Capitulo#7

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(Narrado en tercera persona)


Él estaba allí donde comenzó todo, donde le dieron aquella misión llena de riesgos y tentaciones.


Volvía a aquel templo sagrado, de arquitectura única, bajo aquella cúpula sostenida por inmensas paredes de marmol blanco e impoluto, que está vez estaba iluminado sólo por la tenue luz que desprendían cientos de velas.


Volvió su vista al frente encarnado a sus superiores, aquellos hombres que han regido a los ángeles durante siglos.


El Consejo Divino estaba ante sus ojos; así se les designó a aquel grupo de arcángeles que ponían orden y dictaban sentencias.


-Guerrero, acercarte y di a qué has venido. - Hablo Azrael el líder, el más viejo de todos, el ángel de la muerte, pero que aquel oficio quedó heredado su hija Eris, la única que fue su amiga, desde que él llegó allí, a aquel lugar totalmente desconocido.


-Tengo avances, sobre la misión, que espero sean de vuestro agrado Mi Señor. - Dijo él acercándose poco a poco.


-Tienes nuestra atención joven misionero. - fue el turno del arcángel Raziel, el segundo al mando, el ángel de los secretos, con sus brillantes alas azules desplegadas y su túnica de un tono distinto del de sus alas. Era impresionante como estas resaltaban de entre las demás.


-Bueno... he conseguido un libro, un manuscrito, que me ha dado pistas para poder encontrar al que se supone que es elegido o la elegida.- dijo muy confiado, respiró hondo y luego continuó -Y creo estar cerca de encontrarla.- dijo esto último observandolos fijamente.


-¿Cuán seguro estas de ello? - se aventuró a preguntar, el arcángel Miguel.


-Lo suficiente como para encontrarla antes de lo previsto. - Pudo advertir como la comisura del ángel Gabriel se elevó ante su respuesta.- Señor ¿puedo...hacerles unas preguntas?


-Adelante guerrero.- concedió, el arcángel Gabriel.


-Perdone si soy muy directo o demasiado curioso, pero...¿ qué ocurrirá con la persona elegida luego de ser encontrado?- formuló, escrutando con la mirada al Consejo Divino, para así por lo menos tener un indicio de que pasará luego de que él esté completamente seguro de que pueda ser ella.


-Guerrero, por el momento es más conveniente que desconozcas lo que ocurrirá, cuando llegue el momento nosotros te lo diremos, pero hasta entonces cumple con tu misión.- dijo con seriedad Azrael, incrementando así su confusión y por mucho que él se negara a aceptar su curiosidad y preocupación.


El chico con su ceño fruncido por la respuesta, no insistió, porque el sabía muy bien los líos en que se metería si exigía una respuesta, así que lo mejor que pudo haber hecho fue dejarlo estar.


Asintió sin muchos ánimos.


-¿Hay algo más de lo que debamos estar enterados joven misionero?- preguntó Raziel.


Él negó mientra respondía.


-No señor.


-Puedes retirarte, si has concluido.- dijo esta vez el arcángel Samuel.

Él hizo una leve reverencia y se dispuso ha encaminarse hacia la puerta e irse.


*

* *

Llegó hasta el pabellón donde el guardián de la puerta descansaba. Cuando estuvo allí, escuchó el estruendoso chirrido de la enorme puerta que conectaba el cielo y la tierra al abrirse, agudizó un poco la vista para poder ver mejor quien entraba por la puerta, Ezequiel el ángel que cuidaba la puerta, obstaculizaba su campo de visión por lo que camino hasta que dar al lado de él.


Sus ojos se quedaron allí observando a la persona que portaba aquella familiar cascada de cabello rojizo y unos llamativos ojos grises azulados.


La joven sonrió, supuso el porqué su amigo de toda la vida se encontraba allí en el cielo y no en la tierra ejerciendo su rol como Ángel guardián y cumpliendo a la vez su misión.


-Hola Key, es extraño verte por estos lados. -comentó la joven sin perder la sonrisa.


-Lo mismo digo Eris, aunque hace poco nos hayamos visto. -dijo él devolviendole el gesto.


-Supongo que has venido ha hablar con el Consejo ¿verdad?- preguntó avida de información, como siempre.


-Algo así. -espetó restandole importancia al asunto.- ¿ y vienes a hablar con tu padre?- trató de desviar el tema, devido a su reciente descontento.


-La verdad es que no, vine porque busco algo de suma importancia, pero nunca está demás ir a ver cómo está todo.-dijo.


- Bueno pues... ya me tengo que ir y antes de marcharme quiero darte las gracias por facilitarme el manuscrito, me fue da gran ayuda.


-No hay por qué, cuidate otro día seguimos la conversación.- sonrió la pelirroja.


-Claro,cuenta con ello. -comentó el ojiazul con una pequeña sonrisa ladeada.


Luego de culminar su pequeña conversación él se giró y cruzó la puerta.


*

* *

Ahora estaba allí observando desde la oscuridad, como la joven castaña subía a su auto dirigiéndose a un destino totalmente desconocido para él pero no imposible de averiguar y de paso protegerla.


Él aún no estaba del todo seguro de que ella sea la indicada pero echaría las manos al fuego por ella, las pistas que tenía no eran concretas y no todas eran visibles ni fáciles de detectar.


Lo único que debía tener en cuenta es que él está en peligro de perder y caer en las redes de la tentación y la lujuria, y que aquella misión no le sería nada fácil.

El Secreto de un AngelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora