2-Viernes

9 0 0
                                    

Alice, que bello nombre”

Después de una larga semana, Saya regreso al bar. Al asomarse a la barra y pedir un trago, Ariel le hace un movimiento de cabeza hacia la esquina izquierda. La joven mira en la dirección indicada y observa a la mujer sentada, como la otra vez, sola.

—¿Quieres llevarme el trago a esa mesa?

—¡Claro! —dijo Ariel atendiendo a otros clientes en espera.

—¿Puedo? —pronuncia la joven parándose al lado de la silla vacía que yacía frente a la mujer.

—¡Claro! ¿Cómo has estado Saya? —pregunta al observar a la joven dejando su abrigo en el respaldo de la silla y prosiguiendo a sentarse.

—Veo que no has olvidado mi nombre, Alice. —comenta en tono juguetón y desafiándola con la mirada.

—¿Cómo podría? —pregunta desviando la mirada hacia la ventana.

—¿No me digas que te has enamorado de mí? —pregunta en tono de broma.

—Podría preguntar lo mismo de ti…

Ambas mujeres se quedaron en trance, mirándose a los ojos fijamente, como queriendo buscar la verdad tras esa broma. Como arrepintiéndose de lo que han preguntado al no causarles gracia. Ambas vencidas, desvían las miradas avergonzadas.

—¡No! ¿Cómo crees? —pregunta la joven.

—¡No! —responde la mujer.

—¿Cómo podría enamorarme de alguien que tiene familia? … ¡No podría! —dice la joven asumiendo lo que refleja su colgante y la forma de hacerlo notar.

—¿Familia? ¿Crees que si tuviera familia estaría bebiendo tan tarde? —pregunta algo enojada Alice. Como si la joven hubiese abierto una herida difícil de cerrar.

—¡Lo siento! Es que…creí que por tu colgante…podrías tener una familia, pero creo que me equivoque. —la joven se arrepiente de haber malintencionado el colgante.

—No, perdóname a mí, por ser tan grosera. Es solo que…de alguna forma quise tener una familia, pero por distintas cuestiones…no pude.

—¡Lo siento! No te quise incomodar…Aunque la primera vez que te vi, me pregunte ¿Cómo es que una mujer con familia podría estar bebiendo? Tan tarde en un este bar...

—¡No te preocupes! Supongo que cualquiera podría confundirse…

El silencio se hizo presente. Ambas se sentían algo culpable, de ese mal momento. Ambas no sabían cómo continuar, pero mientras la joven miraba su reflejo en la bebida blanca, Alice no podría dejar de preguntarse sí ¿Son parientes? ¿Por qué es tan parecida a él? ¿Por qué su semblante se parece a él? Y como si se respondiera a si misma… ¿Por qué quiero que se parezca a él?

Alice se lleva la mano a la frente como queriendo dejar de pensar en él y no poder conseguirlo. Le hace seña al camarero y éste le trae una botella…

—¿Estás bien? No deberías beber tan apresurado...

—¿Por qué? Me lo dice alguien que ha estado bebiendo Vodka todos los viernes…

Y como si le hubiese caído la ficha a la joven, ella toma la botella y bebe del pico.

—¡Ey! No te lo acabes…sola —dice la mujer dándose cuenta de que su botella no alcanzaría.

—¡No te preocupes! Yo invito la que sigue—dice la joven algo tomada.

***

—¿Quién diablos hace algo así? ¿Quién se acostaría en tu propia cama con su amante? ¡No lo puedo entender!

La joven mira el techo queriendo que éste cayera y la aplaste para poder olvidar su traición y olvidarla a ella de todos sus recuerdos.

—Alguien que no tiene respeto ni cariño por ti…—dice la mujer también pasada de copas.

—y si ¿Nunca me quiso? Y si ¿Lo hizo solo para facilitarle los exámenes? Y si solo ¿Jugo conmigo? —se pregunta la joven como quien habla sola.

—¡Vaya! Por lo menos te has dado cuenta de que te uso… ¡Es una perra!

—¿Qué dijiste? —pregunta la joven volviendo su rostro hacia Alice, como si su mente se hubiese apagado por un instante y no lograr escuchar lo último que dijo.

—¡Que es una perra! Te uso, se dio cuenta de que a ti te gustaba y se aprovechó de eso, y tomo todo el crédito por ello.

—¡Soy una idiota! Sabía que era una zorra, que se acostaba con varios a la vez, pero no lo quise ver. Es como si su sensualidad y belleza me hubieran drogado, y me volviera adicta a ella. ¡Es obvio que no sentía nada por mí!

Y al solo escuchar silencio creyó que ella estaba dormida. Sus ojos estaban cerrados. La joven la llamo pero no respondía y con la poca lucidez que sentía, se acercó tambaleante, a su lado. Toco su hombro pero como si lo hubiera hecho una pluma, no respondía. Acerco su rostro al suyo y susurro “Alice”. Tocó su mejilla y sus ojos se abrieron, se volvieron a cerrar, y en un segundo susurro…se abrieron.

Tal vez sea a causa del alcohol, o porque por dentro deseaba que fuera él… que sus labios se acercaron a la de la joven y beso a Saya. La beso porque el alcohol nublo sus sentidos y su deseo de que fuera su “amado” quien este frente a ella, le jugó una mala pasada a su mente y le hizo creer que era ese rostro, quien la miraba y la despertaba dulcemente de un fugaz sueño.

Saya no se resistió, aunque quisiera no tendría fuerza para hacerlo. El alcohol también se había apoderado de ella y de su mente. Sus labios se fueron fundiendo una vez más mientras sentían que hacía más calor de lo que debía en esta temporada del año.

Ambas sentían esa necesidad de tocar el cuerpo de la otra y apagar en ellos, ese calor que las estaba quemando. Ese calor de sentir otra piel junto a la suya, ese calor de darse amor al rozar cada parte de sus cuerpos. Y como si se comunicaran con las miradas, ambas sentían el rogar de la otra por el tan ansiado llamado del amor.

*

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Feb 10, 2022 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Enamorarse de lo ProhibidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora