Capítulo 2: ¡Secreto de hermanos!

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Thomas, un chico de veintisiete años, él y su hermana son algo parecidos. Su cabello es rizado y algo rojizo, tiene unos hermosos ojos celestes y su piel es tan blanca como la nieve. Es un chico atractivo tanto físicamente como sentimental.

Hace algunos meses nuestro joven príncipe descubrió el amor en la ceremonia de bienvenida a los nuevos ¨empleados¨ de la familia real, como él solía llamarlos. Esa persona también clavó sus ojos sobre el joven. ¿Quién no admiraría a un chico joven, apuesto y con una gran personalidad? Él definitivamente heredaría el trono, tenía la capacidad de liderar si era necesario. Lo negativo de la persona en la cual se fijó el príncipe es que eso sería un amor imposible, sin embargo, como todos a Thomas le gustaba probar lo prohibido y estaba dispuesto a comer del fruto prohibido, con o sin restricciones.

Cuando era un pequeño niño, Thomás compartió con Amelie, siempre jugaba con ella debido a que su madre ya no estaba presente y no era algo que a él le molestara hacer. Jugar con su pequeña hermana era divertido. Cuando la reina Ana murió, Ricardo descuidó a sus pequeños hijos, les faltó atención de su parte. Era entendible, su amada esposa acaba de morir y tenía un reino que proteger, cargaba con tantas cosas. Pero, descuidarlos fue un completo error, su pequeño hijo sufrió abuso por parte de un caballero encargado del cuido de él.

Hace 15 años...

Un día común como cualquier otro, el rey había salido por múltiples motivos, tenía que arreglar algunos asuntos fuera del castillo y sus pequeños niños había quedado en el castillo con sus caballeros a cargo.

Ambos pequeños se encontraban en una habitación jugando mientras que ambos caballeros cuidaban de los niños.

-Oye, debo ir a cumplir con mis necesidades y ambos niños están juntos. ¿Puedes vigilarlos mientras regreso? -dijo uno de los caballeros mientras mantenía su mirada fija sobre el niño.

-Claro, ve. -asintió escondiendo una sonrisa perversa tras su armadura.

-Amelie, ahora regreso, pórtate bien. -dijo Felipe, el caballero a cargo de Amelie.

-Sí, lo haré Felipe. -asintió la pequeña mientras sonreía.

El hombre salió de la habitación y el otro quien deseaba a la pequeña hija del rey, comenzó a quitarse la armadura, era un trabajo difícil, sin embargo, lo consiguió. Se acercó a la pequeña niña con malicia y comenzó a meter su mano entre sus bragas. El niño al ver lo que el hombre estaba haciendo jaló a su pequeña hermana y la abrazó.

- ¡Déjala en paz! -gritó Thomás.

-Has silencio, Thomás o te tomaré a ti. -amenazó el viejo hombre.

-Hazme lo que quieras, pero deja a mi hermana en paz. -habló con menos volumen que antes.

El viejo hombre sacó su arrugado pene y obligó al niño a chuparlo, mientras la niña los miraba con lágrimas en los ojos. El pequeño Thomás no podía hacer nada más que contenerse por miedo a que lastimaran a Amelie. Cuando el hombre acabó en la boca del niño volvió a ponerse su armadura y se quedó parado esperando a que regresara su compañero mientras los niños se escondían asustados bajo la cama.

El abuso por parte de León hacía Thomás duró por meses hasta que una de las encargadas de la limpieza lo encontró, él intentó callarla, pero la mujer, mejor conocida como Catalina corrió hacia el rey y le confesó lo sucedido. El maldito pervertido pagó por todo el daño que le había causado al pequeño, fue torturado hasta el día de su ejecución y cuando este día llegó fue colgado hasta que el aire le faltó y murió.

En la actualidad...

Desde entonces, ese horrible recuerdo fue bloqueado por la mente de Amelie y de Thomas, el joven príncipe había desarrollado un asco hacía los caballeros, él no sabía la razón, pero el sentimiento persistía. Hasta que lo conoció, Carlos, uno de los caballeros que ingresaron al castillo el mismo año en que ingresó Scott, había llamado la atención de Thomás, se podría decir que el sentimiento era mutuo, ambos chicos se atraían y ambos sabían que eso estaba mal, tanto para la familia real como para el reino en su totalidad. Era un sentimiento inevitable, para su suerte a Carlos le tocó el cuido de Thomás.

