I.

88 9 33
                                    

Cualquiera que conociese a Yoo Kihyun no lo describiría como la persona más valiente pero tampoco como un cobarde; se asustaba fácilmente con las historias de terror o cuando alguien lo sorprendía por la espalda o hacía un ruido fuerte, pero si se presentaba alguna situación desafiante, era el primero en ofrecerse a hacerle frente. Había muchas cosas que asustaban al fotógrafo pero nada lo asustó más que ver a Minhyuk, su prometido, recostado en aquella lúgubre camilla de hospital, inconsciente y conectado a una máquina que controlaba constantemente su ritmo cardiaco. El pitido constante y pausado no llegaba a calmar sus nervios, teniéndolo al borde del asiento con sus manos inquietas y mordiendo su labio inferior sin descanso, atento a cualquier indicio de incomodidad en el pelirrojo.

Lo único que logró desconcentrarlo de su vigilia fue el chillido de la puerta al abrirse por donde vio a Hyungwon entrar. Mirando el reloj que estaba encima de esta, notó que ya habían pasado tres horas desde la última vez que el médico lo había actualizado con información de su amado.

Por favor, despierta.

El gemelo de su pareja se acercó hacia donde estaba el cuerpo de su hermano postrado y acomodó algunos mechones rojos que caían sobre los ojos del otro –¿Qué dijeron?– preguntó preocupado sin dirigirle la mirada.

La mano derecha de Kihyun estrechó la contraria de Minhyuk, tratando de no moverla demasiado por temor a lastimar su brazo izquierdo ya enyesado –Una pierna y un brazo rotos. También tiene leves lesiones en la cabeza– tuvo que darse un momento para controlar las lágrimas que amenazaban con salir –Dice que tuvo suerte, podría haber sido peor..– otra pausa –Aunque debemos esperar a que despierte para ver qué efectos tuvieron esas lesiones en la cabeza– agregó al final con la voz quebradiza.

–Esto es tu culpa, sabes que a Minhyuk no le gusta manejar, ¿por que no fuiste a buscarlo?– el tono venenoso con el que lo dijo y los puños apretados denotaban la ira y frustración que sentía el recién llegado. Kihyun quiso responderle algo, no era la primera vez que el gemelo le reclamaba algún fallo en su relación, pero no podía encontrar las palabras para reprocharle porque muy en el fondo, se culpaba por lo que había sucedido. Hyungwon tenía razón. Si hubiese terminado de editar las fotografías más temprano, podría haber ido a buscar al pelirrojo, si tan solo no hubiese ido al banco aquel día quizas habría terminado a tiempo y ahora Minhyuk no estaría en aquella posición, quizás sería él quien estaría ocupando su lugar en esa cama de hospital pero lo aceptaría con tal de no tener que ver a su amado sufrir.

Sin poder soportar ver a su hermano así y queriendo huir del rostro lleno de culpa de su futuro cuñado que él mismo había provocado, Hyungwon se excusó de la habitación con la intención de ir buscar algo para que el pelinegro comiese -sabiendo a ciencia cierta que la naturaleza protectora del fotógrafo seguramente no le permitió despegarse del lado de su prometido desde que llegó- y calmar un poco sus nervios.

Una vez más, en la habitación no se escuchaba otra cosa que la respiración del pelirrojo y la máquina que estaba al costado de la camilla. Kihyun no había podido despegar la vista de la mano en donde ahora faltaba el anillo de compromiso que le había dado hacía unas semanas a Minhyuk. Quizás las enfermeras se lo sacaron para hacer las radiografías.

Justo cuando se iba a levantar a buscar la sortija en la bolsa habían guardado las pertenencias y ropa con las que había llegado el mayor, las delicadas extremidades del artista comenzaron a moverse. Kihyun dirigió su vista hacia el rostro de Minhyuk y ahí fue como se encontró con sus pequeños ojos marrones que se entre-cerraban lentamente con el parpadeo irregular tan característico del mayor. Un minúsculo quejido se escapó de los finos labios lastimados mientras trataba de estirar torpemente su único brazo funcional en un burdo intento de querer sentarse. Rápidamente, Kihyun se movió para ayudarlo a acomodarse, cuidadoso de no moverlo demasiado y atento a cualquier signo de disconformidad.

