Séquito y Guadaña

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El délito en casa Santa siempre queda impune  , y es que a los que trabajan  absolviendo pecados los crédulos tienden a canonisarle , que las personas después de que se le receten tres avemarías para la resaca moral y dos padres nuestros para congestión de principios se les olvida que el hábito no hace al monje , que si el pécado semanal se los cura un cura con tres palabras los hijos de Jehová solo se ocupan de morder nuevamente la parte de la manzana socialmente aceptable y de esperar la dosis de sanación de la semana entrante mientras tachan de bastardo a todo aquel que se automedique con otra religión . Y el pastor  José se conocía al dedillo  cada una de esos trucos para mantener engañado al rebaño  , que si les enseñaba  a balar salmos se mantienen lo suficientemente ocupados  para no mirar más allá de lo que la fachada eclesiástica les permite.  Ese símbolo de la comunidad que dirigía procesiones , promovía la fe  y prometía cielos ,era el mismo que en los domingos cambiaba el *vengan a mí los niños* de Jesús por un *En los niños me vengo yo*  . El mismo que en nombre de Dios manchaba decenas de inocencias y en quién, también en nombre de este, se expiaba luego las culpas . Se convirtió a los ojos de un mundo ciego en el verdugo de muchas infancias, teñía de negro cada alma pura que se le era confiada ,era  como el Rey Midas del dolor , una pesadilla con olor a incienso , era  un recordatorio de que aveces los infiernos caben en iglesias y los provocan Diablos que dirigen misas

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