Encontrandonos sin esperarlo.

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Mi nombre es Will Rodríguez, tengo 17 años recién cumplidos, mi estatura es promedio, tengo el cabello negro y mis ojos son azules, soy ese joven que cualquier chica desea. Desde muy pequeño mi madre me inclinó hacia el teatro, sin embargo mi vida giraba entorno a los deportes; estaba en clases de teatro permanentemente, lo que mi madre no sabía es que no asistía por ir a torneos de fútbol, el teatro no había dado nada genial a mi vida y por el contrario el fútbol me liberaba de mis problemas. Mi cuerpo era de un joven atletico por lo tanto en mis practicas las chicas me buscaban, yo prefería seguir jugando nunca me sentí cómodo al hablarle a ellas, aunque eran atractivas sentía que no era todo.
El fútbol me dio muchas felicidades, pero acabó. Empecé a vivir la vida de otra manera, fiestas, amigos, alcohol y felicidad; baje mi rendimiento notoriamente hasta que caí en cuenta que no merecía eso, mis padres se desvivian por darme una buena educación, además soñaban con verme actuando y no les pagaba de la mejor manera mientras mentía y vivía la vida fácil. Pensé en recompensar tantos años de mentira y decidí refugiarme en el teatro, las primeras clases no tenían sentido alguno para mi, no interactuaba con la gente solo iba por ir, hasta que mi mejor amiga Rous llegó de Estados Unidos, ella era la rubia soñada por todos, ojos verdes y con un cuerpo adorable. Tenía 2 años sin verla pero nuestra comunicación era activa por vía Skype, su madre no se encontraba en la ciudad y por lo tanto acudió a mi familia para brindarle posada, tener a Rous de regreso era una maravilla, inmediatamente nos pusismod cómodos hicimos crispetas acompañadas de coca-cola, teníamos tanto que contarnos, la necesitaba en este momento; al contarle lo sucedido me abrazo, me dijo que aunque no tomé las mejores decisiones estaba ahí para apoyarme y sobretodo para encontrar una solución.
Era lunes y el reloj marcaba la 1:45pm tenía 1/4 de hora para llegar a la clase de teatro, ese día me sentía diferente, utilice mi camisa azul turqui favorita que contrastaba con mi piel blanca, recogí sus mangas hasta los codos, mi pantalón era negro y llevaba puestos mis mocasines hermes favoritos color Negro, ese día sentía que no iba a hacer igual yo estaba dispuesto a realizar los consejos de Rous e interactuar más con la clase, decidí utilizar mi perfume en mayor cantidad, faltando justo 5 minutos cerré la puerta de mi casa y me dirijia hacia mi camiometa, era una Grand Vitara color rojo quemado, paso una chica en una camioneta blanca no recuerdo su estilo pues la bella niña que iba ahí me dejó anonadado, su pelo era negro y al encontrar nuestras miradas no se ni que sentí, juro que fueron los 7 segundos más largos y hermosos de mi vida. Me dispuse a continuar mi destino pues creí que no la vería jamás y que sería como cualquier fantasía pasajera, al llegar al teatro de la ciudad parquee en el mismo sitio de siempre, pedí al cielo que este día no fuese como todos.
Me ubique en la parte final esperando que el director dijera que hiciéramos grupos, me distraje en mi celular hasta que escuche el chillido de la silla de al lado, gire mi cabeza a ver quien era, mis ojos no lo creian creo que mi reacción fue notoria, en frente de mi tenía a lo que había llamado "fantasía pasajera"... Era ella, la chica de la avenida, su cabello negro iluminaba todo el teatro y la sonrisa más hermosa de todo París, ella al ver mi impresión me dijo "-Estas bien?", yo por mi parte asenti, estaba nervioso nunca antes una chica me había puesto en esa situación, segundos después de pelear con mi mente decidí preguntarle si era nueva en esto del teatro, ella con una sonrisa me dijo "-Llevo aquí casi un mes, te veo siempre pero noto que eres alejado." wow, era un golpe bajo para mi, tenía a la mujer más hermosa a mi lado hace casi un mes y no lo había notado.. Me disculpe con ella y le ofreci un helado después de la clase, creo que no fue lo que esperaba escuchar ya que respondió un "No" luego tartamudeo hasta explicarme que su padre pasaría puntual por ella, no podía quedarme así como un perdedor, decidí insistir y ofrecerle que al siguiente día podía llevarla a su casa después de comer el helado; ella soltó una hermosa sonrisa y me dijo que le gustaba la idea, pero que le encantaría si le enseñaba ni nombre.. Era muy hermosa y se reía por todo, al final mencionó que su nombre era Isabella Fernández y que tenía 16 años, debo admitir que amaba su nombre, su risa, su cabello pero sobre todo amaba algo que ninguna otra mujer tenía y era lo que causaba en mi. Ella era especial en todos los ámbitos, quería conocer todas sus facetas, me sentía atraído por ella de los pies a la cabeza, además lograba que perdiera mi concentración, no podía estar en clases sin perderme en sus ojos negros tan brilantes, me volvía loco y eso que sólo llevaba 3 horas a su lado.

Sin buscarte.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora