𝑴𝒂𝒅 𝑳𝒐𝒗𝒆 ♛ || 𝑱𝒂𝒏𝒈 𝑱𝒐𝒐𝒏-𝑾𝒐𝒐

ᴘʀᴏʟᴏɢᴏ

Se dice que existe un alma gemela para cada ser humano...

Se dice que un ser humano es capaz de amar a dicha alma gemela...

Sin embargo... se dice que un psicópata es incapaz de amar...

Pero... ¿qué hay de dos psicópatas amándose a morir?... Unidos por la locura y maldad de sus corazones.

— ¿Esto es real, Quinn? —un joven Jason; quien estaba de espaldas, mirando el paisaje que le ofrecía las calles de Gotham; habló de manera incrédula, puesto que nunca imaginó que su corazón iba a latir por un sentimiento muy inusual... El amor...

Enamorarse no estaba en sus planes... Pero, ella le movió su mundo por completo...

—Sé a lo que te refieres —Harleen, quien tenía apenas los 16 años de edad, suspiró desganada, por aquel cuestionamiento—. ¿Cómo llegamos a esto, Joon-Woo? —así es, ella sabía el nombre coreano de su Jason, sin embargo, no conocía el verdadero nombre "Han-Seok", puesto que aquel chico que aparentaba ser tierno, en realidad era un psicópata que estaba a un paso de convertirse en asesino serial.

Y sin ni siquiera imaginarlo, desde ese día, Harleen por primera vez se cruzó con la locura, aquella que la convertiría en una de las más temidas villanas de Gotham City...

—Estamos locos, acéptalo, puddin —él pronunció una de las favoritas palabras de la rubia, mientras volteaba a mirarla fijamente, con aquella mirada tierna que ocultaba grandes y oscuros pecados—. Somos locos por naturaleza, y por eso nos atraemos —acto seguido, él tomó la iniciativa, y le dio un casto beso en los labios... Uno corto, pero con mucho significado para ambos.

Un beso que selló sus mundos y su destino... El inicio de un amor loco...

—Llegaremos lejos, puddin, muy lejos y seremos los reyes de Gotham —ella sonrió después de acoger los labios de Joon-Woo, para después mirarlo atentamente, mientras ambos se sonrojaban al unísono de sus latidos del corazón.

—No sólo de Gotham, sino también podemos ser los reyes de Seúl —Jason, planteó la iniciativa, sin imaginarse que en un futuro todo lo que decía aquella mañana fresca, se le cumpliría, pero no por arte de magia, sino por medio de la maldad y de la corrupción.

Y después de dicha confesión de sentimientos, ambos siguieron su camino, tomados de la mano, cual chicos enamorados, sin imaginarse que muy pronto serían separados...