Capítulo II: Herido

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Escuché un sonido y era Toto que traía una pulsera rústica, tejida con lianas secas, tenia como adorno mis flores favoritas y unas pequeñas conchas que funcionaban como cascabeles, lo veo y esta hermoso
_Oh!, ¿Toto de dónde sacaste esto?, ¿es para mí?
El solo me miro, no se había algo en sus ojos que con tan sólo mirarlos sabia lo que quería. Ya oscurecía decidí regresar me, una vez en la habitación me encontraba sola pues a mi compañero se lo habían llevado por haber agredido a uno de los que vestía de blanco, así que me acosté temprano pero no me dormí hasta bien tarde mirando la pulsera. Al día siguiente me encontré con los amigos de Hector, ellos me dijeron que lo llevarían a la habitación mañana, una vez más me fui de ahí para encontrarme con Toto, ya le había cogido mucho cariño, sentí sus pequeños y ligeros paso, ya estaba aquí
_¡Hola amigo!, ya te extrañaba
Le había traído un collar con su nombre Toto, se lo coloque en el cuello y él comenzó a ladrar, no quería que ladrará tan fuerte pues si lo descubren podían hacerle algo. Entonces se adentro en el bosque y me pareció que me miraba para que fuera con él, así que lo seguí, de momento se me había perdido así que no me quedaba otra que volver, cuando doy la espalada siento una voz cálida y tierna que me preguntaba_¿te has pérdido?_ me sorprendí, pensaba que estaba sola en este lugar, giro despacio para saber de quien era esa voz
_Buscaba a mi perro, ¿no lo habrás visto por alguna casualidad?
_No, por aquí no ha pasado ningún perro
Quería ver quien era pero no podía pies ya estaba casi oscuro y por la densidad del bosque no se veía casi nada, le agradecí y me fui, que persona tan rara pues no se de donde salió. Él no vestía como los blancos esos que decían cuidarnos, ni vestía como yo, ¿quién era ese?, no se me ocurría nada. Ya me encontraba en ese lugar oscuro, no se porque cada vez que entraba a ese lugar tenia ansías de libertad pero no podía salir de ahí pues por algo entre.
Me tocó tomarme la pastilla sin poder escapar, al amanecer fui en busca de Toto pues ayer se había ido y no lo volví a ver, entre al bosque del cual hablaban horrores, le decían cosas para que nadie entrara en el, lo llame y llame hasta que oí sus ladridos, me dirigí hacia donde lo escuchaba, ¡lo encontré!, ahí estaba. Me le acerque y note que la pata izquierda de adelante estaba herida y no podía andar bien, me dio mucho dolor verlo así
_¿Qué te paso, amigo?, ¿con que te hiciste esa herida?_mis preguntas se notaban que eran retóricas
Lo cargué en brazos no me gustaba la idea pues siempre de chiquita me decían que los pelos del perro hacían daño, en ese instante nada de eso me importaba solo quería que estuviera bien. Llegue a un lugar donde habían unas plantas que servían para su herida (eso lo aprendí en el campamento de exploradores), exprimí las hojas hasta hacer una pasta la cual embarre con mucho cuidado y luego envolví con una de las mangas de mi sudario.
_Toto ya para mañana estarás mejor
Cuando voy camino de regreso me esperaban dos hombres de esos y al verme salir del bosque me agarraron sin decir una sola palabra y yo tampoco dije ninguna pues sabia que estaba mal, no era de eso rebeldes que por todo sacaban una defensa tuvieran razón o no. Me iban a llevar a la mismo lugar donde estaba Hector pero sucedió algo raro, la misma chica que me había encontrado el primer día, salio en mi defensa, diciendo no se cuantas tonterías que no entendí porque no quería oír, al final me llevo a mi habitación y le digo
_¿Por qué dijiste mentiras?, sabes que esa no fue la primera vez que estaba allí.
_Sí lo se, pero no me gusta que los lleven a esa habitación, a Hector trate de que no lo metieran ahí pero no pude hacer nada por él
Esta chica parecía diferente a los otros mire una pequeña placa que tenia con su nombre en la ropa y se llamaba Miranda, sin decir una palabra más entre y ella cerro la habitación. Se suponía que hoy estaría Hector aquí pero no lo ví, me preocupaba varias cosas, ¿cuando regresaría Hector?, el estado de Toto ¿si tendría frío, si ya habría podido comer algo? y en lo que pensaba a cada rato era en esa persona rara y misteriosa que había salido de la nada y que no pude ver bien.
Al día siguiente no pude salir pues habían millones de ojos sobre mi, imagínese fui la primera persona que se adentro en el bosque, así que sin más me tuve que quedar en ese lugar. Sin nada en que distraerme, mis pensamientos me hundían en una profunda tristeza, pensaba en que "la vida no me enseño a preguntarme que deseaba como si fuera pecado, creía que si elegía una cosa para era una persona egoísta, que si no me sacrificaba o aceptaba lo que deseaban mis seres queridos era por ser una persona mala pero en realidad lo que me agitaba como una hoja era no saber decir que NO". Ese día salí muy poco de la habitación, ahí no le importaba a nadie como en todos los lugares donde estaba. Dentro de donde me encontraba había una pequeña ventana no muy alta por donde entraban los rayos del sol y la luz fría de la luna, sentí algo que se movía cuando me asomó para ver era Toto ¡estaba aquí!
_¿Qué haces aquí amigo?, no te pueden ver sino no se que harían contigo_me di cuenta de que ya podía apoyar la pata_ ya estas mejor, mañana nos encontramos en el lugar de siempre hoy no puedo salir, ahora vete
Me miraba con los ojos cristalinos pero al final se fue, ya sabía que estaba bien y no estaba tan preocupada entonces. En la tarde fue que trajeron a Hector cuando llegó me pareció que no era él, pues su estado era de Zombie, lo acotaron y se fueron yo me le acerque y le digo
_Hector como estás?, ¿qué fue lo que te hicieron allá dentro?
Un poco enredado y trapaloso dijo_la pase muy mal, fueron muchas ondas de corriente gracias a Miranda estoy aquí
Luego cerro los ojos pienso que para luego todo estaría mejor, el tiempo se fue volando, pasaron los días y de vez en cuando me escapaba unos poquitos minutos para ver a Toto, si me lo permitirán lo llevaría hasta mi habitación y allí lo dejaría para cuidarlo mejor, cuando lo iba a ver le cambiaba la venda hasta que cerrara la herida por completo.

Mi Querido El'foDonde viven las historias. Descúbrelo ahora