Capítulo 1: La mudanza

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Me encontraba nerviosa, nunca había hecho algo así, pero debido a la nueva situación era evidente que teníamos que escondernos hasta que el peligro hubiese pasado, sin embargo no podía tener contacto con nadie, esa era las norma.

Tenía dinero suficiente como para seguir viviendo de el sin trabajar dos vidas, todo gracias al trabajo realizado por mis padres durante mis dieciséis años de vida, de hecho había conseguido comprar una casa en el sitio donde me habían asignado, la cual parecía un hotel o un centro comercial, ya que cubría casi todas mis necesidades, también me había alistado en un instituto, naturalmente siendo hija de la gran Hermione Granger ya me sabia el temario de memoria.

Ya en mi nueva casa, con todo instalado después de horas moviendo muebles mediante conjuros, los cuales me habían autorizado a hacer debido a mi menoría de edad, decidí darme una ducha y explorar el nuevo vecindario, me desenrede el pelo con mucho trabajo y busque ropa fresca y cómoda debido al calor que azotaba el pueblo, extrañamente sabía que aquel pueblo tenía algo mágico, pues solo al escuchar su nombre ¨Vukeil¨ me recorría por todo el cuerpo una sensación de bienestar. Me puse unos vaqueros cortos, una camiseta azul estampada con el símbolo de Hogwarts y unas Vans a juego, cogí mi mochila (la que tenía un encantamiento de extensión indetectable ) y guarde mi escoba, mi cartera, y mi móvil, cerré la puerta con llave, y las guarde en mi bolsillo caminado por el jardín hasta llegar fuera de la casa.

Camine unos pocos minutos hasta un parque realmente hermoso, allí vi a dos pequeñas jugando alegres sin ningún tipo de preocupación, a una pareja algo extravagante, el rubio y vestido de negro de arriba abajo, porque no admitirlo era muy guapo, la chica en cambio parecía dulce e inocente vestida con ropa de ballet, y el pelo pelirrojo recogido en un moño, suspire y vi un manzano hermoso y decidí sentarme a su sombra a descansar, hice que una manzana cayera en mi mano y la limpie un poco con mi camiseta antes de probar su dulce sabor, sonreí al notar una pequeña brisa que me traía el olor del mar, volví a suspirar, antes de oler y escuchar el gas y el ruido e una moto que ronroneaba cerca de mí.

Me levante molesta por aquella escena, y fruncí el ceño antes de ver al culpable de todo aquel escándalo, el culpable se quitó el casco dejando ver unos hermosos ojos verdes, un pelo entre castaño y negro y una sonrisa pícara en sus labios, me miro a los ojos y aunque me sonroje levemente di media vuelta y me senté en el banco más cercano al manzano.

El poder del bienDonde viven las historias. Descúbrelo ahora