¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
SI ALGO CARACTERIZABA a Cherry era el aire soñador que siempre la rodeaba, y su maravillosa habilidad de agradar y hacer felices a todos. Si tienes un mal día sólo unas palabras con la chica y tu humor cambiaba automáticamente.
No era nada parecida a la mujer fría y calculadora en la que su madre se convirtió al despertar del hechizo de sueño en la que se consumió por culpa de la manzana envenenada. Físicamente eran dos gotas de agua, el cabello tan negro como la noche, su piel tan blanca como un día de invierno, su cara redonda e infantil adornados de unos rojizos labios cautivaban a cualquiera que la viera.
Y su corazón era tan puro como el de ninguno. Ella era capaz de defender a un inocente con fiereza, y al mismo tiempo seguir con ese aura de inocencia que la rodea.
Es por eso que ella fue la primera persona a la que Ben le contó su primer proclamó como rey. Él sabía que, si alguien lo iba a apoyar, era ella.
—No puedo creer que lo apoyes en esto, Cherry —se quejó Audrey por milésima vez.
La pelinegra se encontraba organizando los preparativos para la bienvenida, ya que muchos no estaban de acuerdo con el proclamo, ella se ofreció para asegurarse de que nada saliera mal o lo sabotearan. Y tanto la hija de Aurora como el hijo de Cenicienta no dejaban de seguirla con sus innumerables quejas.
—Audrey, esos chicos no tiene la culpa de lo que hicieron sus padres, merecen una oportunidad —habló con voz suave, en un intento de mantener la calma.
—¿Cómo puedes estar tan calmada? —la miró incrédula—. ¿No saben quiénes van a traer? ¡Las hijas de Maléfica y la Reina Malvada!
—Y los hijos de Cruella De Vil y Jafar. Lo sé, yo lo ayude a decidir a quienes traer —permaneció con su voz suave dándole una mirada de soslayo, para después responder a la pregunta de Jane—. Los colores predominantes serán el azul y amarillo, por supuesto.
—¿¡Te das cuenta de lo que acabas de decir!? —la paciencia de Cherry siempre fue uno de sus mejores atributos, pero si algo la podía hacer flaquear, era Audrey—. ¡Si tu madre se entera...!
—Ella sabe que estoy de acuerdo, casi se vuelve loca y estoy segura que está muy decepcionada —un brillo de tristeza floreció en sus ojos, pero rápidamente se recuperó y dio paso a la calma de siempre—. Pero no cambiare de opinión, ellos no se merecen estar en ese horrible lugar.
Y sin darle oportunidad de responder, apresuro su elegante caminata dejándola muy ofendida en el mismo lugar.
