8: El defensor de sueños

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Zhongli salió del dormitorio con el cuenco vacío y la cuchara en las manos, cerrando la puerta tras de sí. Ajax había repetido, y tras terminar su segundo plato de sopa, se durmió. El castaño caminó hasta la cocina, dejando los platos sucios en el fregadero.

Estaba exhausto.

Estaba feliz por haber podido arreglar las cosas con Ajax, de haber podido comprenderlo. Pero... saber cómo se sentía en realidad, le abrumaba. Entrecerró los ojos, frunciendo el ceño, mientras recordaba la tristeza, soledad, furia, impotencia, angustia... todas esas emociones y otras sensaciones desagradables le habían invadido en cuanto la visión hydro empezó a brillar de un azul intenso. Un escalofrío le recorrió la espalda. Él también había sufrido durante todos sus años de vida, pero desde luego no se sentía como Ajax.

Se le hizo un nudo en la garganta, había llorado. Había derramado lágrimas por el de ojos azules. Orbes tan profundas como el océano, solitarias, cambiantes, y sin luz. Se dice que los ojos son el espejo del alma, en ese caso, Zhongli quería ser la luz que los iluminara. Tenía que compensar lo que le había hecho.

Ajax era un ser triste; Childe un hombre arrogante y divertido; Tartaglia el Undécimo Heraldo, considerado un arma. Zhongli había visto todas esas facetas, y como en algunos momentos se habían fusionado unas con otras, creando nuevas. Pero todo eso, era lo que conformaba a su amado.

Sabía que no podía protegerlo de los peligros que amenazaban, el camino de toda la sangre que había provocado era demasiado largo, no había forma de poder salvarlo de su cruel destino. Y eso hacía que su estómago se retorciera, al igual que su pecho. Desearía poder hacer mucho más por el pelirrojo, pero sabía que en esta vida, sería imposible.

—Sabes... no me gustaría dejarte solo para toda la eternidad —Zhongli levantó la cabeza de su lectura, observando a Ajax, el cual llevaba un rato sin levantar la cuchara de la sopa.

Era de noche, por la ventana se filtraba la tenue luz de la luna, la habitación sin embargo, estaba siendo iluminada por varias velas.

—¿A qué te refieres con eso? —colocó el punto de libro entre las páginas, cerrando el libro y colocándolo en la mesita de noche. Había traído una silla de la cocina, situándola al lado de la cama, para así no invadir el espacio de Ajax, y estar los dos más cómodos.

—Bueno, ya sabes... —evitó los ojos dorados de Zhongli—. Eres inmortal. Vas a vivir para siempre, y yo... probablemente mi vida sea más corta que la del promedio.

El castaño se quedó en silencio, analizando la expresión del contrario. Cerró los ojos, relajando los hombros.

—Eso no es cierto —Ajax lo miró desconcertado.

—¿No?

—Es cierto que soy el Primer Adeptus, ex Arconte Geo... pero no quiere decir que sea inmortal. Dije que como Zhongli me dedicaba a los entierros de los Adeptus, ¿no es así? —abrió los ojos, encontrándose con orbes azules, Ajax asintió—. Simplemente mi esperanza de vida es mucho más prolongada.

—Oh... realmente pensaba que no podías morir por causas naturales.

—Es el orden natural de este mundo, nadie puede vivir eternamente, ni una divinidad. Por eso el propósito de la Raiden Shogun es conseguir su anhelada inmortalidad, ¿de qué le serviría hacer lo que hace si siempre lo hubiera tenido desde un principio? Los seres vivimos y morimos, no importa tu esperanza de vida, el tiempo siempre llega...

Se quedaron en silencio, mientras Ajax volvía a comer el plato de sopa.

—¿Crees en la reencarnación? —inquirió Zhongli, haciendo que el pelirrojo levantara la vista, tragando el caldo.

𝙈𝙤𝙣𝙤𝙘𝙚𝙧𝙤𝙨 𝘾𝙖𝙚𝙡𝙞 [ 𝘾𝙝𝙞𝙡𝙞 ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora