~ Fuggire ~ (Kihyuk)

V.

Desde aquella cena en el restaurante, Minhyuk se había encontrado rememorando cada peculiaridad del rostro del pelinegro con el fin de poder dibujarlo a la perfección. Luego de seis bocetos y cuatro días después, el pelirrojo levantó con orgullo su obra ya terminada, bastante complacido con cómo había quedado el resultado final luego de compararlo con el modelo real, quien estaba leyendo un periódico de finanzas a unos pasos de él.

"Esta es mi obra maestra" pensó al mismo tiempo que chequeaba por última vez que todas las líneas, sombras y curvas estén en su lugar. Las ganas de mostrárselo a Kihyun parecían querer desbordarse de su cuerpo, pero el miedo a ser rechazado una vez más por el susodicho lo detenían. Las veces anteriores no habían sido un rechazo como tal, aunque aun así se habían sentido para el mayor. Lo único que esperaba era que el otro la observase detenidamente y le diga con una de sus encantadoras sonrisas "Me gusta", y no que le diese una ojeada rápida y un simple "Está bueno" como había sucedido anteriormente.

Con el poco valor que pudo acumular en esos instantes, el artista habló: –Terminé– acercando el dibujo hacia sí mismo, tratando de ocultarlo del otro pero también esperando algo de interés.

Kihyun bajó el periodico –¿Puedo ver?

Minhyuk asintió, incapaz de poder pronunciar palabra alguna por el nudo que se había formado en su estómago ante la necesidad de querer la aprobación del pelinegro y los nervios que le habían causado tal situación. Tras unos segundos en donde un silencio sepulcral invadió la pequeña sala de estar, el más alto se atrevió a preguntar –¿Qué te parece?

–Está bueno.

De todo lo que el fotógrafo podía decir, las palabras que salieron de su boca eran las que menos quería escuchar, haciendo que sus entrañas se retorciesen y su corazón se quebrase en pequeños pedazos. –Gracias– es lo único que alcanzó a responder, conteniendo las ganas de querer arrancar el sketch que, una vez más, se encontraba en sus manos, y destrozarlo hasta que no quedaran más que pedazos desparramados en su regazo; retrato que hasta hace unos momentos consideraba su mejor obra y que ahora solo denotaba la imperfección de su técnica. Ahora que lo miraba con más atención, se percató de que los ojos estaban muy separados, que los lunares estaban desalineados, que la boca estaba medio chueca, que su barbilla era demasiado redonda y estirada.

¿Como pude mostrarle esta basura?

–Voy a la tienda ¿necesitas algo?– preguntó Kihyun al terminar de doblar el periódico sobre el sofá y proceder a levantarse del mismo, ignorante a las crudas palabras que en ese momento pasaban por la cabeza del artista.

Minhyuk echó una ojeada a sus utensilios; el borrador era casi inexistente, sus lápices ya tenían el tamaño de uno de sus falanges, y la tinta de sus lapiceras parecían estar en su último tramo –No, estoy bien– prefirió responder, queriendo evitar ser una molestia para el fotógrafo que pasaba sus días cuidándolo.

Kihyun no dejó pasar ese minúsculo gesto, y sin decir una palabra, se metió por unos minutos en aquella habitación -a la que tenía prohibido entrar- para luego salir con un set de lápices, biromes y borradores nuevos junto con un sketchbook practicamente sin usar.

–Gracias– es lo único que alcanzó a musitar, conmovido por la atención del otro que hizo a su corazón saltar. Por fín, sintió que significaba algo para el fotógrafo, alguien importante. Nunca se había percatado de lo increíble que se sentía ser querido por otra persona al punto de darse cuenta de un simple deseo sin necesidad de tener que mencionarlo. Pero, una vez más, la revelación de que Minhyuk no era tan importante como él creía ser le cayó como un balde de agua fría al notar el suave brillo dorado que desprendía la banda de oro que adornaba el dedo anular del más bajo. La verdad era que había alguien que significaba más para Kihyun, alguien a quien él quería más... y Minhyuk no era esa persona.