¨-¡Hola, príncipe, soy Carlos y a partir de hoy estaré a cargo del cuido de su persona!¨, recordó Thomás el primer día en que ambos se conocieron y tuvieron un acercamiento.

-¡Thomás, cariño! ¿En qué piensas? -preguntó Carlos al ver cómo su mirada se perdía en un punto fijo y sonreía al mismo tiempo.

-En ti, amado mío. -clavó sus ojos sobre los de su pareja mientras le sonreía y al mismo tiempo sostenía su rostro entre sus manos.

-¿En mí? -sonríe y lo besa.

- Sí, Carlos, pienso en lo mucho que te amo, me agrada tu presencia, pienso en como sería nuestra vida si pudiésemos estar juntos sin que nos hagan daño por amarnos. -le dio un último beso para luego arrecostarse en su pecho.

Ambos chicos se quedaron dormidos tras su corta conversación. Esta mal visto que dos hombres estén juntos, era una enfermedad o un demonio desde el punto de vista de la sociedad.

Cuando el sol comenzó a entrar por la ventana de la habitación del príncipe, él y su pareja se despertaron conmocionados, la hora de que Carlos regresara a su habitación había pasado y en cualquier momento aparecería la encargada de la limpieza.

Ambos chicos se levantaron conmocionados por la situación en la que se encontraban, lo que sucedería con ellos si alguien los descubriese. Comenzaron a colocarse sus prendas con rapidez y justo cuando Thomás iba a salir para vigilar que no hubiera nadie cerca, Amelie apareció por la puerta, dándoles un gran susto.

-Entonces... Mis sospechas resultaron ciertas. -se cruzó de brazos frente a la puerta de la habitación de su hermano mayor.

-¿A-a qu-qué te refieres, hermanita? -sonríe nervioso.

-Thomás, sabes que a mí no se me pasa ningún detalle. ¿Cierto? -cuestionó tras entrar en la habitación y cerrar la puerta tras ella.

-No entiendo de qué hablas, Amelie. -trató de eliminar rastros de miedo o pánico en su tono de voz y forma de actuar.

-Ustedes dos, están juntos. -sonrió con amabilidad y luego continuó: -Hermanito, eres igual que papá, fácil de descifrar. 

- ¿A qué te refieres con que estamos juntos? Estás sacando conclusiones adelantadas, Amelie, nos podrías meter en problemas por esa clase de acusaciones. -su tono cambió a uno muy molesto.

-No saben disimular lo que sienten entre ustedes, además, Carlos... -continua sonriendo mientras habla. -¡Olvidas tu ropa interior! -comienza a reír al ver la reacción del chico.

Carlos se alteró y corrió a tomar su ropa interior para luego esconderla tras su espalda.

-Bien... -resopla. -¿Podrías guardar el secreto? 

-Claro, no tienes que pedirlo hermano. Te amo y quiero que seas feliz. -se acercó a Thomás y lo abrazó fuertemente. -Sólo quería estar segura de lo que ya sabía. En cuanto a ti... -señaló a Carlos mientras fruncía el ceño. -Si le haces daño, te torturaré y asesinaré lentamente. -hizo una seña de amenaza.

Tras esta conversación intensa y entretenida la chica salió de la habitación de su hermano y tras asegurarse de que no hubiese nadie en el lugar para que Carlos pudiera ir a su habitación a cambiarse. Regresó y dijo:

-Ya puedes irte, Carlos. -asomó su cabeza y les guiñó el ojo.

-¡Gracias! -sonrió Thomás con algunas lágrimas en sus ojos. 

-No te preocupes. -salió y se fue a su habitación donde la esperaba su amado caballero aún en la cama. 

¨¿Porqué es tan difícil estar con la persona que amas?¨,  pensó Amelie al ver como ella y su hermano debían ocultar a las personas que amaban por miedo.

-¡Te amo! -dijo Carlos para luego acercarse a Thomás y tras tomar su rostro entre sus manos, depositó un gran beso en sus labios para luego salir tan rápido como pudo. 

Thomás sintió una gran alegría al ver que ese chico lo trataba con tanto amor, se acostó en la cama y comenzó a abrazar  las sábanas y a sentir el olor que yacía en ellas.



Reencarnación.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora