Parte 2 - Nada va a cambiar

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Pasaron dos semanas desde que volvimos del viaje, y las vacaciones ya habían terminado, el verano había terminado. Sinceramente ya quería regresar a clases, tampoco es que me emocionara mucho, pero el estar en la escuela es darme un respiro de mi hogar. 

Realmente no tengo problemas con estar en casa, no desde que comencé a vivir con mi mamá al iniciar las vacaciones de verano. Por otro lado el ambiente en casa de mi padre puede resultar agobiante con frecuencia, es como si siempre hubiera una presión sobre mi, como si estuviera siendo evaluado todo el tiempo, pero una vez fuera de ahí esa presión se alivia, por eso empezó a ser un habito preferir estar fuera de casa, el único precio a pagar es soportar otro tipo de presión, social.

Siempre había vivido en casa de mi padre junto a mis abuelos desde el divorcio, por lo que la familia de mi padre solía estar alrededor. Siempre esperan grandes cosas de todos, buenas calificaciones, que destaques en algún deporte, que te mires de cierta manera, a pesar de no ser una familia de clase alta, por alguna razón siempre han tenido cierto estatus dentro del pueblo y se espera que la nueva generación cumpla con las expectativas de las anteriores, incluso parece una competencia. Todo eso logra que una persona se canse demasiado, pero este año decidí cambiar un poco de aires, es por eso que me mudé con mi mamá. Ella también resulta exigente, pero solo lo normal de una madre, sin presionar demasiado, solo procura que mis calificaciones sean suficientes para entrar en una buena universidad. Mamá trabaja administrando una florería en la plaza, la favorita del pueblo para ser sincero, razón por la que muchos la conocen por aquí

—¡Ya está servido!— pude escuchar ese grito desde mi habitación mientras terminaba de cambiarme aún más dormido que despierto, y después de haber visto una sandalia por cinco minutos mientras cuestionaba el por que me levantaba de mi cama —¡Se va a enfriar!— ahora incluso mi vecino había escuchado desde su habitación aquella voz proveniente de una madre con un alto volumen al hablar, mi madre.

—¡Ya voy!... me estaba terminando de cambiar, ¿Qué hay para desayunar?— contesté al llamado de mi mamá mientras salía del cuarto.

—Huevos estrellados con jamón, ¿quieres café o jugo?

—Café, pero yo me sirvo.

Mi mamá se sentó a desayunar mientras revisaba la pantalla de su celular, yo solo observé desde su espalda por mera curiosidad de saber que estaba viendo. Eran noticias, sobre personas que habían desaparecido en los últimos meses, parece que ninguna de las victimas ha sido localizada, me sorprendía un poco, no la situación si no el hecho de que me llegaba a parecer algo normal, supongo que eso habla un poco mal de mi perspectiva del mundo. 

Me senté en la silla frente a mi madre mientras daba un sorbo a mi taza de café el cual escupí de vuelta en la taza al instante porque aun estaba demasiado caliente, solo esperaba que eso no me lastimara la lengua. 

Terminé el desayuno en un par de minutos y tomé mi mochila para ir a la escuela, me despedí de mi mamá quien aun se encontraba terminando su desayuno y salí de la casa, afuera ya se encontraban Janice y Sam quienes venían conversando, al parecer acabábamos de tener un buen timing, ya sabía que iban a pasar por mi pero igual la coincidencia me sorprendía un poco, por lo general les tocaba esperarme, al menos significaba que había comenzado bien el día.

—Buenos días... ¿No pasaron por Caleb?— pregunté con cierta extrañeza, mi casa es la última de camino a  la escuela así que suelen llegar los tres juntos.

Ambas me voltearon a ver pare devolver los buenos días con una sonrisa y un movimiento de manos a la vez que yo me acercaba para agruparme y seguir caminando los tres juntos, una vez que estuve lo suficientemente cerca Sam respondió mi duda.

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