Capítulo II

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"Desire"

"Im gotta bring you to in my hell,
baby I wanna fuck you, I wanna feel you in my bones"

El cielo y sus reglas.

Como poder describirlo, pertenecer al cielo no solo era dejar de lado las emociones interesantes que comenzabas a permitirte percibir, sino también privarte de cualquier cosa diferente entre nosotros.

Era llevar patrones, seguir pasos, aprender de los demás y enseñar el bien a los nuevos, un ciclo repetitivo y desalentador entre todo el alboroto, las reglas son para seguirse, a veces me gustaría pensar que también podríamos romperlas, pero me temo que no es así y en ocasiones es incluso injusto que tengamos tantas cosas en las que pensar, estabilizamos el mundo con ayuda del infierno, pero jamás nos hemos juntado o estrechado las manos.

—¿Estás... aunque sea algo de emocionada? —Vaciló la pelirroja frente a mí, su rostro estaba empapado en incertidumbre y temor ante mi respuesta.

—Puede que sí, pero regresar al punto donde ambas nos quedamos aquí atrapadas lo hace sentir miserable...

Sus ojos olivo recorrieron con precaución mis movimientos, las sábanas blancas de su habitación resplandecían contra la luna, con notas opacas sobre las sombras, la luna apuntando la ventana rogando en esperanza y aun así... me sentí sumida en algo de lo cual no podría salir.

—No tenemos opciones.

—Puede que no, pero ¿De verdad te quedarás ahí sentada esperando que algo nos saque de aquí? —Gruñí con los dientes apretados esperando que mis padres no escucharan nuestra conversación.

—¿Y qué harás tú?

—Haré lo que tenga que hacer, mientras tanto cierra la boca, necesito pensar en algo... algo que nos saque a las dos de aquí.

Rocé las yemas de mis dedos contra mi cara, el cosquilleo en mi piel me hizo perder los estribos, un suspiró dejó sus labios acompasados, mientras la misma mueca de lado se asomaba entre las facciones de ella.

Nuestra preocupación era evidente, nos atormentaba el hecho de que en dos días comenzarían las pruebas en la ciudad, nos reuníamos en el consejo general, primero nos separarían en grupos, en general la población postulante a la educación en las cuatro opciones era lamentablemente escasa, la mayoría seguía los pasos de sus padres y desde pequeños su destino sería quedarse entre los suyos.

Afortunadamente mis padres decidieron que podría tener una prueba de admisión al instituto del cielo, al menos podría culminar mis estudios y postular para algo más que un simple Ángel.

No tenía de que preocuparme, eventualmente; pero había algo entre mí que no me permitía respirar con normalidad, quedarme en el cielo, estuve toda mi vida permitiéndome ser lo que me corresponde, dejé que mis allegados decidieran lo que debía hacer, en ocasiones creí que yo era la que no encajaba y tal vez estaba pecando contra lo que verdaderamente soy, pero ni siquiera sé quién soy o que quiero ser, odiaría decepcionar a mis padres pero desde hace tiempo me decepciono a mí misma por no hacer lo que tal vez si me gustaría.

—Podemos mentir en las pruebas. —Inquirió en un hilo chillón de voz la ojiverde.

—No... no funciona así... ¿Qué harías en la prueba sanguínea? ¿Solo mentir?

—¿Huir...?

—Tenemos muy poco tiempo Verona. —Murmuré obvia, su ceño estaba fruncido y sus dientes tenían atrapado su carnoso labio inferior.

El reloj de su pared tintinaba con el pasar de los segundos en un estresante pitido, las múltiples pero erróneas ideas se acumulaban desastrosamente en mi cabeza y ninguna me dejaba pensar con claridad.

El Instituto de Lucifer [➖]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora