Capitulo 1

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No confíes en ti.
Siento un vacío en el estómago, abro mis ojos y me miro al espejo. En mi mente, estaba preparándome para otro día de escuela mientras le mandaba un mensaje a mi amigo Paco, para quedar de vernos; antes de ello me entró una llamada de mi mamá para decirme que dejó mi desayuno listo en la mesa, que para mi sorpresa era mi comida favorita. Una vez ya desayunado y listo, salgo de casa.

Al llegar a la escuela me encuentro con Paco y entramos juntos a la clase de biología, donde actualmente estamos aprendiendo sobre el cuerpo humano. Ya dentro del salón, observamos que todos estaban con una maqueta ¡La hemos olvidado, seguro nos regañará el profesor!
- ¡Buenos días jóvenes! - dijo el maestro mientras entraba y reposaba su portafolio en el escritorio.
- ¡Buenos días profesor! – contestamos entre todo el grupo.
- ¿Listos para exponer sus maquetas?
- ¡Claro que si profe! – respondían todos mientras Paco y yo buscábamos una excusa por no haber traído la maqueta.
Pasaban y pasaban las parejas a exponer hasta que por fin nos tocó a nosotros - ¿qué haremos? – le pregunté a Paco, a lo que el me respondió: - ni modo, digamos la verdad –
- Profesor, se nos olvidó hacerla – dije mientras miraba al suelo apenado
- ¡Seguro se la comió! ¡No había suficiente plastilina para representar su cuerpo! – dijeron unos compañeros mientras todo el salón se burlaba de mí.
Mi mamá dice que no estoy gordo, sólo que soy de huesos anchos; mi doctor menciona que estoy pasado de peso por dos o quizás tres kilos a lo mucho, así que yo no me considero gordo. Pero como la mayoría del salón son delgados, a mi me dicen 'el gordo' del grupo.

En realidad, nunca tomo en cuenta sus ofensas, aunque ahora si me hicieron sentir mal. Yo solo me senté mientras el maestro ponía orden; posteriormente finalizó su clase y nos dio oportunidad de entregar la tarea al otro día.
Todas las demás clases fueron rutinarias, nada relevante que contar, así que al terminarlas me despedí de Paco y regresé a casa donde ya me esperaba mi mamá.

Llegué a casa y mi mamá me recibió con unas deliciosas quesadillas que se veían muy apetitosas y a las cuales no me pude resistir. Acomodé la mesa y empezamos a comer:

¿Cómo te fue en la escuela? – me preguntó mi mamá.
Bien, nada nuevo – respondí mientras trataba de olvidar lo que había pasado.
Te veo un poco desanimado, ten otra quesadilla – dijo mientras era interrumpida por un corte informativo de la televisión.
Mi mamá iba a cambiar de canal cuando de repente escuchamos que las autoridades gubernamentales habían suspendido las clases presenciales por dos semanas, a lo cual yo me puse muy contento porque descansaría de mis compañeros abusivos, aunque me sentía mal porque no vería a mi amigo Paco. Para celebrar que no iría por un tiempo a la escuela agarré otra quesadilla porque estaban deliciosas.

Terminé de comer y me fui a mi cuarto a jugar mi videojuego favorito, ¡si que soy bueno!, de todas maneras, tendría dos semanas para hacer la maqueta. Pasaron las horas y yo estaba por dormir cuando escuché que había llegado mi papá, quien llega tarde porque se la pasa en su trabajo y en el gimnasio; ya me ha invitado a ir, pero yo no quiero porque da mucha flojera. Fui a saludarlo y vi que me tenía una sorpresa ¡compró una pizza! Mi papá suele comer muy saludable así que de verdad no lo esperaba, ¡mi día no podía ir mejor!

Terminando de cenar voy a lavarme los dientes y me acuesto para dormir, creo que me cayó pesada la pizza.
Pasaba el tiempo y ya faltaban tres días para regresar a la escuela, yo no quería porque aquí tenía todo, dormía y comía sin parar, aunque a escondidas de mi padre, porque a él no le gusta mi forma de alimentarme.
Pensaba en ya realizar la maqueta cuando de pronto, escucho en las noticias que se postergaba una semana más la ausencia en los salones ya que habían determinado que un nuevo virus se estaba propagando de forma rápida ademas de peligrosa en todo el mundo y no se contaba con una cura.

Así que ordenaron a la persona a entrar en confinamiento y tratar de salir de casa lo menos posible.
Daban algunas recomendaciones que no escuché por estar imaginando lo que iba a hacer en este tiempo en casa, así que apagué la televisión y me fui a jugar a mi cuarto.

No Confies en TiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora