HERMANAS

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Las rutinas son imprescindibles si eres una atleta, sobre todo si quieres llegar a ser la representante en la competición más importante que existe: los Juegos Olímpicos. Las hermanas Reche este año lo iban a lograr, después de quedarse a las puertas en el anterior y de no llegar dos años atrás. Este iba a ser sin duda.

La megafonía de la piscina anunció sus nombres, les tocaba salir para culminar su actuación en ese campeonato español y hacerse con el primer puesto. Alba y Marina se miraron, una sonrisa de la menor, siempre una sonrisa y a la piscina. En las gradas la madre contenía la respiración, estaba sola por petición propia, sus nervios la convertían en una persona poco tratable y prefería no tener que disculparse después. A pie de la piscina la entrenadora, la otra madre, Noemí Galera. Ella era la que las había llevado hasta ese momento, la que vio el talento en ese club de natación de Elche y convenció a la Rafi para que las llevase a Barcelona y ponerse a trabajar.

– Y aquí salen las hermanas, la promesa de la natación artística española, para la rutina libre han preparado un ejercicio arriesgado, con la canción Somebody Else del grupo The 1975. Saben que si ganan se aseguran la clasificación para los Europeos.

– Son muy buenas y estoy convencida que lo van a lograr, además están en un momento de forma indiscutible.

– Marina es un año menor que tú cuando competiste en tu primer europeo, Gemma y Alba... ¿qué se puede decir de la mayor de las Reche?

– Su potencial es infinito y mira lo que te digo, Julia si siguen así no descarto que lleguen a clasificarse para los Juegos de París.

– Ojalá sea así y la natación sincronizada, ahora artística, nos dé nuevas medallas en unos Juegos.

– Y aquí empiezan...

No había un alma en el lugar que no estuviera pendiente de ella, esa era su gran noche y estaba dándolo todo en el escenario. La mejor Cenicienta que se hubiera visto en muchos años, la más joven también. Sus giros sin perder la sonrisa provocaron una nueva ronda de aplausos y no era para menos, Natalia Lacunza estaba haciendo una actuación sublime. Esa noche iba a demostrarles a todos los que no confiaron en ella, empezando por sus padres, que lo podía lograr, se había convertido en primera bailarina de la Compañía Nacional de Danza y lo había hecho por méritos propios. Se acercaba ya el final, su gran final y solo ella sabía lo que estaba sintiendo. Cerró un segundo los ojos envolviéndose en la música, tomó aire y lo soltó lentamente experimentando una sincronía única entre el alma y la melodía. Se le escapó la sonrisa y sin una sola duda en su cuerpo volvió al escenario para culminar esa noche perfecta.

– Pues cómo era de esperar nuestras increíbles hermanas no han fallado y se colocan en primera posición.

– Qué ejercicio más alucinante, Julia.

– Ha habido un par de pequeños fallos en la ejecución, nada que no se pueda pulir de aquí a los Europeos.

– Y lo harán estoy segura.

– ¡Pues aquí está el futuro! Las hermanas Reche van a dar la sorpresa en Europa y si siguen así podrían optar incluso a medalla.

El portazo se escuchó desde el exterior de ese vestuario, Noemí cerró los ojos y tomó aire antes de entrar para controlar a la fiera. La Rafi le había pedido que fuera ella de avanzadilla, conocía demasiado bien a su hija mayor y la entrenadora tenía mejor mano para controlar su furia. Si por ella fuera la encerraba en su cuarto sin postre, pero claro, eso con Alba había dejado de funcionar a los tres años.

– Tata, en serio tienes que relajarte. – decía Marina sentada en uno de los bancos envuelta en su toalla – Acabamos de ganar y nos hemos clasificado para los Europeos.

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