Sabía que lo rechazaba por algo, pero no es como si antes lo notara por más que lo intente. Era deprimente verlo rogarle indirectamente para quiénes sabían o al menos lo notaban, es decir, el amor te hace ciego y te hace realizar cosas realmente humillantes en algunos casos, independientemente de lo que piensen los demás o tú mismo, que realmente eso es lo que genera la incomodidad en tu garganta y en tu mente el pensamiento "¿Qué estoy haciendo?" Totalmente decepcionado. No sabía que más hacer, y su tiempo estaba contado milésima por milésima.
Él le había "sacado el lugar", pero, no iba a interferir en absoluto en eso, no iba a dejar en evidencia las locuras que podría hacer por un poco de su atención, preocupante a decir verdad. Lo único que le quedaba era ver y desear ser aquél muchacho, y aceptar que nunca estaría con su amor platónico, como bien se sabía, no tenía mucha noción de su existencia y no había captado ni una de sus indirectas o tal vez sí pero hizo como si no. Rara manera de rechazar a alguien, un poco patética y de cobardes que se excusan en "me da vergüenza" para evadir la responsabilidad de sus actos o atreverse a algo que dicen querer, pero con esas excusas dejan notar que tanto no lo anhelan, si lo quisieran, se esforzarían al cien por cien y no se cree que lleguen siquiera al 20 por ciento de esfuerzo, como se dice "Rara manera de rechazar a alguien".Dio una calada a su cigarrillo, mantuvo, exhaló y observó la asimetría del humo que lentamente se dispersaba en el aire. Observó con calma la magnificencia del atardecer de colores rojizos que se presentaba frente a él; el frío comenzaba a sentirse en el ambiente, y desde un balcón de la casa rosada miraba como los niños y familias daban un paseo por ahí. Que bueno, ojalá algún día pueda ser como esas alegres familias que caminaban por allí, ser libre, pero claramente no iba a ser así, jamás ni aunque quisiera porque sus sentimientos le ganaban a su lógica, ¿o tal vez es lo mismo que el hecho de "Rara manera de rechazar a alguien"? ¿Estaba rechazando el intentar ser libre? ¿Qué lo detiene? Fácil; el miedo la vergüenza, la humillación; Sentimientos patéticos para gente patética que son ignorantes, bien dicen que la ignorancia es la cuna del miedo, pero raramente a nadie le da miedo preguntar "¿por qué?" dejando en vista su alta ignorancia, ¡ay, que pena!. Era hora de retirar el pabellón de ilusiones e intentos fallidos por obtener un poco de su atención y cariño, era en vano, ni siquiera era capaz de pedir ayuda, que patético. Apagó el cigarrillo en el barandal de mármol y pasó suave una mano por su rostro demostrando la frustración que en ese momento lo estaba desgastando en potencia. Inhaló profundamente y exhaló, que deprimente era su estado, pero ¿hacía algo al respecto? Tal vez sí, pero no era suficiente, nunca era suficiente. Sus heridas cada vez dolían más y no tenía con qué sanarlas. Sus ojos le ardían y no tenía con qué complacerlos. Su corazón estaba dañado con desilusión y no tenía con qué restaurarlo. Sólo quería afecto de una persona, pero parece que la vida no era estar con él, Alexander no lo quería.
─ ... no me quería, no me elige y no me elegiría... ─Cantaba de forma baja aquella canción que tal vez, sólo tal vez describía su situación actual que tanto le bajaba el autoestima. Sonrió, dándose cuenta de varias cosas, ahora todo estaba más que claro, ya encontró su única salvación, encontró un final ejemplar dentro de sus posibilidades. Cuantiosas carcajadas leves y una rebelde lágrima se escapó de uno de sus ojos. Su vista volvió hacia el parque en frente de la tan aclamada Casa Rosada. Ahora todo tenía sentido y sin más, un pensamiento un tanto peculiar cruzó por su cabeza en ese momento donde se dispuso a fijar la mirada en el pavimento.
¿Cuantos metros había del balcón al suelo?
No podía razonar con claridad en esos momentos, era el peor día de su vida en términos amorosos, ya no lo soportaba más. No quería seguir más, no quería ver más esa infamia que tanto pesar hacía florecer en su ser. Tampoco quería escuchar, estaba cansado de intentar recomponerse, era inútil, como él, y trató por muchísimo tiempo convencerse de que era fuerte, pero las mentiras tienen patas cortas y más con quien las inventa. Mientras bajaba cada vez más su cabeza, su cuerpo le seguía, sus manos dejaron de ejercer presión en el barandal para pasar a prácticamente dejar de sostenerse. El cuerpo era esclavo de la mente, y ésta de los sentimientos o pensamientos intrusivos que persuadían discretamente a la mente que luego, teminaba cediendo ante esas ideas. Se inclinó más y más, hasta que perdió el equilibrio, donde cerró sus ojos al sentir como caía de allí arriba, esperando el impacto con el duro cemento. El miedo lo invadió un poco, causando que sintiera un seco golpe de frío en las piernas las cuales no podía mover, su cuerpo estaba totalmente paralizado. Ya no había vuelta atrás.
ESTÁS LEYENDO
𝓒𝓵𝓪𝓻𝓪𝓶𝓮𝓷𝓽𝓮 | CH
Acak"Sólo se que para tí soy superfluo. Pero sigo lastimandome con que algún día se encienda tu querer y que tu libertad dependa de mi presencia y amor incondicional" Repetía en su cabeza en un intento de tranquilizar sus prepotentes impulsos.