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Una noche helada en Corona, al menos el rubió encontró donde dormir, se lanzó a la cama exahusto.
Había tratado de ir a la prisión para entregar la carta al chico, pero no tenía mucha suerte, decían que las visitas estaban restringidas y nadie lo vería en almenos seis meses, mientras se le dictaba una condena.
- Nisiquiera entiendo por qué hago esto, sabés baxter creo que me rindo - mencióno al mapache que simplemente se acurrucó a su lado - Quiza Donella tenía razón, no sobreviviré en la calle solo y menos en este Reino pero no tengo a dónde ir por ahora, estoy solo de nuevo - admitió con frustracion, recordando aquella pelea con su mentora.
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Finalmente cayó dormido. Al abrir los ojos se encontró en un viejo palacio abandonado. Las enredaderas entre los muros, el eco y la luz natural que iluminaba el gran salón le permitió admirar los tres tronos que llasian en el; poco a poco se acercó admirando cada uno de ellos, pasando su mano para sentir el terciopelo, y contempló cada uno de ellos. Sabía que estaba soñando pero todo era tan real.
- ¿¡Hugo!?- escucho una voz que le resultaba familiar, haciendo que rápidamente volteara, para darse cuenta que era quien creyó no volver a ver.
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Era un día tranquilo André había ido a casa de tn en la de su madre realmente no había mucho que hacer así que estába preparando un poco de fruta, Tn estaba sentada en la barra esperando, su madre había salido al súper y el novio de su madre en el trabajo así que estaban ellos, algo le hizo voltear entonces noto los mapaches que estában comiendo de la basura, resopló molesta por la situación - ahora vengo - aviso al chico, tomo la escoba y fue en dirección a asustarlos. Fácilmente se desiso de ellos. Una vez se disponía a regresar adentro escucho una voz llamarle - ¡Tn!- grito, pero si algo aprendió de las películas «¡No vayas hacía la voz extraña que te llamé!» rápidamente volvió a la casa y cerro con seguro para evitar cualquier cosa. -¡André!- gritó esperando respuesta - aquí afuera te estoy buscando tienes algo que ver - respondió asomándose, le alegro saber que era de el la voz que escucho.
