, se había extendido a casi tres semanas de no poder irse. Porque le costaba decidir cuándo partir.

Al llegar a este lugar, ella le había preguntado si tenía en mente su próximo destino, y lo único que vino a su mente fue la realización de que no tenía idea de qué hacer. Hacía días, desde que se habían unido en este viaje en conjunto, que no había pensado en lo que haría después de separarse.

Pensó en irse antes del festival, pero se encontró ayudando a los aldeanos. Pensó en irse ese mismo día, pero se sentó bajo un árbol a observar el paisaje hasta caer la tarde. Y esa noche, mientras caminaba entre los diversos puestos, decidió que ya no había nada que lo retuviera. Estuvo a punto de abrir su boca para comunicárselo a ella, pero no pudo decir nada al verla: estaba sonriendo, sin darse cuenta. Miraba a la gente que los pasaba, a los niños correr y reír de aquí y allá, a las personas en los puestos saludarla al verla pasar. Por sobre su oreja, persistía la flor que él había colocado. En su mente, pospuso su partida, y siguieron caminando hasta casi la medianoche.

Y al dormir, tuvo un sueño extraño.

Una muchacha, vestida con un kimono gris, corría por un campo de flores. No podía ver su rostro, pero el largo de su cabello oscuro le recordaba a cierta persona. En eso, ella se detuvo bajo un árbol de cerezo y sonrió cuando un chico salió de atrás del tronco. Lo abrazó, y el viento leve que se levantó hizo que los cabellos de ella se mezclaran con los de él, también largos y castaños. La imagen fue interrumpida cuando en su hombro sintió una presión. Giró a ver, para encontrar a su hermano.

Itachi sonrió, más no dijo nada. Y cuando comenzó a alejarse, tomó su brazo para detenerlo.

-No te vayas... hermano.

Se sorprendió con lo temblorosa que sonó su voz. Nunca pensó que un tono así saldría de él. Tampoco, que alguna vez aferraría con tanta fuerza en su mano a alguien como ahora mismo lo hacía. Pero su hermano, como si no sintiera la presión, y no le fuera difícil deshacerse de ella, golpeó gentilmente su frente y se separó de él, riendo. Al verlo alejarse, distinguió dos figuras de lo esperaban. La luz del sol no lo dejaba ver con nitidez sus rostros, pero los contornos le decían que eran un hombre y una mujer, y ella parecía saludarlo con la mano.

Quiso dar un paso hacia ellos, alcanzarlos, pero sus pies estaban clavados sobre el suelo.

-Espera... ¡Esperen! ¡No se vayan!

Continuó con su intento por moverse, pero cuanto más lo intentaba, y más fuerza aplicaba, su cuerpo más quieto y rígido se ponía. Se estaba entumeciendo, y poco a poco perdía toda sensación. Su voz se acallaba, su vista se oscurecía, un silencio lo envolvía. Quería decirles que se quedaran, que lo dejaran acercarse, o por lo menos que mostraran sus rostros.

Ya no sentía nada, todo se volvió oscuridad. El viento no soplaba, las flores no perfumaban, el paisaje no estaba...

Un pequeño tirón lo devolvió a la luz. Su mano había sido tomada por otra mano, haciendo que pudiera volver a moverse. El toque de esta era gentil, pero firme, y le otorgaba cierta calidez. En ese momento, era consciente de todo a su alrededor nuevamente. Frente a él, las tres figuras habían desaparecido, el campo de flores se veía más colorido, y la luz del sol tocaba su piel. Todos sus sentidos parecieron resurgir con ese toque. A su lado, un par de ojos perlados lo observaban. Sonriente, ella tiró de él para empezar a caminar; su kimono transformado de gris a blanco, y en su cabello, una flor de cerezo.

Avanzaba feliz y radiante, como si el lugar le perteneciera y supiera hacia dónde ir. Como si fuera su jardín personal, y reinara sobre él.

Y la siguió sin excusas.

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Cuando despertó, sintió que debía irse cuanto antes.

Pero, dos días después, seguía aquí. Y ahora estaba sobre su cama, en una habitación oscura, mirando el techo. Pensando que algo no estaba bien con él.

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Nota:

Hola, gente. ¿Cómo han estado? Yo... intentando escribir este capítulo durante semanas jajajaa.

Me ha costado pensar un nuevo capítulo en base a las siguientes temáticas del Sasuhina Month, y tanto pero tanto me costó, que vamos por el día 23 y yo escribiendo lo del día 5 y 6... Pero bueno, ya me dije que no quería estresarme por ir al día. Quiero disfrutarlo, y crear algo con lo que esté conforme, y no ir a las apuradas e inventar cualquier cosa. Y estoy satisfecha hasta el momento por cómo llevo la historia, así que con eso soy feliz, y que tome el tiempo que tenga que tomar.

En este capítulo les traigo las temáticas "Queen of the Garden" (Reina del Jardín) y "The Special Senses" (Los Cinco Sentidos). Aunque aparecen de forma sutil, lo hacen jajajaja. Es que cuesta bastante hacer esto, me defiendo.

Bueno, de esta combinación, pensé bastante el título, y me decidí por "Sinsentido", es decir, algo que carece de lógica y sentido común, y que es algo por lo que Sasuke pasó en este momento, puesto que no entiende qué le está sucediendo.

Espero que les haya gustado. Ahora, a pensar cómo sigue... creo que lo haré con las temáticas a partir del día 9. Ya veremos.

Hasta la próxima, que será... no lo sé. Espero que pronto.

Besitos,

KonohaaGirl 💕

Una mejor versión, de ti y de mí [SHMonth 2021]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora