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Pasaron algunos días pesados, a veces no dormía bien y solo me quedaba mirando al techo. Suspiré al ver la luz del sol asomarse por mi ventana.

Miré mi vientre, aún tenía la duda si esto era un enfermedad o si algo hicieron conmigo y no me dí cuenta. Escuché la puerta de la habitación de Frank y Alejandro abrirse, sabía muy bien que era el risa escandalosa, de seguro tenía ganas de ir al baño como siempre.

Tomé mi camisa y me la puse, era tan suave la tela. De pronto tocaron la puerta.

—Rubius, ¿estás despierto? —Era Alejandro.

—No, estoy dormido.

—Vale, lamento haber... Espera. —Abrió la puerta y entró—. Buenos días.

—Buenos días... Si es que hay algo bueno. —Me reí sarcástico.

Alejandro tomó asiento junto a mí y me miró. —¿Quieres salir hoy?

Negué con la cabeza y me acosté de nuevo.

—Tú y Frank deberían salir a pasear, no volveré a salir porque mi embarazo se nota un poco. —Expliqué y era cierto, me daba cierta incomodidad salir así.

—Hoy no saldré, Frank tiene que trabajar así que tú y yo pasaremos el día juntos, otra vez. Hoy podemos jugar algún juego de mesa.

—Si, claro. Que di-ver-ti-do. —Me reí y Alejandro me dió un ligero golpe.

—Iré a preparar el desayuno.

El enano se fue y yo pude por fin estar solo, estar embarazado cambia mucho tu forma de pensar y ver la vida. Siendo sincero, no quiero tener... ¿Depresión posparto? Y solo porque imagino estar yo solo cuidando a mi bebé.

Al menos le enseñaré a dar buenos golpes y a jugar.

En todo el tiempo que estuve acostado, escuchaba la conversación de Frank y Alejandro. Al cabo de un rato Frank se fue y Alejandro me llamó para comer.

Bajé a la cocina y desayuné junto a Alejandro, hablamos de cosas sin nada importante.

—Ruben, ¿Algún día tú bebé tendrá otro padre? —Preguntó, causando que casi me atragantara con mi comida.

—¿Para que otro padre si me tiene a mí?

—No lo sé... —Tomó un sorbo de agua—. No puedo imaginarte solo, criando a un hijo y sin tener los deseos de tener...

—Vale, vale. Tú ganas. —Dije interrumpiendo—. Buscaría a mi pareja en el momento justo, eso sí; tiene que aceptar a MÍ hijo.

Él sonrió y me dió un vaso con agua.

—Eso es bueno, no me gustaría verte como la típica mamá soltera cara dura, pero con el alma frágil y que ve novelas para ponerse a llorar.

Me reí ante sus palabras.

—¿Cómo serías tú con tu hijo? Si es que llegas a tener más de uno. —Susurré lo último.

—Sería un buen padre, además... ¡Imagínate un hijo mío y de Frank! Se vería malditamente tierno. —Sus ojos casi podían brillar ante sus palabras, se le notaba que amaba mucho a Frank. Claro, ambos tienen la mentalidad de un niño.

—Un bebé muy escandaloso y chiquito, ¡ay que tierno! —Dije en un chillido.

—No me digas enano, mi hijo saldrá alto y muy guapo. Y si es niña, saldrá muy tierna.

—Y enana. —Me burle de él nuevamente.

—Gilipollas.

Me levanté de mi asiento y llevé mi plato para lavarlo. Al terminar pasé al lado de Alejandro y le besé la cabeza.

Gripe de "Nine months". [Rubelangel] [Extendida]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora