Lo intenté.
Intenté camuflar entre prosas y versos la historia que tercamente se había adherido a mi memoria.
Intenté desviar los sentimientos en un disimulo entorpecido.
Intenté disimular su impacto en mí.
Lo intenté.
Intenté, pero fallé.
•••
Había pasado un tiempo razonable, para ser sincera había pasado incluso un poco más de eso.
Había pasado esa cantidad en la que ya no te enojas por sus errores sino por los tuyos. Por el tuyo al no permitirte pasar el capítulo, su capítulo.
Había sido tan fácil acostumbrarme a nosotros, tan fácil enamorarme. Sin embargo, estaba siendo tan difícil dejarlo atrás, olvidarlo.
Estaba siendo complicado.
No sabía si el seguía pensando en mi en alguna forma, lo más probable era que no. De lo que estaba segura era sobre que no lo hacía de la misma forma que yo lo hago.
No sabía cómo pero su recuerdo vivía latente. Era un efecto incomprensible a mi cordura que perturbaba mi discernimiento. Era un plan conjunto de mi corazón y mente en mantenerlo perenne.
No me era justificable caminar en un lugar a miles de kilómetros recordando memorias a miles de minutos de distancia. Y cuando no te puedes justificar a ti misma, es cuando estas en graves problemas.
-Lo siento -mi voz se mezcló con la de Catrina
Tuve que bajar un poco mi vista para encontrar a mi compañera de colisión. Catrina continuaba recogiendo hojas caídas.
-No te preocupes, yo iba distraída -susurré mientras veía como la pequeña continuaba su tarea como si nada.
Me senté en una de las bancas para evitar mas sacudidas inesperadas por andar metida en mi mundo. Además, cuidar a Catrina significaba estar en constante alerta. Ella era mi sujeto de vigilancia de medio tiempo que probaba mis sistemas de alerta constantemente.
Sus padres trabajaban, entonces necesitaban alguien que la viera mientras ellos no estaban. Nunca pensé que el trabajo de niñera fuera lo mío, especialmente teniendo una hermana menor. Pero al mudarme, me hacía falta ese compañerismo y como por destino, aparecieron a los Aristi, conocidos de la familia.
El horario me estaba perfecto, no eran muchas horas, pero lo necesario para cubrir ciertos gastos. La complejidad no era mucha y Cat tampoco era muy traviesa que digamos, al menos no muy seguido.
-¡Viena, mira esto! -llamo mi atención nuevamente levantando la vista con una expresión de genuina alegría, ¿es que habría encontrado dinero? -Es una hoja verde
Sí, Catrina, es una hoja en el parque. Novedad.
-Esta muy linda, Cat, solo no llevemos muchas a casa - le dije, después de todo mi trabajo no era desinflar globos de emoción de infantes.
Ella se acercó ensenándomela más de cerca -Es difícil encontrar una verde en el otoño -puntualizó mientras volteaba a ver el paisaje que formaba el cambio de temporada -Mi mamá dice que son especiales en esta fecha
Para ser sincera nunca lo había visto de esa forma -Eso es cierto, es especial -acoté mientras ella se sentaba a mi lado
-¿También crees en eso? -cuestionó con los ojos iluminados.
- Hay muchas hojas rojas, anaranjadas y amarillas, pero a este punto de la estación muy pocas son verdes -dijo mirando alrededor del parque donde estaban -Eso las hace únicas
-Y por ende especiales -culminó sonriendo.
- Y por ende especiales -reafirmé.
-¿Has encontrado alguna vez una hoja verde en otoño? -su pregunta me desconcertó un poco.
En ese momento recordé lo que había ocupado mis pensamientos unos minutos antes.
-Algo así, sí
-Yo quiero conservar mi hoja verde, ¿tu como conservaste la tuya? -hice un intento de sonreír.
Y aunque podía responder al primer interrogatorio con más facilidad, este no era el caso. La memoria estaba golpeando aquí, no por la pregunta sino por la respuesta. Una respuesta que estaba tratando de superar.
-No lo hice. Lo dejé ir.
Ella hizo una mueca -Bueno, entonces esta la podemos conservar -dijo poniéndola sobre el libro que había llevado -Cuídamela hasta llegar a casa, ¿sí? -no espero respuesta antes de correr a la zona de juegos.
-Cinco minutos más y regresamos -le avisé, aunque sin respuesta.
Baje la vista viendo la hoja verde de uno de los tantos arboles de maple que rodeaban el parque. La moví con cuidado poniéndola entre las páginas de mi libro.
La mire unos instantes. Esas tres palabras retumbaban aún.
Lo dejé ir.
Era la verdad. Había dejado mi hoja irse.
Lo peor era no poder culparlo, porque el motivo había sido yo. Aunque quisiera convencerme de lo contrario, el cambio lo había generado yo misma.
Ese amor que había dejado prendida una llama que estaba tratando de apagar hace meses sin poder salir victoriosa. Y aunque había una esperanza de que se apague por mi lado, pues del suyo ya se había extinguido; no sabía si quería hacerlo.
Cada día trataba de convencerme que apagarlo era lo mejor.
Después de todo, fue un amor de verano que no vio el otoño.
Fue un amor verde verano.
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verde | sc1
Short StoryExiste la obsesión de definir cada etapa, cada experiencia, encuadrar sentimientos en parámetros determinados por extraños, desconocidos en coyunturas particulares. Antes solía envidiar la libertad y el poder con el que titulaban cada episodio, hast...