𝘈𝘯𝘨𝘦𝘭 𝘌𝘺𝘦𝘴 - 𝘚𝘦𝘪𝘴𝘩𝘶 𝘐𝘯𝘶𝘪

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El tan esperado día de la cita llegó, las manos de Nana sudaban por los nervios.

Su celular sonó, indicándole que le había llegado un mensaje.

"Ya llegué:)"

Pánico.

Corrió al baño a verse por milésima vez en el espejo, peinó su cabello maldiciendo su rebeldía, arregló su falda y lavó sus manos.

Tocaron el timbre, con el corazón en la garganta fue hasta la puerta y la abrió.

—Buenas tardes, Inupi.—Saludó con una sonrisa nerviosa cerrando la puerta detrás de ella.

—Buena tardes, Naa-chan.—Extendió su brazo para que la chica pudiera entrelazar su brazo con el de él y así fue.—Luces realmente linda.—El cumplido provocó una risa nerviosa en la chica.

—¿Oh? Tú también...—Respondió tímidamente, ese chico verdaderamente la hacía desconocerse.—¿A dónde vamos? No me contaste en la llamada.—Bajaban las escalera con total calma.

—A una cafetería, sé que puede sonar común, pero me dijeron que los pasteles de ahí son muy ricos... espero que te guste.

Cuando Inui invitó a Nana a salir no tenía idea alguna de dónde sería la cita, solo sabía quería pasar tiempo con ella y por recomendación de Emma eligió la cafetería.

—Claro, lo importante no es el lugar, es la persona.—Aquellas palabras provocaron una pequeña chispa de emoción en el pecho del rubio, de alguna manera se sentía especial.

—Ven, sube.—La invitó mientras subía a su motocicleta, Nana obedeció sentándose de lado ''sabía que debía venir con pantalones'' maldijo mentalmente esperando que su falda no se levantara.—Sujétate bien.

"Es irónico que me lo digan a mi." dudó si sujetarse del asiento o del chico, no quería incomodarlo pero como si leyese su mente, Inui habló.

—Puedes sujetarte de mi, no muerdo.—Dijo al ver que la chica aún no se sujetaba de nada.

Sintió como las manos de Nana se posaban en su cintura y arrancó, Nana admiraba la forma prudente en la que conducía, muy contraria a su manera de conducir. El silencio era cómodo aunque el tacto de la chica lo hacía sentir extrañamente nervioso. Luego de un rato conduciendo llegaron a la cafetería, se estacionaron y bajaron de la motocicleta.

Inui abrió la puerta haciendo sonar una campanita, dejó pasar primero a su acompañante quien miraba curiosa cada detalle de aquella cafetería de aspecto hogareño, el olor a café inundaba las fosas nasales de ambos, decidieron subir al segundo piso, sentándose en una pequeña mesa al lado de una ventana para tener plena vista al exterior.

Un mesero se acercó para tomar sus pedidos.

—¿Qué vas a pedir?—Preguntó la chica, sintiendo como se le hacía agua la boca al leer tantos tipos de postres juntos.