VINO Y AGUA

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Gira, no bajes el pie y deja que tu cuerpo siga el movimiento. Gira, el foco siempre delante, sin dudas. Gira, la pierna te impulsa y comienzas de nuevo. Gira. Gira. Gira.

– ¡Gira!

Natalia despertó sudando, estaba en su cama, la que ahora era suya al menos, y no en ese escenario negro, no vestía el tutú blanco y no estaba haciendo pirouettes. Otra maldita pesadilla, una más en la que la danza era la culpable de su ansiedad, ¿acaso no había sido siempre al contrario? ¿Por qué ahora la torturaba así?

Se levantó, el día estaba ya despuntando y aunque no fuera así no podría volver a dormirse, mejor empezar ya con su rutina y de paso olvidar la pesadilla, si eso era posible. Cada vez eran más recurrentes, siempre lo mismo, ella vestida de primera bailarina en medio de un escenario negro y en su pecho la sensación de no poder dejar de girar.

– ¿Natalia? – Ici estaba en la cocina preparando el café – ¿Otra pesadilla?

– Pirouettes, sí. – dijo cogiendo una taza para que le pusiera también a ella su dosis necesaria.

– ¿Has pensado en lo que te dije?

– No tengo tiempo de ir a que un loquero me analice, además lo que me pasa es que necesito estar bien ya para regresar a los escenarios. – Ici rodó los ojos.

– ¿Y la oferta de Noemí?

– ¿Qué pasa con ella?

– ¿Sigues pensando que es una mala idea? – Natalia bebió de su café.

– Yo y Alba Reche, la cual me odia por cierto, nadando juntas y encima compitiendo. Sí, es una idea horrible.

Natalia salió rumbo a la terraza, siempre tomaba el café allí, le gustaba sentir el primer frescor matutino en su piel. Había pasado una semana desde que Noemí la abordara en la piscina con esa absurda proposición, hacer una prueba con Alba para ver si podían nadar juntas, es que lo pensaba y le daba la risa. Ni en mil años volvería a meterse en una piscina para competir, eso sería como admitirle a su padre que tenía razón, que su futuro no estaba en la danza sino en el agua y no estaba dispuesta a ceder en eso.

– Yo no creo que sea tan horrible. – dijo Ici siguiéndola.

– ¿Y por qué no a ver?

– Primero, porque no sabemos cuándo podrás volver a bailar.

– Tu dame las zapatillas de ballet y yo te demostraré que puedo. – Ici contuvo la respiración y las ganas de mandarla a la mierda, algo que también estaba siendo recurrente la última semana.

– Segundo, porque en el fondo te encanta nadar y solo lo dejaste porque eres una cabezota.

– Lo dejé porque no quería ser como mi padre, obsesionado con ganar a toda costa.

– Que nades no te convierte en tu padre. – Natalia miró a su amiga con advertencia – Él se quedó a medio camino de cumplir un sueño y pasó su frustración a su hija, estuvo mal, no te lo voy a discutir.

– Exacto.

– Pero negándote a, por lo menos probar, en el fondo estás actuando igual que él. – Y allí llegó, la puntada que dio en la diana del límite de la paciencia de la morena.

– ¡No soy mi padre! – Dejó la taza en la mesita que tenía al lado con tanta fuerza que la mitad del contenido cayó fuera – Nunca seré como mi padre. – Masticó cada una de las palabras antes de levantarse de la silla para acabar con esa conversación.

Ici la vio marcharse dentro sintiendo la impotencia más grande que una amiga puede experimentar, pero ya no le quedaba mucho más por hacer, Natalia llevaba huyendo del recuerdo de su padre media vida sin darse cuenta que en gran parte eso la había convertido en lo que él era. Quizás no competía contra nadie, pero la exigencia que se tenía con ella misma era equivalente a la que Mikel había tenido con ella de niña. Y solo cuando fuera capaz de darse cuenta de eso podría perdonar los errores que él cometió y los suyos propios.

DE-SINCRONIZADASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora