1. Madre LUNA

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La LUNA brillaba en lo alto, grande, poderosa, majestuosa. Esa noche era La Noche, las piezas por fin comenzaban a moverse. Como madre sabía que aquella situación no podía continuar y creyó conveniente alumbrar el camino de aquellos que cambiarían para siempre el rumbo de las cosas.

Dos enormes lobos se perseguían a una velocidad increíble por el bosque de Luanzang. A la cabeza corría un lobo negro como la noche, alto, delgado y sumamente ágil, sus patas parecían flotar contra el follaje del suelo apenas haciendo ruido; traía la lengua de fuera y cualquiera que lo viera podría jurar que estaba sonriendo. Hacía años que no había encontrado un oponente tan capaz. Esquivaba los árboles con maestría y la adrenalina lo hacía aún más veloz perdiéndose en la noche. Había sido una buena carrera, pero se estaba alejando demasiado de su objetivo, tal vez otro día podría darle otra oportunidad.

El segundo lobo en verdad era imponente. Su pelaje totalmente blanco como la nieve y una composición más bien fornida con marcados músculos en sus patas trataban de dar alcance al lobo negro. Había empezado como una cacería más y se había confiado de sus propias habilidades, pero el lobo negro era sin duda raro en su especie, apenas si podía seguirle el ritmo y en más de una ocasión tuvo que permitirse guiar por su olfato porque lo perdía de vista hasta que el aroma desapareció en medio de los frondosos árboles que se abrían a un claro junto a una cascada. Supuso que su presa se había lanzado el agua.

El lobo blanco se postró unos minutos a la orilla del lago tratando de aspirar los restos de tan hipnotizante aroma. Olía delicioso: jazmín y vainilla. "Imposible" pensó. No entendía todo aquello, el aroma del lobo denotaba que era un omega sin duda y precisamente aquello hacía imposible que fuera un enorme lobo negro, los omegas no tenían un lobo físico, era absurdo que un omega fuera un cambia-formas pero su aroma le decía que a pesar de ser improbable aquello era cierto. Había estado persiguiendo a un omega en forma de lobo y lo peor es que se le había escapado. Sonrió por todo el enigma y reto que aquello significaba. El aroma se había grabado en su mente y en todo su ser, tarde o temprano lo iba a encontrar. Después de un fuerte aullido que denotaba su entusiasmo se marchó a toda velocidad.

Muy cerca de ahí, un joven de cabellos revueltos asomaba la cabeza al ver partir al enorme lobo blanco. Su pecho aún subía y bajaba y sudor escurría por su rostro debido a la agitación de haber corrido con todas sus fuerzas y sonrió satisfecho al no haber sido descubierto. Mantenía sus prendas atadas con un cordel en una de sus piernas. A la luz de la luna su cuerpo desnudo se veía exquisito, digno de un omega dominante. Se había arriesgado demasiado, pero la diversión había valido la pena.

Tenía que regresar, aunque decidió caminar en su forma humana ya que era la única manera de poder esconder su aroma y no quería que el lobo blanco lo detectara de nuevo. En su forma lobuna no podía controlar sus feromonas por lo que después de media hora decidió que era seguro correr como el lobo negro, fue así como en pocos minutos estuvo de nuevo a orillas de la civilización. Se vistió rápidamente y tomó un taxi, tenía que recoger a su jefe de la reunión donde lo había dejado.

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Xiao Zhan se encontraba en el sanitario acomodando su cabello cuando la puerta se abrió de golpe.

-Con que aquí estás – Su jefe, Liu Haikuan era el CEO de industrias farmacéuticas Media Luna, por lo regular era amable, pero al ser un alfa dominante tenía un carácter fuerte – La reunión se interrumpió por lo que tendremos que regresar mañana.

-Como diga, Señor Liu – le contestó Zhan inclinando un poco su cabeza – iré a preparar el auto.

-Llámame Haikuan cuando estemos solos, Zhan – pidió su jefe.

-Lo siento, creo que no podría acostumbrarme a hablarle informalmente – contestó con la mirada baja.

-Me siento viejo cada vez que me llamas señor Liu. - Cuando pasó a su lado, Haikuan aspiró profundo – Hueles a bosque.

-Es el aromatizante del baño – respondió Zhan sin importancia. Ambos hombres se dirigieron a la salida cuando otro los encontró. Zhan de inmediato tomó un paso atrás y bajó la cabeza como un buen beta.

-¿Todo bien, príncipe Yibo? – preguntó Liu al joven hombre.

-Pronto lo estará – respondió el aludido sin detenerse a mirar a nadie más siguiendo su camino. Aún conservaba en su cuerpo el remanente de la adrenalina. ¡Joder! Se sentía tan animado que quería follarse a alguien.

Si Yibo hubiera visto al asistente de Liu hubiera notado la pequeña rama que estaba atorada en la negra cabellera del pelinegro y la cual calló al suelo cuando abrió la puerta para su jefe, para fortuna de este, el príncipe no acostumbraba a mirar a los betas asistentes.

DOMINANTESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora