Collares Rotos
3
La Salida Del Abismo
21 de mayo de 1510.
Era de madrugada cuando la noticia, llevada por uno de los Escuchas más veloces y sigilosos de la manada, llegó a oídos del principal consejero de la Alpha Verum, pero él, aun así, no tardó ni un momento en ir a llevarla a los oídos que necesitaban escucharla.
Noam lo encontraba sumamente irónico, el hecho de que fuese casi imposible para la loba dormir en situaciones en la que no tenían que temer un ataque en cualquier instante -como el viaje en barco y los días luego de la batalla con Dubois antes de zarpar-, y justo ahora, cuando todo mundo estaba con las alertas al máximo, todos y cada uno de los centinelas patrullando el perímetro, y aun así el resto de soldados permanecían en vela, ella estuviese plácidamente dormida en su tienda.
La decisión de levantarla era casi difícil para el Omega, sabiendo lo mucho que normalmente le costaba conciliar el sueño y que esta era la primera vez en meses que había logrado descansar más de cinco horas seguidas, pero en realidad la decisión no era suya: en una situación tan tensa como en la que estaban, no podía dejar esto para cuando despertara naturalmente.
- ¡Alfa!
A lo largo de los años de convivencia Liah había aprendido a que podía recibir una visita repentina y, honestamente, invasiva en cualquier momento del día. Nunca le había molestado, sus irrupciones en su espacio de descanso eran mucho más amenas que cuando los vigilantes de la fortaleza de Luther iban a buscarla para el servicio a su celda, incluso cuando el joven Omega casi siempre llegaba vociferando. Al menos el grito no venía acompañado de un puntapié.
El Mediador entró a la carpa con los ojos glaucos enfocados en la cama, aunque no se vio muy desconcertado de no encontrarla allí aun cuando sentía su pacifica presencia en la estancia.
No fue difícil localizarla, los ojos caían por reacción instintiva sobre la inmensa figura peluda tendida sobre el espacio despejado más amplio dentro de la tienda, cerca de la mesa de guerra. Noam respiró una carcajada, negando con la cabeza y una sonrisa medio entretenida medio impresionada.
Quizá tuvo que imaginarse que la encontraría así; había salido a cazar para liberar energías antes de dormir -y él era testigo de lo muy... alterada que había estado desde que llegaron allí, por lo que sabía que necesitaba mucho de eso-, y por lo general la joven líder de la Rebelión permanecía en su forma lycan luego de eso.
Ya había visto esto muchas veces, pero seguía siendo de cierta forma asombroso, pues un Lycan que al dormir, cuando su cuerpo pierde tensión y no tiene motivo alguno para seguir en su forma de lucha, no regresaba a su forma humana podía estar seguro que su mente se encontraría en una nebulosa de primitivismo al despertar. Sin embargo, no había forma en el Averno de que Liah hubiese perdido el control.
La inmensa criatura, aun así no el lobo más grande que él hubiese visto, levantó la cabeza a su llamado, orejas alertas, mas sin lucir exaltada. Ojos verde lima enfocaron al moreno de pie en la entrada de la tienda, en los que él vio la completa consciencia que ella conservaba, olfateando para asegurarse que el lobo no despidiera olores que fueran un mal augurio.
Al comprobar que no era negativo lo que fuera que estuviese sucediendo, se permitió soltar el largo bostezo por el primer sueño tranquilo que había disfrutado en no estaba segura cuánto tiempo, enormes fauces con largos colmillos luciendo aterradoras al abrirse tan grandemente, por lo que era desconcertante cómo lucía, en cierta forma, como un cachorro. La acción le hizo sentir, también, la molestia que llevaba desde hacía días en el pecho.
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Collares Rotos
LobisomemSEGUNDO LIBRO Durante la primera década del siglo XVI se libró una guerra de la que los humanos fueron ignorantes. Opresores contra oprimidos. Cazadores contra bestias. El Imperio contra la Rebelión. Vampiros contra Lycans. Liah Clark, la pr...