Capítulo Único

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Hanagaki Takemichi era un héroe, un héroe llorón para ser más exactos, pero héroe al fin y al cabo. El Takemichi de 26 años que pasó toda su vida huyendo, atrapado día a día clasificando películas en una pequeña tienda antes de largarse al desastroso y solitario apartamento que lo esperaba, jamás se le hubiera pasado por la cabeza el llegar a recibir un título como ese. Sin embargo, el Takemichi actual, el que había se había sometido a tantas líneas temporales, cruentas peleas y brutales golpizas con tal de proteger a quienes ama, se vio asimilando poco a poco ese apodo hasta sentirse en cierta medida orgulloso de el.

El último viaje había sido estrepitoso y tan tapado de obstáculos que sentía que a cada paso que daba la espalda que perseguía solo se escapaba más de él, que la mirada y la sonrisa que tanto anhelaba ver en su presente se perdería para siempre. Pero se lo había prometido a sí mismo, en parte también porque ya no se creía con la fuerza de volver a ver a Mikey muriendo en sus brazos. Fue una promesa, una determinación que pudo haberlo hundido en lo más profundo sin posibilidad de respirar nuevamente. No obstante, se negó a soltar aquella mano que se había extendido para ayudarlo en incontables situaciones, aún si la misma podía acabar por ahogarlo también.

Es por eso que nadie tampoco pudo reclamarle nada cuando las lágrimas corrieron sin consuelo por sus mejillas cuando regresó a su tiempo, cuando vio cruzar por el umbral del local en el que todos parecían haberse reunido a la única persona por la que había sido capaz de abandonarlo absolutamente todo. El Mikey de 27 años solo alcanzó a reírse ligeramente con la nostalgia de verlo llorar antes de ser rodeado en un fuerte abrazo que no daba atisbo a dejarlo ir nunca más.

Habían sido ya algunas semanas de eso, Takemichi había pensado que al fin podría disfrutar al 100% de este futuro que había logrado con tanto esfuerzo. Gozar de las conversaciones sobre gatos de Chifuyu, del talento en la peluquería de Akkun, de las risas en el restaurante de ramen de los hermanos Kawata cuando se reunían todos los ex miembros de Toman y, por supuesto, el matrimonio con su primer gran amor de secundaria...

O, al menos, eso era lo que creía.

—¿T-terminar?— Repitió con el rostro descompuesto sin saber muy bien cómo reaccionar, la poca agua que había podido ingerir atascándose en su garganta, impidiéndole hacer más que soltar un suspiro lastimero parecido al que las mascotas de la tienda de Chifuyu hacían cuando él o Kazutora se marchaban. Aunque denle un respiro, se supone que venía a acordar los últimos detalles de su pronta boda y ahora resultaba que no habría novia.

La castaña frente suyo levantó la comisura de sus labios en una sonrisa dulce, aunque la dirección de sus ojos se mantenía ligeramente baja. Sintió sus pies mecerse con delicadeza bajo la mesa del café donde habían quedado, un mechón rebelde de su largo cabello resbalando de su oreja antes de que volviera a acomodarlo con una parsimonia que era completamente contraria al caos mental que era Takemichi en ese momento.

—Takemichi-kun siempre has sido tan despistado— Hina mencionó manteniendo la dulzura de su sonrisa, sus iris elevándose con un brillo ligeramente divertido, además de otro sentimiento que no alcanzó a dilucidar—. También muy amable, tanto que muchas veces te olvidas de ti mismo...

El azabache se sentía completamente perdido en la conversación. ¿Lo estaba halagando antes de dar el zarpazo final? ¿Iba a acabar con él con el legendario "no eres tú, soy yo" al final de su oración? ¿Era su culpa? Tal vez debió prestar más atención a los detalles de la boda, en vez de prácticamente seguir a Mikey todos los días para que cumpliera con sus sesiones de psicoterapia y nada a su alrededor pudiera llevarlo por el mal camino.

—Lo siento, Hina, pero no estoy entendiendo nada— Optó por ser honesto, bajando la cabeza sin dejar de revolverse los cabellos ante la mirada de la chica, quien con cuidado tomó una de sus manos entre las suyas, depositando en ella el pequeño anillo que unía su pronto compromiso.

¿Mi felicidad?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora