❝El destino sabe a caramelo❞
Juzgar a un libro por su portada lleva a Jungkook directo al desastre, cuando descubre que posiblemente su "bully" personal es literalmente lo opuesto a aquello que le muestra. El chico que le molesta desde el sexto grad...
Jungkook caminaba a la escuela mientras en sus pensamientos sucedían un millón de cosas, no podía concentrarse en algo específico. Muchas piezas de un rompecabezas volaban a su alrededor cual logaritmo por descifrar; no podía entender mucho, aunque todo parecía decirle que sí tenía sentido.
"¡Cuidado, idiota!" fue lo que consiguió despabilarle de sus pensamientos.
Cuando regresó a la realidad, se encontró con la novedad de ir cruzando la calle en medio de un semáforo en verde para automóviles; lo siguiente que pudo ver fue una motocicleta viniendo hacia él sin darle tiempo de frenar. Lo siguiente que sintió fue el helado pavimento, mientras unas brazos cálidos lo rodeaban. Un tenue aroma a colonia de ciprés y violeta, lo envolvió. Sintiendo también algo más que Jungkook no alcanzó a descifrar.
ㅡTienes que cuidar de ti mismo, rata.ㅡ más allá de la exquisita loción, aquella voz que reconoció inmediatamente lo desconcertó.
¿Jimin?
ㅡ¿Eh? L-Lo siento, yo...
Jungkook enfocó entonces, mirando al pelirrojo que maldecía a la motocicleta que se perdía en lo largo de la avenida.
ㅡNo importa.ㅡ volteó a verlo, chocando su cálida respiración contra el azabache desorientado. ㅡ¿Estás bien?
ㅡS-Sí, gracias.
Jimin lo soltó para ayudarlo a ponerse de pie, pues el menor no parecía capaz de sostenerse así mismo. El pelirrojo creyó que el susto le había sacado de orbita.
ㅡAhora acelera el paso, deja de poner esa cara de tonto porque se nos hace tarde.ㅡ escondió sus manos dentro de sus bolsillos y siguió su camino, estaban cerca de llegar al colegio.
¿Qué hubiera sido de Jungkook si al pelirrojo no se le hubiera hecho tarde? Jimin no quería ni pensarlo, porque el azabache era tan distraído que necesitaba constante protección al caminar.
Por su lado, el azabache sólo veía su espalda con confusión. Sintiendo ese misterioso aroma impregnado a su ropa, haciéndole sentir protegido de alguna forma.
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