Capítulo 4: Melodía

184 31 2
                                    

Pasé el resto del día a la sombra de un árbol. Cuando el sol bajó fui al lago a pescar.

Miré atentamente el agua, vi las ondas producidas por el nado de un pez. Me tiré y con mis largas uñas lo capturé.

Comencé a comerlo con ganas, tenía hambre y un poco de víseras me cayeron en el kimono.

—Ay cielos, ya me ensucié —entendí que la ropa bonita no estaba hecha para vivir en el bosque.

Después de comer me eché en la rama de un árbol alto. Saqué la flauta de mi kimono y la observé. Ya casi era media noche y mi corazón palpitaba a millón.

¿Vendría? Me venía bien un amigo, alguien con quien hablar. Estaba cansada de conversar con mi reflejo en el lago.

Me encontré pensando en sus ojos azul profundo y su semblante serio. La forma en que se movía ágil con su katana y el sonido hermoso de su silencio.

Había sido la primera vez que estuve tan cerca de un chico humano.

Otra vez observé mi flauta.

—Espero poder recordar alguna melodía cuando llegue el momento —me dije.

La luna ya casi llegaba a lo más alto del cielo, se acercaba la hora.

Llevé la flauta a mis labios y cerré los ojos. Mis dedos fluyeron por los agujeros como por arte de magia, recordaba cada nota a la perfección y el aire salía en un sonido melódico, armonioso.

Toqué con fuerza para que él oyera y con cada nota le dedicaba un "ven" desesperado. A veces me sentía algo patética, ¿cuándo había añorado tan desesperada por compañía, al punto de desear la de un cazador que había estado cerca de cortarme el cuello? Eso no importaba, había confiado en mí y me había mostrado misericordia a pesar de no conocerme. Era buena persona, de seguro vendría. ¿O tal vez no?

Por un momento dejé de tocar la flauta.

—¿Qué estoy haciendo? Llamando así la atención hará que me maten. Él no vendrá de todas formas… —me dije.

Sentí el sonido de pisadas sobre la hojarasca seca.

Desde la rama del árbol en la que estaba echada me incorporé y miré hacia abajo. ¡Estaba ahí! El chico serio de ojos azules. No lo podía creer. Sentí mis mejillas calentarse. Él me miraba desde abajo con su típica expresión sobria.

Pero súbitamente apartó los ojos, su cara se puso roja.

Fue entonces que di cuenta. Él estando abajo y yo arriba en una rama, podía ver perfectamente debajo de mi kimono. La sangre se me subió a la cabeza en señal de vergüenza.

—¡Aaaaaah! —grité apenada y sin pensar en lo que hacía le tiré la flauta al chico. Se suponía que debía pegarle en la cabeza pero él la agarró ágilmente antes que le diese.

Salté de la rama al suelo y me puse en frente de él.

—P-perdón, no fue mi intención —me disculpé por haber querido darle.

Él miró serio la flauta y me la devolvió.

—¿Quién te enseñó a tocarla? —preguntó ignorando completamente mis disculpas y todo el vergonzoso suceso que acababa de ocurrir.

—Fue… mi madre…

—¿Tu madre era humana?

—No, era un demonio, pero no se si fue mi verdadera madre. Sé muy pocas cosas de mi pasado y… —lo miré fijamente—. Me alegra que hayas venido, podemos ser amigos —el se sorprendió un poco con mi última palabra.

—Vine a vigilarte —me interrumpió.

—¿Eh?

—Debo estar seguro de que no eres una amenaza para los humanos, luego de eso evaluaré si debo llevarte ante los demás pilares.

—Los demás pilares… Entonces… ¿eres un pilar?

Era un pilar, pero no el mismo de aquella vez. El día en que escapé de aquel horrible demonio un pilar se enfrentó a él y gracias a eso pude escapar.

Él afirmó con la cabeza.

—Entonces… ¿Vendrás todos los días a visitarme? —pregunté.

—A vigilarte —me corrigió—. Hasta que acabe mi misión aquí. Vine a exterminar un demonio que está asediando este pueblo —me miró con sospecha.

—No soy yo, lo prometo —le sonreí, pero se quedó serio y no dijo nada más.

Después de eso pasaron unos minutos muy incómodos en los que no sabía que hacer y tenía sus dos ojos azules sobre mí. Hasta que decidí comenzar una conversación.

—Ah, ¿cuál es tu nombre?

—Giyuu, Tomioka Giyuu.

—Tomioka, suena bien —dije y todo quedó en un silencio muy incómodo—. Se supone que ahora me preguntas el mío.

—¿Eh?

—No eres muy sociable, ¿verdad?

Él me miró con una expresión que no había visto aún, reflejaba algo de tristeza pero también sorpresa. Se quedó en silencio y desvió la vista.

Al parecer incluso yo, habiendo vivido gran parte de mi vida sola en el bosque tenía más habilidad social que él. Sentí un poco de lástima por él. Tal vez mi único amigo era mi propio reflejo, pero él no tenía siquiera eso.

—Yo puedo ayudarte, si quieres, puedo ser tu amiga… —comencé a decir.

De repente Tomioka se dio vuelta para irse dánde la espalda. ¿Se había molestado por lo que le dije? No había sido mi intención herirlo. Ví como se marchaba, y sentí que había perdido mi oportunidad de tener algo de compañía por primera vez en tantos años.



🗡🥀🗡🥀🗡🥀🗡🥀🗡

Qué maleducado este Tomioka (•́へ•́╬)
.
.
.
No importa, igual te amamos.

Espero que hayan disfrutado el capítulo. Les aviso que también tengo un fanfic de Enen no Shōbōtai (Fire Force)

Un beso,
                  La Sacerdotisa Roja

PD: recuerden votar :3

Ahora si, chao ( ˘ ³˘)❤

🗡🥀🗡🥀🗡🥀🗡🥀🗡🥀🗡🥀🗡

Melodía hacia mí(Tomioka Giyū y tú) ☆Kimetsu no Yaiba fanfic☆Donde viven las historias. Descúbrelo ahora