CAPITULO 2.

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ELA SMITH.

corrí como nunca, el parecía ser una de mis peores , bueno...en cierto modo lo era, le temía a la multitud, y solo el, dicta popularidad.

Al llegar a casa abri el portal sin hacer ruido, cuando estaba por entrar a la cocina, vi a mi padre tomando un bazo de agua, mejor será que no me vea, espere paciente a que el saliera de la cocina para entrar yo en ella. Suerte que no noto mi presencia, como siempre.

Colocando los enlatados en su lugar correspondiente, luego de picar la fruta y entrarla en la nevera. Fui subiendo las escaleras con pasos suaves y ligeros.

Al entrar a mi oscura habitación lo primero que hice fue, desvestirme pues tendría que ir a la secundaria. Ya lista para irme, tome mi billetera, pues, de camino al largo trayecto de mi casa a la escuela, haría una breve parada para comprar mas pintura, pues mi reserva de color blanco se había agotado.

...

—hola buen día. — saludaba normalmente, como siempre que iba a esta tienda.

—hola Ela, como estas? — clara era una viuda muy dulce, no tenía hijos, su esposo falleció de Cáncer de pulmón, al quedar viuda y con dinero, lo único que le apetecía era pintar, y así mostrar sus pinturas a mas personas. Así que por lo que dice ella, decidió un tiempo recorrer el mundo y pintar partes de este, con el tiempo, se cansó y decidió poner una tienda con el apellido de su difunto esposo, en el cual relucen sus bonitos y llamativos cuadros.

Ella decidió empezar a vender productos de pintura y hoy le va muy bien, y con solo 57 años es una señora muy joven por así decirlo, y una muy alegre.

—hola clara, estoy bien, y tu que tal te encuentras? — le regale una de mis sonrisas — y clarense? — pregunte por su perro, el cual es un cachorro de 6 meses.

—estoy bien, cielo, te noto decaída hoy, quieres un brownie? — ella siempre sabia cuando estaba bien y mal, ella era, por así decirlo entre comillas mi única amiga.

—Claro que quiero un brownie eso no debes ni preguntarlo, pero, ¿tiene nuez? — la mire expectante

—dime Ela estas loca? No quiero matarte — me reí en su cara, no podía evitar preguntarle siempre lo mismo cuando me brindaba de ese biscocho.

—solo, solo estoy bromeando clara, relájate. — no aguante mas la risa, y explote en carcajadas, ella solo renegaba con el ceño fruncido.

—Ela deja las bromas para no darte con mi estuche de pinceles — decía esta negando con la cabeza. — bien, te buscare el brownie mientras, ve buscando lo que necesitas. — dijo y se fue dentro de la casa, ah si, se me olvido mencionar que la tienda tiene un pasillo que conecta con su casa.

Cogí una cesta y empecé a buscar entre la variedad de colores que veía, cogí 4 potes pequeños de color blanco, pues ese es el que más estoy necesitando. Ya de nuevo en la caja espero a que vuelva clara.

—querida, aquí esta, te puse 4 pedazos, 2 para que meriendes y los otros para que los comas cuando pintes — metió el recipiente en una bolsa y fijo su vista en lo que voy a comprar. — sabes que tienes garantía aquí cielo, si mal no recuerdo la vez pasada no quisiste tomar la oferta, esta vez no voy a aceptar un no por respuesta

Iba a decir algo sobre eso cuando empaco todo rápidamente y saliendo de caja empezó a empujarme fuera de la tienda para que yo no pudiera retractarme, es tan testaruda a veces.

—Ahí tienes Ela, espero disfrutes de todo y anda date prisa, que tienes clases hoy. — me sonrió ya no podía negarme.

—está bien, adiós clara, pasa buen día. — empecé a caminar por el largo trayecto hacia la secundaria.

...

Habían demasiados estudiantes, eso me estresaba, odiaba las multitudes. Los espacios pequeños, todo eso me estresa.

Caminar por los pasillos de la secundaria, es o mezclar sudor, u oler el mal aliento de los estudiantes recién levantados.

Odiaba todo lo que alrededor de mi caminaba, en concreto odiaba a todas las personas de la secundaria. ¿Cuánto tiempo más me falta para salir de aquí?

Me tocaba literatura a primera hora, sinceramente, cuando de clases se trata soy muy buena con ellas, solo que matemáticas no es que me vaya mal, pero no siempre entiendo los temas del todo.

Y me toca hablar con la profesora, claro, cuando no hay nadie más.

...

Iba saliendo del salón de economía, cuando tropecé con alguien haciendo esta acción que al suelo cayera, al igual que todos los libros que llevaba encima.

Cabe destacar que al ser economía un salón alejado y al mi gusto ser siempre la última en salir, sería extraño que aquí hubiera alguien más que yo.

¿cierto?

Cuando dirigi mi vista a la persona que me había arrojado al suelo, la sorpresa fue remplazada con un sentimiento que no es sorpresa ni molestia, si no, un sentimiento de...

Dolor y tristeza.

EllaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora