A dos metros de ti

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En 2º de Bachillerato D, cumplir las medidas sanitarias de prevención del Covid19 no era, en absoluto, una prioridad para los alumnos: en cuanto el profesor salía del aula, aprovechaban para bajarse las mascarillas, cerrar puertas y ventanas para evitar el frío, se aglomeraban, se prestaban todo tipo de cosas y hasta compartían la comida o la botella de agua.

Todos se quedaron muy sorprendidos cuando un día, entró por la puerta de la clase un chico nuevo, bastante peculiar, con el cabello más negro que la oscuridad, unos preciosos ojos azul cielo, un enorme abrigo en cuyos bolsillos refugiaba sus manos y una mirada totalmente perdida, con la cual trataba de evadir la de los demás.

Al instante, éstos comenzaron a cuchichear y a observarlo como a un bicho raro, lo que hizo que el gran nerviosismo e intranquilidad del joven aumentara considerablemente, y que, por lo tanto, se comportara de una forma aún más reservada.

El chico se sentó lo más rápido posible en la única mesa libre, la de al lado de Laura, manteniendo su correspondiente distancia y echándose nada más entrar el gel hidroalcohólico. Y se molestó, además, en desinfectar su asiento, captando así la atención de su compañera.

Laura era encantadora, simpática y amable, aunque solo con aquellos que de verdad lo merecían. Era bastante impulsiva, pero también honesta y muy responsable.

Al ver como el desconocido lo desinfectaba todo, los alumnos empezaron a burlarse, formándose en seguida un gran alboroto en el aula y escuchándose comentarios desagradables:

- Oye, tú, el nuevo. ¿Quién te has creído que eres? Es alucinante que acabes de llegar y actúes como si alguno de nosotros tuviera el virus ese.
-Comentó bordemente, añadiendo a continuación- Pero bueno, te voy a dar un consejillo de bienvenida, por tu bien, es mejor que dejes de hacer esas chorradas, porque como sigas así vas a estar más solo que la una, -le advirtió, mientras miraba al resto diciendo- de verdad, ¡qué pena da!

Laura, indignada y enfadada, no pudo evitar contestar, al ver como el chico, afectado, no lo hacía, por lo que opinó de manera decidida:

- Luis, –dirigiéndose al abusón de la clase- aquí el único que da pena eres tú –dijo tratando de aparentar calma- ¿y sabes qué te digo? Que menos mal que todavía queda gente como él, porque si todos se parecieran a ti, la mayoría de nosotros ya estaríamos contagiados, hospitalizados, o lo que es aún peor, muertos.

El resto de la gente permaneció en silencio durante unos segundos, hasta que Luis saltó con otro de sus repelentes comentarios:

- ¡Ya salió la defensora y paranoica de la clase!
-Gritó con un tono despectivo- anda y vete un rato a molestar a otro, pringada, que aquí ya no te aguantamos más. -Entonces se dirigió al chaval de antes, diciendo irónicamente- Y tú sigue los pasos de ella, que, como ves, tiene muchos amigos...

Se empezaron a oír risas de fondo. Laura estaba ya harta de la actitud de esa pandilla de ineptos sin cerebro, como los llamaba ella. Cogió su mochila, se fue al patio y se sentó en uno de los bancos libres que había. Agachó la cabeza y no pudo evitar echarse a llorar.

Al cabo de unos minutos notó como alguien se acercaba lentamente, pero no le dio importancia y se mantuvo cabizbaja, total, ¿quién podía ser?, ¿quién iba a ir detrás de ella? Si su mejor amiga, Sonia, la había dejado tirada unos meses atrás por un chico que le gustaba, y no por cualquiera, nada más y nada menos que por el cretino y chulo de la clase, Luis.

De repente, mientras estaba sumergida en sus pensamientos, oyó una especie de susurro, pero no logró entender lo que decía, por lo que levantó la cabeza para asegurarse de que le estaban hablando a ella, quedándose bastante desconcertada al encontrarse a dos metros de distancia de quien, sin duda alguna, menos se esperaba.

Una nueva realidad [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora