Capítulo 1

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Nos encontramos en invierno, en la escuela de Hogwarts de Magia y hechicería. Era mitad de Febrero, al día siguiente de San Valentín. El amor restante de la festividad recién pasada flotaba por todos los pasillos de la escuela, arrancando una sonrisa en la cara de todos los alumnos que caminaban por los pasillos a su siguiente clase… Bueno, casi todos, los alumnos de Gryffindor de sexto año tenían clases de pociones y se acababan de enterar de que el profesor Slughorn se reportó enfermo y tenían de reemplazo al odioso y amargado Snape, ¡y para empeorar las cosas, compartían está clase con los Slytherin! Vaya manera de empeorar los ánimos.
Cuando todos los alumnos ya habían entrado a las mazmorras; temblando hasta los huesos, ya que no había peor lugar en el que estar en invierno, el profesor Snape entró. Su túnica ondeando en sincronía con sus pasos, dramatizando toda su caminata hasta estar al frente del salón. Miró a todos los alumnos lentamente, fijando sus ojos negros en todos para que se callaran.

-Hoy prepararemos la poción “inphatos”, ¿puede alguien decirme cuales son los efectos de esta poción?- Snape miró a todos detenidamente, tratando de evitar la típica mano levantada de la molesta niña de pelo enrulado. Lamentablemente, nadie más parecía tener suficiente coeficiente intelectual para comprender lo escrito en sus propios libros de texto, así que no le quedo de otra que volver su atención a la molesta niña sabelotodo.  –Señorita Granger.

-Es una poción que permite experimentar los momentos más significativos de otra persona en carne propia. Si en el recuerdo de la persona, esta llora, ríe o se lastima, los efectos se reflejaran en el cuerpo de la persona que tomo la poción. Es la máxima representación de estar en la piel del otro.- Dijo Hermione con precisión.
-Bien. Hoy estaremos preparando esta poción y uno de ustedes tomará la poción de su compañero para que el resto de la clase pueda observar los efectos.

De repente, un agitado Harry Potter aparece en el salón con la respiración agitada, mira a Snape y suelta: -Lo siento profesor, estaba atendiendo algo con el Profesor Dumbledore.
-5 puntos menos para Gryffindor.- Snape lo miró duramente, sin importarle sus excusas. Miró alrededor del salón y dijo: -Hoy será compañero del Señor Malfoy.
-Maldita sea.- Se le escuchó gruñir al chico rubio mientras se sentaba en la esquina de la mesa, tratando de mantenerse lo más alejado de Potter.
-Comiencen a preparar la poción. Las instrucciones están en la página 86 de su libro.

Todos comenzaron a moverse por el lugar buscando los ingredientes necesarios y leyendo las instrucciones para tratar de no equivocarse. Aunque muy en el fondo, nadie en verdad quería hacer esta poción. Era demasiado incomodo saber que alguien vería toda su vida y experimentaría sus emociones. La confianza que se necesitaba tener con la otra persona debía ser monumental. El único que hizo todo su trabajo relajadamente fue Harry Potter, quien no se había enterado de la descripción de la pócima.

Cuando el tiempo se acabó, solo había tres pócimas correctamente hechas, debido a su dificultad y al poco entusiasmo que tenían los estudiantes de preparar con éxito su tarea. Una de esas pócimas pertenecía a Malfoy y a Potter. Era evidente a quien elegiría Snape para que probaran la poción.

-Señor Potter, deje caer tres gotas de sangre en la poción, señor Malfoy, tómela inmediatamente después.
Harry en un momento de inseguridad, echó un vistazo a la descripción de la poción en su libro de texto e inmediatamente levantó la cabeza. Todos pudieron ver el miedo en sus ojos.

-¡No!, no voy a permitir eso.- Dijo rotundamente.

-Señor Potter. 15 puntos menos para Gryffindor por responder de esa manera. Si se vuelve a negar, serán 50 puntos y detención. No discuta conmigo, saldrá perdiendo.
Harry comenzó a temblar del enojo y el miedo, su cara completamente pálida y sus manos sudando frío. Malfoy notando esto dijo: - ¿Es que acaso el gran chico de oro tiene miedo?
Los ojos verdes se estancaron en los grises.  Muchas cosas fueron dichas solo en esa mirada. Nadie entendió, porque nadie sabía que era lo que pasaba por sus cabezas. Pero luego de esa rápida mirada, Harry se cortó el dedo y dejó caer las gotas de sangre en el frasco. Malfoy la tomó y se sentó en una silla frente a todos.

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