third

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"We love it on the other side, where the dreams are real, do what we like."

Era cinco de noviembre, ya habían pasado semanas desde la vez que entraron a robar al banco.

Llevaban teniendo más de cinco citas, hicieran lo que hicieran, ambos estaban felices. Porque estaban juntos gastando dinero a montones, aunque en realidad Wonjin creía que eso era lo de menos, la pasaba bien con Jungmo. Y estaba seguro de que lo haría de todas formas aún si no estuvieran derrochando miles de wones.

No hubieron besos en todo ese tiempo, Wonjin se negaba a dárselos hasta que se pusieran de novios oficialmente. Y Jungmo se rió de él, aceptándolo. Sí, moría de ganas de comerle la boca a ese quisquilloso, pero aceptaría cualquier cosa de su parte.

Antes dijo que no era amor, que no lo sentía, pero ahora tal vez sí comenzaba a tener ese tipo de sentimientos. Es decir, ¿quién no caería ante los encantos de ese chico de cabellos castaños que tenía una maldita sonrisa tan encantadora? Adoraba posar sus manos en esa cintura pequeña, sentir lo nervioso que se ponía entre sus brazos. El color rojo pintando sus mejillas de una forma adorable.

— ¿Qué tan caro saldría comprar toda una playa? —preguntó Wonjin.

Estaban tirados en la arena, acompañados del ruido de las olas y las estrellas pintando el cielo oscuro. La luna estando un poco más allá, brillando lo suficiente para que Jungmo pudiera ver el rostro tranquilo de su acompañante.

— No creo que sea legal comprar una playa. —murmuró, admirando la forma en que los ojitos del menor se abrían, viendo el cielo estrellado.

— ¿Entonces por qué existen los balnearios? Ellos cobran dinero a las personas que quieren estar en la playa. También están las casas de los ricos en frente del mar, teniendo una playa de patio.

— Mm.. —tarareó. Él tenía un punto—. Sí, tal vez muchos millones...

— Quiero tener una playa para mí. —confesó, el mayor soltó una carcajada, tocándole su naricita con su dedo.

— ¿Lo ves? Eres una pequeña mierda codiciosa.

— Yah. No es cierto. —se quejó, riéndose también.

Suspirando, Wonjin apoyó su cabeza en el hombro contrario. Alzandola solo un poco para juntar sus miradas nuevamente.

— Tengamos una playa solo para nosotros dos, Jungmo. —pidió en un susurro tan bajo que apenas fue audible.

Relamiendo sus labios, el mayor asintió con su cabeza. Wonjin no lo diría directamente, pero él sabía que tal vez esa era una promesa de que estarían juntos en lo que fuese, hasta cumplir ese pequeño sueño.

— Sí. La tendremos, bonito. —le respondió luego, en su mismo tono.

Viendo una sincera sonrisa aparecer en esos labios, Jungmo no esperó que se acercara hacia él, acortando esa poca distancia que había entre ambos.

Los labios de Wonjin rozaron los suyos de forma lenta. En otra ocasión tal vez le hubiese desesperado tal acción, sin embargo ahora solo cerró sus ojos, esperando tranquilamente a que el mayor dejara de inspeccionar sus labios con los suyos. Entonces finalmente sus labios se unieron en una danza suave que les hizo estallar miles de sensaciones en el estómago.

bonnie & clyde ; moguhamDonde viven las historias. Descúbrelo ahora