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La mañana siguiente Itadori se levantó temprano y fue a la casa de Souta, aprovechando para trotar un poco y disfrutar de la fría mañana. Sabía que el muchacho era un madrugador ya que solía llegar de primero a clases, y como era fin de semana él daría inicio a su plan de enseñarle los colores a Souta. ¿Cómo lo haría? Eso se lo preguntó toda la noche, y se replanteó por qué le había dicho eso al chico, pero bastó con una búsqueda en Google y su propia imaginación para tener planeado toda su travesía.
Para cuando llegó a la casa de Souta vió a una mujer saliendo de ella, a quién rápidamente identificó como la madre del chico. La fémina notó la presencia del pelirosado y le sonrió con cariño.
⸺Yuuji, buenos días, hacía tanto tiempo que no te veía⸺ Saludó Hekima.
⸺Buenos días, Hekima. Estoy trotando un poco, ejercitándome y esas cosas⸺ Contestó él bajando la capucha de su sudadera y una sonrisa en su rostro.
⸺Me parece excelente, ¿Cómo está tu padre? Hace tanto que no lo veo..
⸺El señor Nanami se mantiene ocupado con el trabajo, ya sabe cómo es él⸺ Responde Itadori. ⸺Quería preguntarle más bien, ¿Souta está despierto? Venía a verlo.
⸺¡Oh, vaya! Sí, por supuesto, debe de estar desayunando. Ven, deja le decimos que estás acá⸺ Dijo la pelinegra sacando sus llaves del bolsillo de su chaqueta.
La mujer mandó al diablo su racha de llegar temprano a su trabajo y llevó a Itadori al interior de su casa, contenta de su presencia. Yuuji solía vivir en la misma calle cuando era pequeño, pero con los cambios de trabajo de su padre tuvieron que mudarse y pocas veces frecuentaban el lugar.
⸺¿Qué se te olvidó?⸺ Dijo la voz de Souta desde la cocina.
⸺Tonto no se me ha olvidado nada⸺ Contestó ella, fastidiada de lo mucho que su hijo la conocía. ⸺Yuuji vino a verte.
Hekima e Itadori se pararon en la puerta que daba hacía la cocina, viendo a Souta comer pacíficamente con una cara que decía claramente que aún se encontraba somnoliento.
