El diario de un náufrago

Día 4

El día de ayer fue espléndido, por primera vez hice fuego de forma primitiva, durante la noche apile hojas de plátano e hice una especie de..., la verdad no tengo idea de que es, sólo me metí en el y dormí, sorprendentemente dormí bien en ese lugar, bien por mi. Esta mañana intenté hacer una lanza con palos, la buena noticia: ahora tengo mucha leña, no soy bueno en esto. Pero, lo logre, creo. Nunca antes había cazado pero lo intenté, me adentre en el bosque y pensé en cazar algún animal o en encontrar a alguna persona (y con persona me refiero a alguien civilizado no un caníbal).  Me encontraba en medio de la jungla y no encontraba ningún animal.

Mientras avanza, vi hacia arriba y divise y una montaña, no era de un tamaño colosal y parecía se accesible. Junto con mi lanza deformada me dirigía hacia esa montaña, no sabía que vería desde la cima, mientras subía mi zapato izquierdo se rompió, por supuesto, subía y subía y mi pie izquierdo recibia el dolor de las piedras, tratate de pisar en lugares seguros y suavemente. Cuando llegué a la cima, vi gran parte de la isla y más allá de ella vi como el mar se perdía de vista en el horizonte, era un paisaje hermoso, cuando estaba en el avión vi todo tan pequeño ahora yo me sientó más pequeño, no se decir cuánto mide la isla tal vez 1 km o muchos.

Aunque la situación en la que me encontraba era muy crítica y desesperante, cuando estaba allá arriba viendo el atardecer me sentí en paz, todo estaba en silencio total, el sonido de los árboles y las olas se ahogaban alla arriba y se que cuando salga de esta isla no volvere a ver un paisaje igual de hermoso. Y cuando el Sol dijo adiós reveló en el oscuro cielo un pasaje que nunca noté desde que llegué aquí, las estrellas brillaban y había tantas más de las que solía ver en la ciudad, brillaban en sinfonía y en armonía todas eran parte de un gran espectáculo interestelar  y si antes me sentía pequeño ahora no soy nada.

Aunque estoy atrapado aquí, puedo decir que este lugar es, ramé.