Que hubiera pasado si la reina blanca no hubiera desterrado a Ilosovic Stayne con la Reina roja y que hubiera pasado si el y Alicia se hubieran enamorado, mientras que ella buscaba la espadas vortica en el castillo durante su estadía.... en donde qu...
Hoy el Sol estaba ardiendo con mucha fuerza casi con venganza que era inusual para ser tan temprano en el día y en esta época del año. Era casi como si el sol estuviera burlándose de todos nosotros en el patio
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Y poniendo fin a nuestras almas mucho peor que cualquier otra cosa que tuviéramos que soportar bajo el reinado de la Reina Roja. Porque ¿Quién más podría hacer lo que había hecho el Sombrero? ¿Quién más podría haber reunido la valentía necesaria para liderar la resistencia?
Los caballeros rojos se alineaban en el camino hacia la plataforma de ejecución. Más atrás, en las celdas de los prisioneros, me estaba preparando yo tanto como el sombrero y la lirón para comenzar su marcha de la muerte. Era solo yo, ningún otro guardia recibió permiso para preparar y manejar a los prisioneros en sus celdas. El silencio gritó con un volumen horrible que nadie quiso abordar. Después de yo hubiera apretado los grilletes que ataban al sombrero, me incliné y le susurré
Ilosovic: la puerta del balcón de la Reina no estará vigilada, aunque estará cerrada
Puse una llave de hierro en sus manos, mirando hacia abajo, vi al sombrero me fruncí el ceño y me dio una mirada inquisitiva. Casi suspiré. Honestamente, algunas personas eran tan tontas y torpes que prácticamente tenía que gritar para que me entendieran las cosas más simples. Aunque entendía la confusión del sombrero; después de todo yo era la mano derecha de la Reina Roja. Pero ya no quería eso, ya no quería esta vida que estaba viviendo actualmente. Y para que yo obtuviera lo que quería, la Reina debía ser destronada. Dirigiéndole al sombrero una mirada penetrante, me incliné una vez más
Ilosovic: ¡FIN A LA MALIGNA REINA ROJA!
Le susurré al sombrero, en el oído para que nadie nos oiga
Vi como la comprensión brillaba intensamente, como un faro, en los ojos del sombrero de luz, el asintió y me sonrió. Asintiendo, les indique a los prisioneros que me siguieran. Lo hicieron en silencio, con la cabeza agachada. Me detuve una vez que llegamos a donde estaba la primera carta roja
Ilosovic: usted llévelos de aquí. Estaré esperándolos en el patio para darles la señal. Trata de no sacudirlos demasiado
Una de las cartas: si señor
Me respondió la carta roja y continué mi camino. Una vez que salí, tomé mi posición habitual, preparándome para darle la señal al verdugo. Después de que pasarán los minutos, la Reina me dió a mi la señal, yo se la hice a la carta
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