3. Estos Celos

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Pasó un poco más de un mes desde que Nori había comenzado a ir a la prepa del pueblo. Siempre que creía que ya lo había aprendido todo sobre su nuevo hogar, le salían con algo nuevo.

Casi se muere del susto una vez que se estaba bañando en una noche de tormenta, y de repente se fue la luz. Ni siquiera sabía que se podía ir la luz así de repente.

Por lo menos en la escuela le iba bien. No había tardado en ponerse al corriente con los temas que iban estudiando, pero ese no era su mayor logro. Lo que realmente le gustaba era que todos eran muy amables con él.

Ya no sentía que todos lo vigilaban de lejos todo el tiempo, pero esto se debía a que muchos se habían animado a ir a hablar con él.

Al principio Nori estuvo un poco desconfiado, pensando que era una especie de broma colectiva o algo parecido, pero pronto había descubierto que no. La gente de verdad estaba interesada en las cosas que él tenía para decir, sus opiniones, y en mostrarle cosas nuevas.

Una vez que sus nuevas amigas de la clase de arte se estaban pintando las uñas de negro en el salón, él preguntó si también podía intentarlo. Ellas le enseñaron como hacerlo, e incluso le regalaron el barniz.

También eran ellas quienes solían llevar a la escuela esas revistas de adolescentes donde aparecían los famosos. Nori no conocía a la mayoría al principio, pero lo que realmente le llamaba la atención de esto era la ropa que usaban. Así, sabía qué responder cuando la señora Holy le preguntaba qué clase de ropa le gustaría que le comprara.

Además, y esto era algo muy importante para Nori, le gustaba mucho cómo se veía su cabello. Antes, ni siquiera sabía que su cabello era ondulado, pues nunca le habían permitido dejarlo crecer lo suficiente para que se notara. Ahora su cabeza estaba llena de rulos rojos que apuntaban hacia varias direcciones.

El punto era que, cuando se veía al espejo, le gustaba lo que veía.

Sus padres siempre lo habían avergonzado por una cosa o por otra. Nunca lo dejaron expresarse de ninguna manera, y no conforme con eso, le habían dicho que debía sentir vergüenza de cosas de él que no podía cambiar, como el color de su pelo y sus pecas.

Nori siempre amó su pelo, aunque fuera en secreto, pero con la parte de sus pecas había estado de acuerdo. Siempre se habían burlado de él por culpa de las pecas.

Sin embargo, en su nueva escuela, muchas veces le habían dicho que sus pecas eran muy lindas, incluso había escuchado a un par de personas decir que ellas desearían tener pecas.

Quizás ninguna de estas personas se dio cuenta de lo feliz que hicieron a Nori.

Pero a pesar de que comenzaba a sentirse muy seguro con su aspecto y a darse cuenta de que no era un idiota como siempre lo hicieron sentir, todavía no podía dejar atrás todos sus traumas.

El Último BesoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora