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Las cosas entre Jaehyun y Jibeom luego de esa charla nocturna estuvieron un poco mejor que antes. No se veían tan seguido debido a los entrenamientos del menor, pero siempre que tenían tiempo lo pasaban juntos, aunque últimamente Jibeom estaba algo distante. Nadie sabía que era lo que le pasaba, y tampoco se veían demasiado como para saber que era lo que rondaba por sus pensamientos.

El día de hoy Jaehyun había recibido por fin un mensaje de aquel chico que tan mal lo traía, pero no se alegró para nada al leer lo que este le decía. Ya que tuvo que salir a toda velocidad de su casa para dirigirse a la del contrario. Afuera estaba nevando, pero eso poco le importó, así se estuviese cayendo el mundo, iría para hacerle compañía. El menor estaba enfermo, y esta vez sería real lo de quedarse a cuidarlo porque volaba de fiebre.

En menos de diez minutos estaba parado frente a la puerta de Jibeom, esperando a que este se tomara su tiempo de abrir. Los copos de nieve caían con lentitud sobre su cabeza, hombros, y hasta en sus pies, se estaba helando pero nada era un impedimento para ese corazón enamorado.

Cuando la puerta fue abierta, Jaehyun observó a la persona del otro lado, se sorprendió al notar que no era el ladrón de sus suspiros, sino que era una figura femenina de estatura media. ¿quién era ella? no lo sabía, y tampoco iba a arriesgarse a preguntar. Porque por más que lo negara, en su interior sabía la respuesta, la cual no quería escuchar.

—Oh ¡hola! debes ser Jaehyun, Jibeom te está esperando en su cuarto, debo irme ¿puedes cuidar de él por mi? —sonrió con alegría aquella chica de cabellos azabache.

—Eh...si, claro. —fueron las únicas palabras que pudo pronunciar antes de que la desconocida saliera a paso rápido de la casa.

Se quedó debajo de la nieve por unos segundos, petrificado intentando descifrar de quién se trataba, pero solo estaba consiguiendo congelar su cerebro, así que optó como mejor idea entrar en el hogar.

La calidez recorrió su cuerpo de manera casi instantánea, haciéndolo entrar en calor rápidamente. Desenrrolló la bufanda de alrededor de su cuello y la colgó en el pequeño perchero de la entrada, acompañada después de su gran abrigo negro.

Subió las escaleras en busca de la habitación de su amigo, y al ingresar se sintió aún peor que cuando había llegado. La imagen que este mostraba frente a sus ojos era deplorable, sus ojos casi sin poder abrirlos, despeinado, más pálido que de costumbre y ni hablar de sus labios, que carecían de color alguno. Estaba destruido.

—¿Jaehyun? ¿eres tú? —murmuró sin mirar, estaba tan mal que no podía ni girarse.

—Por dios Jibeom, estás casi muerto. —se acercó automáticamente a él, inclinándose posicionando una mano sobre su frente, sintiendo como el calor de la misma lo atravesaba. —Estás volando de fiebre.

—El karma. —habló como pudo, ganándose una mala mirada del mayor.

—¿qué dices, tonto? Espera aquí, iré a buscar un paño con agua fresca. Estás demasiado tapado, eso te hace peor. —tomó el inicio del acolchado que tapaba el cuerpo del ajeno, pero su débil mano interrumpió su acción. Jaehyun lo miró confundido.

—Tengo mucho frío, déjalo.

—No, te hará peor, si quieres bajar la fiebre hazme caso, Jibeom. —continuó con su trabajo hasta dejar la tela hasta la cintura del más alto. —Ahora, espera aquí, y ni se te ocurra volver a taparte.

Salió de la habitación corriendo escaleras abajo, para así dirigirse a la cocina y abrir el mueble en busca en algún trapo limpio que pudiera usar. Al encontrarlo lo tomó y abrió el grifo, dejando correr un poco de agua, remojó el paño hasta que este estuviera empapado y volvió a subir.

heterosexual ↷bongbeomDonde viven las historias. Descúbrelo ahora