2.0: Asuka

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Agradecimiento Especial

Quiero agradecer a voyager0317 por continuar esperando, después de como seis o siete años desde que escribí la primera parte de este ff, a que actualizara. No sólo se pasó cada año comentando que lo esperaba, sino que aportó amigablemente su opinión sobre cómo podía continuar. Aprecio enormemente que después de tanto tiempo siguiera esperando, por lo que espero que esta continuación no le decepcione y aunque no sepa aún cómo continuar, haré el intento, en mi afán de no dejar inconclusa esta historia. Feliz cumpleaños este próximo 17.

Igualmente quiero agradecer a Oyashirazu porque sin toda la experiencia que he adquirido a su lado en muchas cosas, definitivamente desbloquear esto que necesitaba escribir, no habría sido posible. Feliz cumpleaños (ahora atrasado).

Descubrí que muchas personas que actualmente son importantes para mí, cumplen años en enero. Felicidades a ambos, y felicidades también a una querida conocida que creo que está en buen camino a ser una querida amiga: Vani, feliz cumpleaños el día 16.

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Shinji Ikari ahora conocía una nueva realidad e incluso para sí mismo, aquello resultaba no sólo refrescante o interesante. Se sentía feliz. Era una sensación nueva y que lo satisfacía a pesar de la tranquilidad e incluso pasividad que le aportaba ese sentimiento.

No era un adicto al drama. Había salido de él justamente porque lo único que deseaba era calma y paz, la sensación de que era normal y que a partir de entonces, solo tendría tranquilidad. ¿Era tan difícil tener un poco de paz?

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POV Asuka

Ni siquiera su vida parecía ser real. Todo lo que había conocido, todo aquello en que había creído, parecía haber sido fabricado meticulosamente para creer que era real, pero nunca lo había sido.

Merecía más. Sabía que merecía más. Una vida para sí misma. No merecía ser un clon aceptable. No merecía encajar en cómo los demás hacían sus vidas.

Merecía la suya.

La única manera de asimilarlo, de entenderlo por completo, era vivir permanente irritada, aislada emocionalmente de los demás a través de una barrera de insultos y molestia sin fin. Estaba tan enojada. Tan profundamente resentida.

No se aislaba en una especie de incondicional deseo de que otros la comprendieran, porque hacía muchos años que ese límite había sido completamente rebasado. La madre de la primera persona que había sido, se había suicidado. No le importó sembrar esa semilla inicial de separación y abandono. ¿El padre? Ni ella era capaz de recordarlo. ¿NERV? Ni un ápice de interés más allá de convertirla en carne de cañón. ¿Kaji? Jamás. Ni aún cuando su primer yo se le había ofrecido descaradamente en múltiples ocasiones.¿Misato? Sólo pensaba en el estúpido de Shinji y en ser un juguete de Kaji para satisfacer quién sabe qué placer malsano y resolver sus asuntos paternos. Nadie.

Pero un día algo había cambiado en ella. La persona en quien menos había puesto sus ojos, la persona que estaba menos en su alcance porque no se interesaba en nadie, puso su atención en ella. La vio desde un silo distinto. Kensuke. Un simple compañero de escuela de la primer persona que fue. Un amigo de Shinji. Alguien que en apariencia, le resultaba a esa primer persona, de lo más insignificante e irrelevante. ¿Qué habría podido ver en Shinji como para interesarse en él? Y entonces ¿Qué habría visto entonces en Kensuke Aida?

Pero ahí estaba. Ya no era un simple compañero de escuela. Debía tener al menos la edad que tendría la primer persona que fue. Tal vez 35 o 36 años. No lo sabía. No preguntó nunca.

Pero ahí estaba.

Paciente, pero firme, le pedía no dejar nada tirado por todas partes, pero aún si no le prestaba atención, Kensuke ponía esa cosa en su sitio y le daba una palmada en la cabeza, como si fuera una niña. No la trataba como a un clon. No la trataba como alguien indeseable. No le hacía daño con calificativos mordaces o con quejas sobre su comportamiento cruel. Siempre decía "Asuka, haces esto bien", "Asuka, lo estás intentando, sé más paciente contigo misma", "Asuka, te presionas mucho, eres muy temperamental". Pero en vez de decir todas esas cosas con fastidio o frustración, sonreía para ella.

Gracias a él, conoció la calidez de alguien que no se sentía afectado por ella de manera negativa.

Un día cualquiera, sentada sobre el tronco muerto de un árbol caído, se limpiaba las botas de nieve sucia y zapateó un poco, llenándose a sí misma de nieve. Frustrada, hizo un sonido de molestia y se cruzó de brazos.

Kensuke la observaba a lo lejos y sonrió para sí mismo. Para él, sin ella saberlo, era una mujer adulta, aún cuando seguía luciendo como una adolescente. Pero era una mujer adulta herida y con inmenso dolor a quien habría deseado ser capaz de confortar sinceramente.

NERV y luego WILLE le habían hecho perder toda su vida, ésa que tenía como una persona antes de un clon, y luego fabricaron a ese clon, que finalmente pensaba y sentía como la persona de la que había sido replicada.

Kensuke sabía todo aquello, era perfectamente consciente de que aquella joven pelirroja, con el ceño fruncido, las botas llenas de nieve sucia y cubierta con un enorme abrigo y un gorro rojo, estaba totalmente sola en el mundo que, desolado, comenzaba a recomponerse.

Pensó que en su mente sólo había recuerdos, a cual más duro, de desolación, soledad y tristeza. Y aquello le apenó. Era una joven que podría considerarse bonita, incluso tierna si no se le dirigía en absoluto la palabra, pero con una boca y un temperamento cruel y mordaz. Sus problemas y sentimientos de abandono eran claros para él y estaba dispuesto a hacer algo si es que podía.

No tuvo que hacer nada. Asuka parpadeó rápidamente y una sonrisa muy breve, pero contundente, cruzó la comisura de sus labios finos, que parecían helados de frío pero delicados y de un ligero tono rosado. Ese día, algo en él se removió y fue suficientemente capaz de sentir su soledad. Fue que lo comprendió todo.

Él también era un ser solitario, pero a él lo sostenía la esperanza de poder hacer algo por el mundo.

Asuka era solitaria porque no tenía a nadie y tampoco tenía ninguna esperanza que la sostuviera en su soledad.

Se acercó y su mano volvió a darle una palmada en la cabeza, pero luego se deslizó suavemente a su mejilla. Su reacción, completamente descolocada, fue de rubor y un poco de pena, pero le devolvió la sonrisa que él esbozaba al hacerlo.

La esperanza de tener una nueva vida, también le devolvió la mirada y estaba sonriéndole.

Por primera vez, tuvo la posibilidad de conocer la esperanza.

La nieve había cubierto todo de blanco y Kensuke pensó que estarían más cómodos si dormían en la misma cama. Asuka aceptó en cuanto lo dijo, sin objetar. El frío le calaba los huesos.

Luego, unos meses después, llegó la primavera.

Pero la segunda cama en la vivienda que Kensuke había adaptado y en que Asuka había terminado viviendo, permaneció vacía, a pesar del clima.

La maldición del cerezoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora