1. David

7 0 0
                                    

- Shhh... Deja de hacer ruido, tengo mucho sueño.

- ¡Venga! Hoy vuelve papá de su viaje a Marbella, y tenemos que revisar que la casa este igual que el la dejo, no quiero malos rollos con papa. Dijo Raúl casi al punto de perder la paciencia.

Era la tercera vez que me llamaba. Nos habíamos acostado tarde, anoche hicimos una fiesta en casa que acabó a las cuatro de la madrugada, y ahora... tocaba remangarse y limpiar todo.


Papá tocó la puerta de nuestro cuarto y nos dijo con la cara muy seria pero con un brillo en sus ojos un poco extraño... parecía feliz. - ¡Os espero en el comedor en quince minutos!, os tengo una noticia que espero que os alegre tanto como a mi.

Papá salió y yo miré a Raúl con cara de preocupación, teniéndome lo peor.

- Quien sabe, a lo mejor le ha tocado el décimo y quiere decirnos que somos ricos. dijo Raúl mientras se reía.

Ambos bajamos y llegamos al comedor. La sorpresa fue que no estaba el solo allí. Nuestra vecina Helena estaba de pie junto a él. "Se habrá chivado la muy cabrona y ahora nos va a caer la grande..."

Helena, la madre de Katia, sí, esa misma. Eran nuestras vecinas. ¿Podía tener más mala suerte? No tenía bastante con verla en el instituto, que también tenía que verla en la calle, en el jardín, en el supermercado... "Katia es un incordio, no se como se las arregla" pensé.

Mi padre carraspeo al ver nuestras caras hundidas en nuestros pensamientos y finalmente dijo:

- Nos casamos.

Creo que si nos hubiera dicho que era una muy muy mala broma y nos hubiera regañado por la fiesta de anoche, le hubiera hasta abrazado. Aunque si se hubiera enterado, mi hermano y yo hubiéramos acabado en Madrid, con nuestros tíos. Al menos eso fue lo que nos dijo antes de irse "Portaos mal, liarla y se os acaba el verano, os vais con vuestros tíos a Madrid". Esto ahora mismo me parecía un infierno, no podía ser verdad. Hubiera preferido mil veces que Helena se chivara y nos quedáramos sin verano a esto.

- No puedes papá, ¿Cuando os habéis enamorado? ¿tiene que ser Helena? Joder.

- Felicidades a ambos. Decía mi hermano mientras se les acercaba a abrazarlos.

Definitivamente a mi hermano se le había ido la cabeza, ¿Acaso no pensaba en lo que eso significaba? Me sentía traicionado. Era el peor dia de mi vida, había superado con creces el día que Katia me tiró un plato de Espaguetis con albóndigas en salsa boloñesa delante de todo el mundo en la cafetería del instituto. Cierto es que me lo merecía un poquito, después de cortarle el pelo en clase sabía que Katia se vengaría...

- En dos semanas será la boda, no diré ni discutiré nada más contigo David. Y vete haciéndote a la idea porque Helena y Katia se vienen a vivir con nosotros en un par de días.

Solté un bufido mientras subía las escaleras hacia mi habitación. Cerré de un portazo, me apoye en la puerta hasta sentarme en el suelo. La cabeza no paraba de darme vueltas. Pero algo tenía claro, las tenia que echar de casa fuera como fuera. Y respecto a Raúl, ya lo convencería más adelante para que me ayudará, no puedo creer que me haya traicionado así.

Tal y como dijo papá, pasaron un par de días y ya comenzaban a traerse sus cosas, cajas y cajas entraban en casa. Y encima para colmo, he perdido mi habitación. Ahora tengo que compartirla con Raúl, porque "la niña" como mi padre la llamó, "necesita intimidad y espacio". La situación me iba cabreando un poco más cada vez. La suerte es que solo me quedaba un año para acabar el instituto e irme a la universidad, lejos muy lejos de aquí y de Katia.

Pase el día fuera de casa, con mis amigos, Luis y Javier. Fuimos al cine, jugamos a los bolos y cenamos hamburguesa. Llegue a casa y eran la una de la madrugada, si me daba prisa, papa no se daría cuenta y evitaría otra regañeta más. Estaba harto, llevaba desde que llegó de vacaciones y nos anunció la boda muy hostil conmigo, como si encima de casarse y traerse al incordio con su madre a casa fuera mi culpa.

Abrí la puerta de la nevera, cogí el tetrabrik de leche y le di una atragantada. Note como el frescor de la leche me inundaba todo el pecho.

- ¡Hostia puta, Me has asustado! ¿No puedes encender la luz como las personas normales, troglodita?

Ronroneame el corazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora