I
16 de Diciembre de 1995
Creo que difícilmente olvidaré la vez en la que mi profesor de filosofía nos habló de las teorías sobre la concepción. Una de ellas, no recuerdo exactamente de quién, decía que la personalidad de una persona se veía construyendo desde el momento en el que el corazón del feto finalizaba su proceso de formación. En pocas palabras: los bebés sienten todo lo que sucede en el exterior. Por eso, en caso de existir un rechazo hacia alguno de los progenitores, existe una alta probabilidad de que esto se deba a sucesos que tuvieron pie en el período de gestación. Por ejemplo: cuando los bebés lloran estando en los brazos del padre, pero se tranquilizan con el simple hecho de ser apartados, se puede asumir que existió violencia hacia la madre mientras el bebé aún se encontraba en su vientre.
Sin embargo, ¿podría llevar esta explicación al caso de Enoch?
Envuelto en sábanas de seda auténtica, bendecido por una infinidad de dioses, perfumado con el alma de las flores; así es como aquel príncipe llegó al mundo.
« ¡El mundo entero está expectante! Desde Japón nos llegan las palabras del Emperador, quien ha estado orando constantemente por la salud de su queridísima princesa y el nuevo príncipe. Los franceses, con tal de no quedar atrás, han organizado una fiesta a las afueras de la antigua mansión Jussieu, en conmemoración del recién nacido. Y los ingleses, agradecidos de ser los escogidos para recibir a este singular monarca, ¡nos mantenemos a la espera de las noticias sobre la joven madre! Sin embargo, tenemos que repetir las palabras que el Conde de Jussieu nos hizo llegar por medio de sus más cercanos: Estamos más que bien, felices de ya tener a nuestro pequeño entre los brazos y emocionados al ver todo el amor que recibe».
[Extracto del reportaje «El Heredero del Mundo». BBC World Service, 1998]
Felicidad. Los humanos constantemente confundimos la satisfacción proveniente de la codicia con la felicidad genuina. Es lo normal. Pero, ¿es lo correcto? Para la Princesa Imperial Junko Kirishima y el Conde Theodore Jussieu era la única sensación que realmente conocían: sus vidas giraban en torno a ella, su amor los ahogaba aún más en ella. Y se consideraban capaces de cualquier cosa con tal de obtener lo preciado: el poder de las zonas con mayor influencia a nivel mundial, Japón e Inglaterra. Por lo mismo habían agregado uno más a su lista de herederos, un hombre, alguien que se perfilara como el heredero perfecto para ambas naciones. Un príncipe y un conde.
—Recuerda sonreír con mayor naturalidad esta vez, dudo que quieras nuevos rumores sobre nosotros. — Musitó el platinado conde, dándole una rápida mirada a la princesa —.Tampoco se te olvide el seguirme el juego, aún cuando eso vaya en contra de tus insignificantes principios, ¿entendido? Tu padre quiere una familia perfecta, eso es lo que le daremos.
Franco Theodore Riggiardo II Jussieu, heredero único de la fortuna de los Jussieu, era mundialmente conocido por hablar de las penurias que significaba el provenir de una familia que fue perseguida en la época de la Revolución Francesa. Evidentemente, en su vida se había detenido a leer sobre las atrocidades que sus parientes le hicieron al pueblo francés, pero ahí estaba él: llorando ante cámaras, golpeándose el pecho y fingiendo compasión. Sin embargo, antes de volverse el hazmerreír de la monarquía, fue un adolescente reconocido por no saber dónde no bajarse los pantalones. Quiero decir: si te esfuerzas en buscar periódicos de mediados de 1988, tanto de Inglaterra como Francia, encontrarás más de un centenar de titulares relacionados con su incomprensible vida sexual. Desde la enfermería hasta los confesionarios, desde los hombres más puros hasta las mujeres menos agraciadas. ¡Todos tenían una oportunidad en las sábanas de Theodore Jussieu! Y, como era esperar de tan despreciable conde, usaba su «sangre francesa» como remedio para cualquier injuria, apodándola como «el mecanismo, el fluido caliente que le impedía negarle amor a todo ser que pisase el suelo de los humanos, la bebida que le impulsaba a cometer cualquier acto sin importar su honra». De hecho… aún la usaba para cuando le conocí, con ella lograba hacer que su leal esposa disculpara cada una de sus infidelidades, aún cuando esto significaba aceptar parte de la culpa, injustamente.
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「Heredero de Desesperación」
De TodoPor muchísimos años se ha creído que el «nacer en una cuna de oro» va estrechamente relacionado con el nivel de perfección que una persona será capaz de alcanzar. Después de todo, ¿qué miembro de la realeza no se caracterizó, en algún minuto de su v...