002

311 44 18
                                    


La sonrisa de la omega no pasó desapercebida por ambos alfas, aun cuando la joven intentó ocultarla. Era demasiado obvio que el alfa dominante le atraía demasiado, aun siendo su primer encuentro y con público tal vez no deseado.

Naïad estaba absorta por la imponente presencia del alfa dominante. Su rostro se había pintado de un vistoso tono rojizo que la había brillar involuntariamente, los ojos azules de la joven fijos en la figura del hombre frente a ella, ignorando el escenario a su alrededor.

JungKook logró conseguir el permiso de la madre de la omega, ambos se retiraron fuera del gran salón y habían llegado frente a un balcón con mirada hacia un extenso y hermoso jardín. Él comenzó a hablar sobre temas triviales, aun pensando cómo podría tocar el tema del pañuelo, algo tenía seguro; sin embargo, la omega estaba encandilada por su persona.

―Lo siento señorita Ciar, pienso que no debimos haber salido de esa manera, está haciendo mucho frío aquí―. Murmuró cuando la vio tiritar en su lugar, aferrada al pañuelo entre sus finas manos. ―Permítame ayudarla, por favor.

Se retiró el pesado saco y lo colocó sobre los desnudos hombros de la omega. ―Gracias―. Murmuró ella al sentirse cálida. Luego de unos breves segundos, agregó. ―Me puede llamar Naïad, señorita Ciar es muy anticuado, ¿no cree señor Ainsworth?

JungKook asintió en respuesta. ―Si es el caso Naïad, usted puede decirme Evan.

La omega sonrió alzando el rostro y a pesar de la bella figura que ella le regalaba, JungKook no podía encontrar el interés suficiente luego de haber percibido aquel aroma, por lo que decidió enfocarse en el pedazo de tela que la omega sostenía entre sus manos.

―Es un bonito bordado―. Comentó señalando hacia el pañuelo, Naïad volvió a soltarlo en sorpresa ante el interés repentino de algo sin valor para ella. JungKook volvió a inclinarse para sostenerlo, sintiéndose decepcionado al notar que aquel suave aroma se había desvanecido.

―Oh, gracias―. Dijo ella cuando volvió a tomarlo entre sus manos. ―Es un bonito bordado―. Concordó. ―Mi esc-, mi ayudante quiero decir, lo hizo para mí―. Se corrigió de inmediato sonrojándose aún más. JungKook recordó entonces la información en los documentos que su padre le entregó días atrás. ―Le he pedido que me enseñe a bordar, así que pronto podré hacer mis propios bordados―. Agregó la omega ante el silencio del alfa a su lado.

―Hará hermosos bordados entonces, mi querida Naïad―. Agregó JungKook sin quitar la vista del pañuelo. Naïad se lo extendió y él la tomó con cuidado, dos pequeñas, pero llamativas violas violetas adornaban una esquina de la tela.

La noche fue tranquila y ellos se enfrascaron en una conversación trivial y ligera, JungKook conoció un poco más de la personalidad despreocupada y risueña de la omega, luego que ella superara su timidez. También evitó durante la velada responder preguntas acerca de su familia. Sintiéndose aliviado de que no haya preguntado del origen de su nombre.

Su padre insistió que debía acompañar a la señora Ciar y a su hija hasta su coche; sugiriendo que se escabullera con ellos hasta su residencia, aquello no fue necesario para su alivio, sin embargo.

―Te he programado una cita con la señorita Ciar, la verás en la Flora Tristán en diez noches. Su madre los acompañará―. Informó su padre cuando JungKook abrió la puerta de su coche para subirse, alzó una ceja al escuchar que la señora Ciar estaría presente. ―Debes ganarte la confianza de la mujer si quieres cortejar a su hija omega, Evan.

―Curiosamente padre, no deseo cortejar a la señorita Ciar―. Se atrevió a comentar subiendo al coche.

Su padre rio al escucharlo. ―Ah Evan, más te vale que quieras cortejarla, o cumpliré mi amenaza―. Advirtió con los dientes apretados. JungKook no respondió a la sutil amenaza, simplemente cerró la puerta y pidió al chofer llevarlo a su casa.

El lamento del Crisantemo ❀ KookTae | En pausaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora