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A la mañana siguiente cuando Jaehyun despertó, se levantó de la cama ajena casi al instante, ya que no quería permanecer más allí. Sentía como su cabeza dolía en demasía, sus ojos se notaban con extremo cansancio, además de sus párpados pesados que lo incitaban a continuar durmiendo mínimo dos días más.

No había podido dormir en casi toda la noche anterior, y estaba seguro de que si se miraba en un espejo o alguien lo veía, iba a notarse a la perfección que la hinchazón de sus ojos se debía más a que había estado llorando más que por haber descansado mal.

Con rapidez tomó su ropa original para comenzar a vestirse, observando por última vez aquel pijama de perritos y el suéter que su menor le había prestado para no pasar frío. No quería comenzar a llorar otra vez a estas horas de la mañana pero realmente todo le hacía mal, todo lo hacía sentirse triste.

Sin hacer ruido creyendo que Jibeom estaba durmiendo, bajó las escaleras listo para irse. Aún recordaba cuando se dirigió a la cocina en la madrugada por un vaso de agua y vio a Jibeom durmiendo plácidamente en aquel comodo sofá. No quería parecer un acosador pero no mentiría, se quedó observándolo por unos cuantos minutos, a la vez que su corazón palpitaba con fuerza dentro de su cuerpo. Cada día confirmaba más su enamoramiento por ese chico, y eso lo tenía más que preocupado.

Al llegar al último escalón iba caminando con decisión hacia la salida, hasta que una familiar y adormilada voz lo detuvo en seco. Solo volteó cerrando un poco sus ojos, lo que menos quería era que el dueño de sus sueños y pesadillas estuviera despierto, pero para su mala suerte, un confundido Jibeom lo observaba de brazos cruzados parado justo en el medio de la sala.

—¿Jaehyun? ¿a dónde vas tan temprano? —fue lo primero que el pelinegro logró escuchar.

—Ah y-yo, iba a mi casa. —contestó dedicándole una corta mirada, para luego desviar la misma hacia otro lado. Su cuerpo aunque él mismo no lo notase, temblaba de todas las formas posibles.

—¿Tienes frío? puedes usar mi suéter, te lo regalo. —le sonrió su contrario.

Si seguía mirándolo de esa forma Jaehyun podría jurar que caería muerto ahí mismo. No entendía como podía verse tan perfecto aún recién despierto.

—¿por qué piensas que tengo frío? estoy bien, ya me voy, permiso. —dio media vuelta tratando de evitar contacto alguno con el menor, pero este volvió a hablar.

—Estás temblando, de verdad yo siento que algo te pasa. Normalmente no eres así ¿hay algo que te tiene preocupado?

—No, Jibeom, de verdad estoy bien. Solo no dormí bien anoche y quiero descansar en casa hoy ¿sí? no debes asustarte por nada. —le sonrió de la mejor forma que pudo y sin más salió disparado de aquella casa, dejando al propietario con la palabra en la boca.

Jibeom sabía que le mentía, lo sabía perfectamente.

¿Jaehyun se sentía mal por tratar así a su mejor amigo? la respuesta es más que obvia, le destrozaba el corazón, pero él creía que era la única forma de olvidarlo que tendría.

Mientras tanto Jibeom sin estar ni si quiera un uno por ciento convencido, se dispuso a averiguar cuál era el problema que atormentaba a aquel angelical chico.

Se lo había propuesto y lo iba a cumplir. Pero si tan solo supiera que tenía la respuesta más cerca de lo que pensaba.

En ese mismo momento que su mayor cruzó la puerta hacia la salida, este agarró su celular para marcar el número de Youngtaek. Sabía que ambos eran las personas de confianza de Jaehyun, por lo tanto tenía esperanzas de encontrar al menos una pista que lo ayudara a descifrar el gran enigma de lo que estaba sucediendo.

heterosexual ↷bongbeomDonde viven las historias. Descúbrelo ahora