Una vez que logró ubicarlo en una posición que parecía mas o menos cómoda, el pelinegro retrocedió, quedando cara a cara con los ojos de Minhyuk que lo observaban impasibles.

–¿Puedes oírme?– preguntó el fotógrafo, atento a las expresiones del otro. La respuesta fue lenta pero el mayor respondió con un leve movimiento de su cabeza, indicando que si lo había escuchado –¿Puedes verme?– Minhyuk repitió el mismo movimiento de hace unos instantes.

En ese momento, Kihyun no podía describir el alivio que inundó su cuerpo. Quizas lo peor ya había pasado. Minhyuk está bien.

Manteniendo sus ojos sobre su prometido, Kihyun presionó el botón que estaba al costado de la camilla para llamar a una enfermera e informarle que el joven había despertado, pero había algo que lo desconcertaba. El artista siempre lo molestaba con que se preocupaba demasiado por él por lo que esperaba algún comentario burlesco por parte del otro, pero los ojos del pelirrojo aun lo miraban gélidamente, sin vida, como si no supiese a quién tenía en frente –¿Como te sientes?– Por favor, dime que estás bien. Dime que me preocupé en vano.

–La obra... protagónico...– su voz salía en un airoso susurro casi inentendible –No te... quedaras... con... el papel principal– agregó con claridad luego de ordenar sus ideas por unos segundos, aunque todavía manteniendo su tono bajo.

–¿De que estas...– antes de poder cuestionarlo, la respuesta le cayó como un balde de agua fría al pelinegro.

La obra.

Minhyuk y él habían competido hace cuatro años por el papel protagónico masculino en un musical que había organizado el club de teatro de su universidad. En ese tiempo, Minhyuk había jurado desde el primer día que Kihyun era su archirrival y que no le permitiría ofuscarlo en la pieza de fin de año. Fueron en esos momentos de prácticas previas a las audiciones en donde su amor fue surgiendo lentamente, pero que no llegaron a concretar hasta que ambos se graduaron. Fue ese mismo día en donde Minhyuk lo había sorprendido con un girasol y una invitación a la primera exhibición de sus obras –¿Sabes quien soy?

Había muchas cosas que asustaban a Kihyun, pero en ese preciso instante, a lo que más le temía era a la respuesta del pelirrojo, al punto de desear que el otro no respondiese, pero no, necesitaba una respuesta.

–Archirrival– de repente, los finos labios de Minhyuk se cerraron en una línea en tanto llevaba su cabeza hacia atrás y sus cejas se juntaban en una expresión de dolor. Viendo esa mueca en el rostro de su amado, Kihyun sabía que debía moverse para ayudarlo, quería hacerlo, pero la última palabra que había salido de la boca del mayor lo había dejado con los pies pegados al suelo.

Archirrival.

La memoria de Minhyuk remontaba hacia cuatro años atrás, a cuando apenas se conocían, a cuando aún no había florecido el amor entre ellos dos.

Minhyuk no me recuerda.

Mientras Kihyun terminaba de procesar aquella idea, dos enfermeras y un doctor habían entrado apresurados a la habitación. Tras observar cómo el equipo médico se aseguraba de que todo estuviese bien con el pelirrojo, Kihyun se dio la vuelta, alejándose de la camilla mientras el doctor comenzaba a preguntarle sobre su último recuerdo –Teatro... cafetería... Hyungwon...– esas eran las únicas palabras que el pelinegro descifró de los susurros del mayor. Por lo poco que había escuchado, Kihyun dedujo que sus memorias retrocedieron hasta su último año en la universidad, a sus primeros días en el club. Minhyuk sabe quien es, pero... ¿sabrá lo importante que es Kihyun para él?

Los ojos del pelinegro se dirigieron hacia su mano izquierda en donde descansaba la banda dorada, prueba indiscutible de su compromiso y amor por el otro.

Había muchas cosas que asustan a Yoo Kihyun, pero perder a su amado, a su prometido, era una de las cosas más terroríficas que podría experimentar.

~ Fuggire ~ (Kihyuk)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora