III. Perecer

6 4 7
                                        

Ella solo lloraba de impotencia, de tristeza.

La guerra separaba a un marido de su mujer. A un padre de su hijo.

Ahora, sería premiado como un héroe en el Valhalla. Y tal vez, finalmente él le conocería.

Pero Eir alejó aquellos egoístas pensamientos, porque no podría salvarle ni devolverle a su familia cuando había prometido protegerlos siempre.

Había fallado.

—Descansa, mi amor —murmuraba—. Se reunirá con vuestros hermanos. Será recibido con un enorme banquete. Odín chocará copas en vuestro honor —Acariciaba sus facciones con delicadeza—. Yo protegeré a vuestra señora. Velaré por vuestro primogénito. No temáis, amor mío; que mientras permanezca a vuestro lado, nada podrá dañaros nuevamente.

Entonces, le besó.

La diosa Eir besaba labios humanos.

Y al mismo tiempo, sellaba una promesa que jamás quebrantaría.

Voces Irrevocables Donde viven las historias. Descúbrelo ahora