1. Start to remember

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El camión aparcó justo delante del bloque de pisos en el que me iba a instalar. El claxon sonó estrepitosamente avisándome para que bajara. Me asomé rápidamente al balcón solo para asegurarme de que realmente era él. Cuando verifiqué que no me equivocaba, descendí los cinco pisos de escaleras lo más rápido que pude, y abrí la cancela. Frank estaba abriendo las puertas traseras del camión.

-¿Cuántos plantas dices que hay que subir? -me preguntó mientras asomaba la cabeza por detrás de la puerta del vehículo.

Levanté la mano inocentemente y extendí todos los dedos, dándole a entender que cinco era el número de plantas. Le saqué la lengua. Frank era ante todo muy alto, o quizás es que yo era demasiado alta. Bueno, aunque para que mentir, lo sigo siendo. A pesar de ser un año menor que yo todo el mundo pensaba que me aventajaba por tres o cuatro años. Era algo de verdad, frustrante. Tenía los ojos muy azules, parecidos al color del mar, aunque en invierno tomaban un color grisáceo. En aquel tiempo tenía el pelo negro azabache, porque el tinte, claramente, hacía maravillas. Sigo sin entender por qué reemplazó su bonita melena dorada a un color de pelo tan parecido al mío. Era de complexión atlética y la envida de chicos y el deseo de chicas. Hubo una época en lo que eso no le importaba.

-Claire, voy a matarte -me dijo con una sonrisa.

-Lo sé, pero me quieres mucho como para dejarme en un apartamento sin amueblar ¿verdad? -le dije mientras me ponía de puntillas y le agitaba el flequillo. Odiaba que le hiciera eso.

-No -y soltamos ambos una carcajada con su respuesta secante- ¿Hay ascensor?

-Sí, pero mi idea es meter ahí la mayor cantidad de cajas posibles, le damos al botoncito para que suban, para no cargarnos tanto la espalda, y nosotros subimos por las escaleras sin ningún tipo de intento homicida, además no creo que quepas en el ascensor -le comenté mientras me metía el almacén del camión.

-¿Sin intentos homicidas? Me atas de pies y manos -se quejó como si fuera un niño pequeño.

-Los vecinos van a pensar que la nueva está loca -justifiqué mientras le pasaba una caja.

-Entonces no se equivocarían -respondió cerrándome las puertas en el momento en el que le di la espalda.

-¡Me has dicho loca! -grité entre risas mientras aporreaba la puerta.

-Claire... -advirtió en el momento en el que abría la puerta y levantó la mano extendida.

Corriendo me escondí detrás de un montón de cajas:

-¡No me pegues! -rogué entre carcajada y carcajada.

-Venga vamos, tenemos que instalarte -me dice cogiendo unas cajas y dejándome allí sola en el camión- ¡Pero coge algo!

Cogí unas cajas y lo seguí hasta el portal, así hasta que vaciamos el camión. Eran diez cajas de muebles, y veinte de cosas por colocar, harían falta más de un viaje para llevarlo todo. Metimos primero los muebles en el pequeño ascensor, de una manera casi prodigiosa conseguimos que en un metro y medio cuadrado cupiesen las diez cajas. Primero Frank subió solo y empezó a sacar las cajas del ascensor y meterlas lo más rápido posible en el piso. Cuando bajó metimos más de la mitad de las cajas y repetimos el proceso. A la tercera ya metimos todas las cajas que quedaban en el ascensor y subimos.

Mi bloque de pisos no era algo espectacularmente grande, es más, bastante pequeño. Las escaleras eran pequeñas y estrechas, con una ventana en cada dos tramos, era luminoso, eso sí. También era viejo, muchos me habían dicho que eso iba a caerse pronto, pero tenía un pálpito con respecto a ese lugar. Los apartamentos eran pequeños, al entrar había un pequeño recibidor, justo a su derecha una puerta que daba a minúscula cocina. A la izquierda una pequeña habitación con una ventana que daba al balcón. El recibidor daba a un salón algo más grande que hacía de conexión con el baño y otras dos habitaciones más. Estaba todo desmantelado, lo único que había quedado del antiguo dueño era el suelo de madera. En este salón, al que ya le buscaría utilidad, había también una puerta corrediza de cristal, que daba al estrecho balcón. Este era lo suficientemente grande como para poder estar cómodamente de pie varias personas. Y justo al lado la escalera de incendios, que en este caso, era de mano.

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