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—Weigel, mírame —tomó mi brazo deteniendo mi andar, poniéndose en frente de mi. No quería hacerlo, porque si lo hacía era para meterle un puño en su maldito rostro tan perfecto —Esta bien, mira, solo quiero decirte que no puedes venir y decirle a una persona que deje de hacerlo cuando tú no lo has hecho, cuando tú no eres presa de una adicción. Eso no funciona así —fruncí los labios y me negué a todo lo que había dicho, no le daría la razón en ello. Jamás lo haría porque no era así. Él suspiró y vi por el rabillo del ojo que relamió sus labios —Pensé que por primera vez alguien en la vida me entendería, pero me volví a equivocar.

-Luke Howland

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