CAPÍTULO V

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Pasaron algunos días más, rey Vegeta se volvía cada vez un poco más distante, al joven peli flama se le estaban acabando las excusas, su padre no se veía nada cansado, ni molesto por algo, rey Vegeta se miraba nervioso y reacio a quedarse a solas con su hijo mayor.

Vegeta fingia frente a su padre y hermano, que esto no le dolía en lo más mínimo, que todo estaba bien, pero en la escuela, ahí las cosas parecían diferentes, Vegeta no podía evitar todo el tiempo ese dolor que tenía en el pecho, durante las clases se le veía distraído, aunque cuando el profesor le preguntaba algo siempre respondía correctamente, en los recesos, trataba de hacer creer a sus amigos que nada le pasaba, pero estos podían notar su mentira.

Y era aún más evidente cuando lo atrapaban con su mirada perdido en la nada, pensando en voz alta.

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En la cena, todo transcurría como siempre, bueno, aunque antes no comian todos en silencio, siempre habia algo que contar, que reportar, alguna anecdota graciosa, pero ahora hasta el pequeño Tarble no hablaba.

Hasta que repentinamente el mayor de todos habló.

-Me iré por dos semanas, en el trabajo me han enviado a mi para una presentación y...- Rey Vegeta seguía hablando, pero Vegeta ya no escuchaba nada, la noticia le cayó como un balde de agua fría, solo atinó a escuchar "me iré por dos semanas" y desde esa pequeña oración sólo podía ver como la boca de su padre se movía y no producía sonido alguno, pero eso cambió cuando dijo que el trabajo era en la ciudad en la que antes vivían.

-¿Q... Qué? - murmuró Vegeta,  con la sangre helada, estaba entumido, no podía mover un sólo músculo. 

El pequeño Tarble se había puesto muy triste, casi al borde de las lágrimas, pero Vegeta reaccionó para calmarlo y tratar de explicar lo que su padre dijo para que no estuviera triste.

La hora de dormir llegó, Tarble se había adelantado, Vegeta quedó limpiando y recogiendo todo, al final, después de tantos días por fin quedó a solas con su padre, pero antes de que Vegeta lograra acercarse un poco, el peli flama mayor se puso de pie después de recibir un mensaje en su celular, miró a su hijo y se retiró.

Se levantó del sofá y se dirigió a la puerta, parecía que tenía que hacer una llamada.

-¿Papá? - Dijo Vegeta al ver lo que hizo el mayor.

Rey Vegeta siempre estaba atento a su teléfono, antes no era asi, el teléfono celular le figuraba un estorbo, o solo el medio para mantenerse comunicado con su hijo, pero ahora pasaba pegado a él.

La incertidumbre se convirtió en un bichejo que devora lentamente la cordura y tranquilidad del pobre Vegeta, el cual seguía tratando de emular una imagen de serenidad.

- ¿Qué está pasando? - susurraba Vegeta para si mismo, la imagen serena amenaza con abandonarle.

...

Por las noches, la angustia y dolor embargaban el alma del joven peli flama, y esta noche no fue la excepción, pues mañana su padre partiría a ese viaje de negocios, la tristeza se acumulaba, el frío en su cuerpo provocaba un terrible y agonizante dolor, pero nada comparado con el que sentía su corazón al ser rechazado por su padre... Su amado, su razón de ser.

Poco a poco abraza con más fuerza su almohada, ocultando su cara en ella, quiere llorar, sus ojos arden, quiere hacerlo, pero eso sería aceptar que algo está pasando, y no quiere pensar en ello, quiere creer que sólo es algo pasajero, que nada ha cambiado, y que nunca cambiará.

Todo volverá a la normalidad, aunque tenga que hacerlo él mismo.

...

A la mañana siguiente Vegeta se levantó temprano, pero al ir a la cocina vio que su padre ya se había arreglado para irse y preparado la maleta.

-Papá... Te levantaste muy temprano hoy...-

-Bueno, hoy es el día en el que partiré, debo llegar a tiempo y no perder mi vuelo- dijo tratando de acomodar su corbata.

Vegeta se acercó para acomodar la corbata de su padre, estaba por tomarla para hacer bien el nudo pero rey Vegeta se apartó de inmediato, esto dejó pasmado al menor, su padre había evitado su toque.

-Ah... Lo siento... Llegaré tarde- tomó la maleta y se dirigió a la puerta, -A... adiós... Regreso en dos semanas- abrió la puerta, pero parecia no querer irse, parecia que le costaba dejar el marco de su puerta, quiere verlo, quiere mirar a su hijo y verlo sonreir, quiere creer que nada está mal con él y que puede ver a su hijo a los ojos, sin miedo a estar alimentando su "enfermedad" que puede recibir un beso en la mejilla, un dulce beso de despedida como antes en todas las mañanas, pero no es asi, y debe resolver algunas cosas, - cuida a tu hermano- dice entonces sin mirar a su hijo, y se fue.

Vegeta quedó desolado, aquello fue más como una huída precipitada y no una despedida. Las lágrimas brotaron y no se movió del lugar, seguía ahí mirando la puerta por la que su padre salió, apretó puños y dientes, secó sus lágrimas con algo de furia, sus mejillas se enrojecieron un poco por el roce brusco, debía ser fuerte, había pasado por peores cosas y había salido bien librado, esta no será la excepción, lo soportará.

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Pasaron un par de días desde que rey Vegeta llegó a la ciudad, había aceptado ir al viaje de negocios con su compañero de trabajo Bardock, tomando en cuenta el concejo de su psicólogo, debía tomar distancia con su hijo.

Esas dos noches rey Vegeta era llevado a un bar que le encantó a Bardock, el cabellos de palmera estaba decidido a encontrar una novia o al menos una aventurilla a su amigo.

Pero rey Vegeta parecía triste, desolado, no estaba de ánimos para hablar con mujeres, estas no le eran indiferentes, rey Vegeta era muy apuesto, su cuerpo era nervudo, atlético, su barba negra y espesa, bien recortada, su cabello y ojos negros como la noche, su piel como el color del trigo, en otras palabras, un hombre que no pasaba desapercibido.

Pero su rostro reflejaba su tristeza, no dejaba de pensar en su hijo y sentirse miserable por cómo ha sido con él.

-Vegeta, ya! Quita esa cara y toma un trago al menos- dijo Bardock poniendo una mano en su hombro.

-Bardock... Estoy cansado, esos clientes son de lo más fastidiosos, y no soy muy afín a las bebidas alcohólicas-

-Sí no vas a beber, al menos habla y distraete con alguna de las mujeres que seguro están babeando por ti- dijo Bardock señalando a sus espaldas a unas mujeres de una mesa que al oír aquello voltearon a ver a otro lado haciéndose las desentendidas, habían sido pilladas.

Vegeta rodó la mirada fastidiado, esta era la cuarta noche que iban a ese bar, sabía que su amigo no lo hacia con malas intenciones, sabía que sólo quería que se relajara.

Pero cada vez que el lo obligaba a tratar de hablar con una mujer, él solo podía pensar en Vegeta, su hijo. Pensaba en la dulzura de su mirada cada que lo llamaba papi, la delicadeza que tenía al atenderle, nadie podría reemplazarlo, pero la idea de salir en este viaje no sólo era alejarse de su hijo por un rato, sino que el otro objeto era tratar de iniciar una relación, esto quizá le ayudaría a él y en un futuro a su hijo.

Bardock fue al baño, dejando sólo a rey Vegeta, este suspiró cansado, cómo diablos iba a iniciar una especie de relación si su mente divagaba en un único tema, su hijo, pero una voz le llamó con algo de inseguridad, Vegeta creyó conocer esa voz.

-Rey... Vegeta? -

-Bulma? -

Edipico AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora