Rapidámente mis sentidos volvieron en sí y no retiré el velo que cubre mi rostro, la tela que separa la cordura del desenfreno.
No me permito retirarme el velo, aún no es el momento para hacerlo, noté su expresión de entusiasmo, misma que cambió a decepsión justo cuando bajé las manos. No pronunció ni una sola palabra.
Ambos estábamos perplejos mirándonos fijamente, a tan sólo unos centímetros de nuestros labios, sentía como él indagaba en mi mirada tratando de encontrar una respuesta a la pregunta que él tiene, y yo totalmente perdida en esos ojos, en ese rostro pálido y maltratado, siento admiración hacia él, tenerlo tan cerca me causa lujuria, deseo, son tantos sentimientos que me golpean como las olas de un embravecido mar golpean las orillas en un día de tormenta, con tan sólo un movimiento de mi parte" retirarme el velo", caería rendida ante sus labios los cuales me atormetaban en estos instantes, pero eso no pasaría.
(Keisha): Quiero mostrarte algo más.
Él no dijo nada, sólo asintió con la cabeza, el próximo lugar donde lo llevaría se trataba de una roca a la orilla del precipicio, la vista es increíble desde la roca.
La roca estaba a sólo unos metros de donde estábamos, esto es asombroso, maravilloso, el ver este paraíso me causa placer visual, y compartirlo con él le añade el toque que faltaba el día que lo descubrí.
Podía ver el asombro en sus ojos, él estaba anonadado, de su boca no salía ni una sola palabra, pero su mirada tenía todo lo que yo necesitaba para abandonar mi vida, la felicidad, aunque espero que él me perdone cuando se entere.
La culpa y el remordimiento se apoderan de mí y me traen de regreso a la realidad, y sólo me hacen pensar en una sola cosa, cuando él se entere me odiará.
Echo a un lado estos pensamientos, aún arropada por la tristeza, la culpa y la nostalgia que me trajo el recordar aquello que deseo que Thomas nunca sepa, pero que tendrá que enterarse.
(Keisha): Nos sentamos?
[Thomas]: Sería un placer.
Él me cedió su mano para que me apoyara y me sentara en la roca, hice lo mismo para él y quedamos a escasos centímetros de distancia entre nosotros, de la gloria nos separaba, un velo, una cultura, miles de años de tradicciones, nos divide el sentimiento de culpa, el remordimiento, la nostalgia y un sin número de inseguridades que ocacionan en mí el que abandone el querer ser feliz cada vez que esta está a la vuelta de la esquina.
Él aún se queda viendo el paisaje y la luz del sol reflejado en la Luna, me da el placer de ver lo másopesar deqaAqqqqq habersqdeisto squel día, es ahora quqe noto el intenso verde de sus ojos, él posee la mirada más atrayente que he visto en mucho tiempo, su cara es evidencia de todo lo que él ha pasado, tiene rasguños evidentes de todo por lo que él ha tenido que pasar, todos los desaciertos y tropiezos por los que no tengo ni la más mínima idea que él ha pasado.
Permanecimos así durante unos largos segundos hasta que él viró su atención hacia mí y me sonrió y fue justo ahí cuando mi mundo entero se derrumbó, fue con esa sonrisa que él me abrió las puertas a ser feliz, a esa felicidad que me prometí a mí misma, pero a qué costo, a qué costo Keisha, me pregunté a mí misma, qué tiempo durará para enterarse de todo lo que estoy tratando de ocultar, qué tiempo tratará en odiarme, cómo me sentiré cuando descubra la verdad, sus ojos, sus mejillas, sus palabras todo de él deprende sentimientos hacia mí, y aunque yo no pueda demostrárselos sé que esos mismos sentimientos están ahí en mí.
Agarré suavemente el casco que cubre su cabeza para retirarlo y lo miré fijamente esperando una comprobación de su parte, él asintió, lo desabroché de su mentón y lo retiré lentamente de su cabeza, eso sin nunca romper la fuerte conexión visual que tenemos.
Sin perder el contacto visual pongo su fusil en el suelo frente a nosotros y quito el broche del cinturón que sostiene las granadas y su arma de mano, estoy dejandome llevar por los impulsos y me recuesto en su hombro, por primera vez en mucho tiempo puedo respirar con tranquilidad, por tiempo limitado, tengo esa paz que tanto he buscado, y sé que en algún momento todo se irá a la borda y será mi culpa, pero por el momento iba a disfrutar el momento de calma, porque la tormenta que viene después, no sé si podré superarla.
[Thomas]: ¿Quién eres Keisha?
Esa pregunta, me trajo de nuevo al planeta tierra, pero me transportó a aquellos años que quiero hacer de cuenta de que no existieron, aquellos años los cuales daría mi vida por olvidar, pero aquí es donde me hago la misma cuestionante yo, ¿Quién eres Keisha?, no tengo la respuesta a eso, no sé quién soy, he perdido tanto tratando de ser feliz que he perdido la costancia más icónica de ser humano, el saber quién eres, cúal es tu propósito, a qué llegaste a este mundo, qué persigues, y lamentablemente yo perdí la respuesta a eso hace ya mucho tiempo.
[Thomas]: Entiendo, no respondas si no gusta señorita.
(Keisha): ¿Quieres oír una historia?.
Su silencio dijo todo, se acomodó y ahí en aquella roca frente a una cáscada, un paisaje donde sólo se oyen nuestras respiraciones y el agua cuando hace contacto con las piedras al caer por un acantilado de 4 metros, el sonido de las aves, permanecería así todo el tiempo que fuese necesario, iba a abrirme a alguien después de largos años de sufrimientos, desdichas, traiciones, e incontables inseguridades que arrastraba conmigo.
Todo el que vive y nace fuera de esta cultura ignora el hecho de lo astroz y condenante que es nacer siendo mujer en este territorio, esto es sólo con las mujeres, desde que naces siendo árabe, tienes un sólo destino y futuro dictaminado por una sociedad que sólo te tachará de cobarde si no te apegas a las reglas, a sus reglas, y la premonición a esto es la muerte, te asesinan delante de tus propios padres y ellos ciegos por una conducción que ha venido transcendiendo de generación en generación aceptan el atroz hecho de que te asesinen ante sus ojos.
Lastimosamente yo era así, yo creía en todo lo que se me enseñó desde que tuve uso de razón, estuve bajo las sombras por 10 largos años de mi infancia en donde sólo creía lo que me decían en mi familia, en mi comunidad, veía a las mujeres extranjeras como mujeres baratas sin escrúpulos sólo porque vestían diferente a como me enseñaron, miraba con desprecio a esas chicas que no se acoplaban a las reglas puestas por unas personas que nunca pensaron en el daño que causaban, esa de las que miraba sin remordimiento alguno cuando se mataban a piedras a las mujeres enfrente de una multitud sólo por no adaptarse a lo que ellos han dictado.
[Thoma]: Wow, estoy asombrado, y aún eres así?
(Keisha): No, y todo eso se debe a una persona que marcó un antes y un después en mí, una chica, una estado unidense que conocí cuando era apenas una niña de 10 año, ella tenía 13.
Su nombre era Corialys, delgada, de tez blanca y piel pálida, tenía el pelo en un corte casi perfecto que llegaba hasta la cobertura de sus hombros, tenía un aura positivo, era una chica increíble, nunca antes había platicado con una extranjera, mis padres me lo tenían prohibido, ella se acercó a mí un día en una de sus visitas al templo curiosa por conocer y desde que la ví sentí su vibra y supe que seríamos excelentes amigas.
Ella me enseñó que no, ellas no están mal por vestirse diferente, nosotras sí estamos mal por doblegarnos a seguir reglas dictaminadas por hombres y acatadas por nosotras como esclavas culturales, de ella aprendí el ser libre, ella me enseñó que del otro lado del mundo hay más culturas, hay libertad y que nosotras sólo estamos siendo suprimidas y guiadas por absurdas reglas, ella me enseñó que sí se puede ser libre, pasaron varios años para que yo pueda suprimir el sentimiento de libertad que aguardaba en mi alma, y cuando lo hice, terminé siendo vendida por mi propia familia.
[Thomas]: Y, ¿qué pasó con esa chica?.
(Keisha): Tuvieron que salir, mi pueblo las etiquetó de irrevelentes a ella y su familia por ser diferente y tuvieron que dirigirse a otra parte, nunca volví a saber de ella, pero le agradezco mucho, gracias a ella hoy soy Keisha.
Thomas hizo un gesto con sus labios como si fuese a hablar, pero no lo hizo, y ya decidida y capaz de todo sin que él se lo esperara, despendí el velo que cubría mi rostro.
(Keisha): Esta soy yo, aquí está tu respuesta, yo soy Keisha.
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Culturas Divididas
AdventureDistintos idiomas, distintas costumbres, enemigos en guerra y aun así deciden arriesgarse, contra viento y marea, venciendo todo obstáculo, pero ¿seráp suficiente para poder tener una relación con culturas divididas?