Prólogo

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El mundo como lo conocíamos dejó de ser el mismo hace mucho tiempo. Las virtudes humanas se volvieron oscuras, la codicia se apoderó de sus corazones, y el afán de querer más fue lo que destruyó a la humanidad, dejando con vida a aquellas personas que se mantuvieron alejadas de los sentimientos impuros.
Las guerras no cesaban, cada vez los motivos por los que ocurrían eran más insignificantes. Todo acabó destruido; las vidas de la mayoría de personas, las casas, las carreteras, nada consiguió sobreponerse a aquel sinfín de masacres.
Por eso, a causa de aquella catástrofe mucho mayor a ninguna otra jamás conocida, una diminuta parte de los supervivientes desarrolló capacidades especiales y extraordinarias como método de auto ayuda contra los peligros de la nueva vida repleta de desesperación. Sus sentidos se agudizaron, sus habilidades mejoraron altamente, y todo creció, menos la esperanza que quedaba en ellos. Se quedaron sólos, indefensos ante los disparos y las explosiones, viendo caer a todos sus seres queridos.
Después de la segunda guerra de la tercera Era, cuando se desubrió el potencial de estas personas, el ejército llegó a la conlcusión de que no eran más que armas, un nuevo peligro que les acechaba en forma humana, y organizaron una purga mundial para exterminarlos. No descansaron, ni tuvieron piedad. Los vivos, siendo testigos de la locura a la que estaban sometidos, de como tenían que sacrificar a otros sólo por ser más fuertes, no tuvieron otra opción que construir unas barreras con las nuevas tecnologías de los ricos para separar a la sociedad de esas personas.
Más tarde, a principios de la cuarta Era, la vida dentro de la especie de cúpula que formaban las barreras empezó a ser mucho mejor que nunca, todos los avances tecnológicos se ponían en marcha, y en las escuelas, se enseñaba a los niños y adultos lo peligrosos que eran los PCDAP (Personas con Capacidades Destructivas Altamente Peligrosas), coloquial y comúnmente denominados "Seres".
El Gobierno de la cúpula era dirigido por Hashiri Nio, una jóven de baja estatura y rubios cabellos, con una personalidad arrogante de ideas estridentes y crueles en la mayoría de las ocasiones, la misma que predicaba el odio y rencor que se debía tener hacia los Seres. La organización dentro de la cúpula no era buena, a penas se empezaba a vivir en una sociedad sin guerras ni muertes intencionadas, pero a pesar de eso, Nio seguía con sus planes, sus reglas y sus intenciones. A partir de la mayoría de edad, todos estaban obligados a asistir a cursos de lucha para lo que sólo ella sabía. Su mandato iba exactamente como quería, una pastora con sus ovejas en el recinto, de dónde no podían escapar.
Las nuevas religiones pintaban a los Seres como mensajeros del mal, criaturas relacionadas con el infierno o como el mismísimo Satanás. Todos inculcaban el miedo entre ellos, una manera de protegerse de su curiosidad, lástima y demás sentimientos humanos que podrían llegar a tener hacia otros semejantes, aunque en realidad, nadie sabía qué aspecto tenían.
Hacía un siglo que las barreras se habían construido, dividiendo a los humanos de los Seres, alejando la buena vida del desastre que antes habían causado. En el mundo exterior, vivían sólos, sin nadie ni nada en lo que apoyarse para seguir con esperanzas, obligados a cazar animales para comer y vivir en las ruinas de las antiguas ciudades. Ni si quiera ellos entendían el por qué de la situación en la que se encontraban, pero todos se alejaban de la cúpula todo lo que podían. La mayoría no había visto a otro Ser en su vida, nunca habían interactuado con otra persona, aunque los valores como hablar, contar y escribir todavía seguían en sus mentes, mentes de humano.
Más de una vez alguna persona había intenado salir de las barreras, arriesgando su vida, pero todos fueron intentos fallidos, conductas castigadas severa y mortalmente en ocasiones. Lo humanos vivían con miedo a los Seres, y los Seres con miedo a los humanos; un miedo que sería capaz de causar otra guerra, una devastadora y épica guerra.
La cuarta Era había comenzado, llena de misterios, problemas, conflictos, y dudas. Dudas, curiosidad, interés, todo lo que sentía una chica hacia lo que le mandaban tener miedo.

Los SeresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora